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La Casa de la Vieja

La Casa de la Vieja en el madrileño parque de El Capricho, fue levantada durante el primer período del jardín, pues ya estaba construida en el año 1795.

La Casa de la Vieja es uno de los elementos del madrileño parque de El Capricho. Es la primera construcción que encontramos subiendo por la Plaza de Toros hacia el norte, levantada durante el primer período del jardín, pues ya estaba construida en 1795. Esta edificación está dentro de la tradición paisajista, cuyo equivalente más conocido es el denominado “hameau” de la reina María Antonieta en Versalles, y propone la recuperación y alabanza de un ficticio mundo sencillo y pastoril, ligado al campo y a la tierra. Habitualmente, este tipo de construcciones, que se solían hacer con elementos constructivos toscos y pobres, no han resistido el paso del tiempo y han desaparecido de los jardines europeos por su fragilidad, el frío y la lluvia. Pero el clima de Madrid, tan seco, ha permitido la conservación del edificio original.

La Casa tiene dos alturas, accediéndose al piso alto por dos escaleras interiores y otra exterior. En el piso bajo se encuentra el llamado “gabinete de musgo”, con las paredes y los asientos de sus ocho sillas estaban recubiertas de musgo, la cocina con su mobiliario e imitaciones en pintura de productos de campo (chorizos, morcillas, melones,…) y “el cuarto de la vieja” donde estaba el maniquí de la vieja a tamaño natural, hilando en su rueca. En el piso superior se encuentra el “gabinete rico”, pintado en estilo pompeyano.

En tiempos hubo también enseres verdaderos, imitaciones de alimentos hechas en madera, y quizás, lo más curioso, los propios habitantes de la vivienda, materializados en muñecos autómatas de dimensiones reales dotados de movimiento. Años después de concluirse el edificio y para completar tan singular conjunto, se añadió a la escena otro autómata representando a un labriego. La decoración interior descrita y el diseño general se atribuyen, al menos en su mayor parte, al escenógrafo Angel María Tadey.

La Casa de la Vieja está cubierta por el llamado “rosal de pitiminí”, que en la primavera se cubre de pequeñas rosas amarillas.

 

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