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El tren de la fresa

El Tren de la Fresa inaugurado el 9 de febrero de 1851 en tiempos de Isabel II proyecto del Marqués de Salamanca, cubriendo la distancia entre Madrid y Aranjuez.

 Ahora que Barcelona ya tenía su propio ferrocarril, el tramo Barcelona-Mataró, inaugurado en 1848, Madrid decidió que no podía ser menos. Era la sede de la Corte y la capital del reino, y alguno de sus próceres pensó en la construcción de una vía férrea propia. Es cierto que desde la puesta en marcha del primer ferrocarril español peninsular, el citado Barcelona-Mataró, el gobierno recibió numerosas peticiones de proyectos para abrir nuevas líneas férreas. No todos se llevaron a buen término, pero sí el tren de la Fresa, la propuesta entre Madrid y Aranjuez, planteada en primer lugar por el Marqués de Pontejos y que llevó a cabo definitivamente el Marqués de Salamanca.

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José María de Salamanca era un emprendedor hombre de negocios oriundo de Málaga y cercano (no sabemos cuánto) a la reina Isabel II. El caso es que este señor sabía de la importancia del desarrollo del ferrocarril para el desarrollo del país, como lo sabía Miguel Biada y sus amigos, los impulsores del ferrocarril Barcelona-Mataró. Por eso Salamanca viajó por Europa, se informó sobre las bondades del invento, recabó apoyos, sobre todo británicos (que son los que más sabían del asunto) y decidió poner en marcha uno en el centro peninsular. La excusa para montar todo el tinglado entre Madrid y Aranjuez fue traer a la Corte los productos agrícolas de la vega del Tajo, en concreto los vegetales estrella de Aranjuez (fresa y espárragos), que curiosamente, era también Real Sitio, con palacio y jardines reales incluidos. La reina estuvo de acuerdo. Así que Salamanca puso en marcha el proyecto, aprobado por el Gobierno en 1844, aunque no fue hasta diciembre de 1845 cuando se constituyó la empresa del Camino de Hierro de Madrid a Aranjuez.

 

Cuando iba a comenzar en serio el plan del marqués, los socios ingleses se echaron para atrás, con lo cual el dinero previsto no llegó, lo que ocasionó el retraso en la adquisición de materiales. Salamanca puso de su bolsillo el capital necesario para empezar las obras, y sustituyó al ingeniero que había causado el retraso en las compras iniciales. Las obras comenzaron por fin en 1846, pero la inestabilidad política y la crisis económica retrasaron la ejecución del proyecto. Además, como sucedió en el tren cubano La Habana-Bejucal, se añadieron dificultades debidas a la compleja orografía del terreno. Pero Salamanca consideraba fundamental lograr llevar a buen puerto la nueva vía férrea, pues significaba la apertura de Madrid con el sur peninsular y el levante. Por ello se efectuó una importante obra de allanamiento del terreno y se construyeron los puentes sobre los ríos Jarama y Tajo.

 

Una vez solventadas las dificultades, el Tren de la Fresa fue inaugurado el 9 de febrero de 1851. Los festejos corrieron a cargo del promotor y contaron con la presencia de la propia reina Isabel II, quien entusiasmada con el proyecto, había cedido un amplio terreno del palacio real de Aranjuez para que el tren lo atravesara. A cambio de tanta generosidad, se construyó un apeadero en las puertas de la residencia real para que los monarcas pudiesen desplazarse hasta allí durante el período estival. Los últimos cien metros de los raíles tenían un baño de plata. La leyenda decía que se habían realizado en plata, pero la realidad es que no pudieron ser construidos íntegramente en este metal, ya que los rieles no hubiesen podido resistir el peso del convoy. Y era un derroche que no dejaba en demasiado buen lugar a la monarquía, aunque eso parece que les deba igual.

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador