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Lhardy

El restaurante Lhardy, abrió como pastelería en 1832 y poco a poco se fue transformando en restaurante y finalmente abrió sus puertas con la nueva denominación en 1839

El local abrió como pastelería en 1832 y, poco a poco, fue ofreciendo comidas. Lhardy es uno de los restaurantes más antiguos de Madrid, pues fue fundado en 1839 en la Carrera de San Jerónimo, 8. Ha llovido mucho desde entonces. En ese año, todavía toreaba Cuchares, había aguadores en las calles y acababa de ver la luz la zarzuela. Aquel año se fundó también la Caja de Ahorros de Madrid, se repitió en el balcón de la villa el abrazo de Vergara que puso fin definitivamente a la primera Guerra Carlista y comenzaron a publicarse las primeras revistas ilustradas de España.

Durante sus más de 170 años, han pasado por sus salones los personajes más importantes de la capital, que han degustado primero sus deliciosos pasteles a la usanza de la refinada confitería francesa, para posteriormente disfrutar de uno de los restaurantes más exclusivos y elegantes de la Villa y Corte. Todavía mantiene una tienda a pie de calle, decorada "a la decimonónica", donde se venden todavía pasteles y el famoso consomé caliente de Lhardy. Esta costumbre de tomar el caldo en los meses de invierno pretende reanimar el espíritu, restaurer en francés original, palabra de la que proviene el vocablo "restaurante". Cocido y croquetas también tienen merecida fama. El cocido de Lhardy es uno de los mejores de Madrid, sólo superado por el de Malacatín, que ya son palabras mayores. Según los entendidos, todo es de gran calidad, con unos garbanzos bien cocidos y con buen sabor. Típico es el original relleno y la salchicha blanca, que no se puede encontrar en otro sitio. Eso sí: haciendo honor a su categoría de cinco tenedores, Lhardy es muy caro. Pero también es cierto que es un sitio que merece la pena conocer.

Existe además una pequeña vitrina redonda de cristal, donde se pueden abrir unos pequeños compartimentos y servirse los variados hors d'oeuvres (entremeses). También podemos contemplarnos en el gran espejo que cuelga en un extremo del local, igual que ha reflejado las imágenes de tantas y tantas personas a lo largo de sus muchas décadas de existencia.

En el exterior de la tienda, una puerta da acceso a las escaleras que suben al piso superior donde se halla el restaurante. En sus pintorescos salones han comido celebridades de todo pelaje, desde reyes hasta afamados escritores. La sala más famosa es el Salón Japonés, construido en una época en que lo oriental estaba de moda. Continúa siendo el lugar predilecto de muchas celebrities (como dicen en los programas televisivos de moda).

La fachada exterior de Lhardy fue reformada en 1880, y fue el decorador Rafael Guerrero quien quiso mantener el ambiente hogareño anterior, pero añadiendo nuevos elementos como los paneles de caoba que se trajeron desde Cuba.

El fundador del local fue un francés de origen suizo, Émile Huguenin, que había aprendido el oficio de repostero en Besançon y que se perfeccionó como cocinero en Paris. Desplazado a Burdeos, coincidió con muchos exiliados españoles, de ideología liberal. Posiblemente el hispanófilo Prosper Merimée propuso a Huguenin buscar fortuna en Madrid y allí se instaló como pastelero, negocio que después se transformó en restaurante, al que denominó Lhardy, nombre que puede proceder de la imitación del Café Hardy en París. Sea como fuese, el caso, es que a la muerte del fundador en 1887, su hijo Agustín adoptó el apellido Lhardy como propio. Agustín Lhardy dirigió el restaurante hasta 1918, año en que lo traspasó a su yerno Adolfo Termes. Posteriormente, éste lo vendió a dos socios Milagros Novo y Javier Pagola, cuyos descendientes directos continúan llevando el negocio actualmente.

Si  quieres saber más sobre tabernas centenarias, puedes hacer con nosotros la visita guiada de Madrid Tabernario

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