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Museo de Cera de Madrid

El Museo de Cera de Madrid cuenta con más de 450 personajes de los más representativos de la historia, el espectáculo, deporte, literatura, ciencia, terror, etc.

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El Museo de Cera de Madrid está dividido en tres salas principales: la galería de la Historia, que introduce al visitante dentro de las instalaciones del prestigioso museo; la Galería Principal, con variadas escenas extraídas de las páginas de la  Historia de España, y que contiene además figuras de numerosos personajes pertenecientes al mundo de la cultura, la política y el deporte; y por último la famosa Galería del Crimen, que da paso a espeluznantes secuencias de asesinatos y torturas medievales. Dentro de la Galería Principal, destaca una espectacular representación tridimensional del famoso cuadro de Francisco de Goya Los Fusilamientos del 3 de Mayo, que nos va a servir para ilustrar tan luctuosa jornada.

Después de la sangrienta jornada del 2 de Mayo en Madrid, la represión fue cruel. Murat, no conforme con haber aplastado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles y reafirmar su condición de “hombre fuerte” del gobierno de España. La misma tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano («Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas»).

El Consejo de Castilla publicó una proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Algunos militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las elites sociales, económicas y políticas parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que las del bando patriota, integrado mayoritariamente por las clases populares.

Basándose en el célebre cuadro de Goya Los Fusilamientos del 3 de Mayo, el historiador Luis Miguel Aparisi, miembro de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos (entidad que gestiona el cementerio de la Florida, donde reposan los patriotas arcabuceados en la madrugada del 3 de mayo de 1808), revisó la documentación existente sobre los hechos en el Archivo de la Villa, intentado identificar a todos los ejecutados que aparecen en el cuadro. De esta forma ha conseguido historias fascinantes como las que siguen.

El religioso ejecutado

El único personaje identificado de forma veraz en el cuadro es un religioso, a quien se le distingue con claridad por la tonsura o coronilla y el hábito. Se llamaba Francisco Gallego y era presbítero del Convento de la Encarnación, quien fue hecho prisionero durante los combates de los alrededores del Palacio Real. Al contrario que el resto de las víctimas -que fueron elegidas por sus verdugos en un sorteo entre todos los cautivos-, a Gallego le seleccionó el propio Murat. El militar francés le espetó al religioso para justificar su decisión aquello de que "Quién a hierro mata, a hierro debe morir...".

Los albañiles arcabuceados

Trabajaban en la restauración de la iglesia de Santiago, y durante la refriega se enfrentaron a los franceses a golpe de ladrillos, piedras y cascotes. Varios de ellos acabaron delante del pelotón de ejecución de Príncipe Pío, tras ser capturados a pie de andamio. Dos de ellos murieron cuando se enfrentaban en desigual combate con la caballería polaca.

Los fusilados de Hacienda

Algunos trabajadores de Hacienda fueron ejecutados esa madrugada, entre ellos Anselmo Ramírez de Arellano, un empleado del Resguardo de la Real Hacienda, o el dependiente de Rentas Reales Juan Antonio Martínez del Alamo.

Los comerciantes fusilados

Hubo comerciantes que arengaron a sus empleados animándoles a resistir la carga de los invasores. Entre ellos, el dueño de una botillería en la Carrera de San Jerónimo, un platero de la calle Atocha y un guarnicionero de la Plazuela de Matute, que armados con pistolas salieron corriendo hacia el Palacio Real para pelear contra los franceses, siendo capturados en la plaza Mayor.

En cambio, otro de los comerciantes fusilados en la Montaña del Príncipe Pío era dueño de una tienda de mercería en la plaza de Santo Domingo, que no participó en los disturbios pero que tuvo la mala fortuna de que los franceses le cogieran con unas balas que encontró en la calle de la Inquisición, cerca de la plaza donde tenía su comercio. Fue uno de tantos casos de paisanos detenidos y ejecutados sin pruebas ni juicio. Estaba en mal momento en el lugar menos oportuno.

El jubilado

Otro de los ejecutados en la Montaña del Príncipe Pío identificado por Aparisi es un oficial jubilado de embajadas, llamado Miguel Gómez Morales, que estaba en la Puerta del Sol cuando estalló el tumulto. Movido por la curiosidad se acercó a la explanada de Palacio donde se combatía duramente, momento en la que fue capturado. Ni su condición de jubilado ni la de haber sido antiguo oficial de embajadas le salvó de la muerte.

El único militar fusilado en la Montaña del Príncipe Pío

Como el levantamiento madrileño del 2 de mayo fue eminentemente popular, sólo hubo un militar ajusticiado en Príncipe Pío: Manuel García, soldado del regimiento de Infantería del Estado, destinado a Monteleón. Solamente la guarnición del Parque de Artillería de Monteleón, junto con algunos militares que combatieron a título personal (como el teniente Ruiz o el alférez Van Halen), se enfrentó al invasor desobedeciendo las órdenes de las altas jerarquías militares de Madrid, que ordenaban el acuartelamiento de las tropas españolas y abstenerse de intervenir en los cruentísimos sucesos que estaban acaeciendo en las calles de la capital.

El único caudillo popular

Sólo un caudillo popular fue llevado ante el pelotón de fusilamiento aquella aciaga madrugada entre las 43 víctimas de Príncipe Pío: un arriero leonés, de nombre Rafael Canedo, capturado en la Puerta del Sol, acusado por los invasores de apuñalar a varios mamelucos, miembros de la tropa egipcia mercenaria de Napoleón.

El único superviviente de los fusilados en la Montaña del Príncipe Pío

Esta es posiblemente la historia más sorprendente de aquella madrugada. Juan Suárez fue el único superviviente de los fusilamientos, y su testimonio guardado en el Archivo de la Villa, es el único de primera mano del suceso. Fue hecho prisionero por la caballería polaca en el Parque de Artillería de Monteleón. Así cuenta Suárez su relato: "Ya de rodillas para recibir las descargas, pude desasirme de mis ligaduras y tenderme en el suelo, echándome a rodar por una hondonada. Cuando me levanté, magullado, disparáronme algunos tiros, y aún trataron de perseguirme, cortándome la retirada; pero yo, más ágil, les gané la tapia que salté, yendo a refugiarme a la iglesia de San Antonio de la Florida".

Los fusilados de Palacio

El ayuda de Cámara de Palacio y hermano del "organista de campanillas" del Monasterio de El Escorial, salió de su casa con la carabina puesta según escuchó las primeras escaramuzas de Palacio. Herido en la pierna, fue cogido con la carabina en la mano.

El fusilado más viejo y el más joven

El ajusticiado de más edad fue Antonio Mazías de Gamazo, de 66 años. El más joven fue un jardinero del Real Sitio de La Florida, Manuel Antolín Ferrer, de 21 años.

El entierro en el Cementerio de la Florida

En el Cementerio de la Florida se encuentran enterrados, en una fosa común, los cuarenta y tres patriotas madrileños fusilados en la madrugada del día 3 a los pies de la montaña del Príncipe Pío por los soldados de  Murat. Ya vimos como 42 reos fueron elegidos por sorteo, y uno directamente por Murat. Tras ser vejados, torturados e injuriados, fueron conducidos hasta la montaña del Príncipe Pío, donde sobre las 4 de la mañana fueron arcabuceados y abandonados sin enterrar en una hoya.

Allí permanecieron insepultos hasta que, nueve días después y secretamente, los hermanos de la Congregación de la Buena Dicha rescataron los cuerpos y los enterraron en el pequeño cementerio, propiedad de la Ermita de San Antonio de La Florida.

Como consecuencia de los sucesos del 2 y del 3 de mayo de 1808, prendió la mecha de la Guerra de independencia Española, una cruel contienda que tendrá como campo de batalla, el medio rural, pero también las casas y las calles de las ciudades, una guerra total que desangrará al ejercito de Napoleón en la Península.

 

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto propiedad de Diego Salvador Conejo

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