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Salinas de Poza de La Sal

Salinas de Poza de La Sal se remonta a los hombres del Neolítico, pasando por los romanos, Edad Media, hasta mediados del siglo XX que se produjo su abandono.

Según información extraída de la web oficial del ayuntamiento de Poza de la Sal, el acceso a Poza desde el País Vasco es a través de la N 1 y A 1, tomando la N 232 tras pasar Pancorbo en Cubo de Bureba; una vez en Cornudilla Poza se encuentra a unos 7 kilómetros al oeste por la BU 502.

Desde Cantabria, se puede optar por la N-623 hasta Masa, y desde aquí tomar la BU 503 hasta llegar a Poza; o bien la N-629 y la N-232 hasta Oña y desde ahí bordear el Valle de Caderechas por Terminón y Salas de Bureba.

Poza está a unos 20 kilómetros de Briviesca saliendo por la BU 510 y tomando a unos 5 km. la carretera local que hacia el noroeste se dirige por Llano de Bureba a Poza.

De Burgos dista unos 40 kilómetros por la carretera provincial Gamonal-Poza.

Descripción

La sal explotada en la población burgalesa de Poza de la Sal proviene del denominado "diapiro". Está formación geológica es uno de los puntos de interés geológico del sector oriental de la Cordillera cantábrica y el más grande de Europa y se encuentra entre los tres mejores del mundo.

La importancia de las salinas de Poza de la Sal se remonta posiblemente a los hombres del Neolítico, pasando por los romanos, quienes aportaron mejoras técnicas. Durante la Edad Media, la villa pocense aparece como un gran centro de producción y comercio de la sal. Los Reyes Católicos activaron el trabajo de las salinas y Felipe II estatalizó la comercialización de la sal. A mediados del siglo XX se produjo el lento abandono del salero por su escasa rentabilidad. Un peculiar fenómeno geológico, el diapiro, posibilitó la existencia de una gran masa de sal a pocos metros de la superficie. La sal ha dejado un gran legado patrimonial y etnográfico: acueducto, almacenes, pozos y salinas. Bajo el castillo protector, se extiende un conjunto amurallado con las puertas del Ayuntamiento, del Conjuradero y de las Eras, sus estrechas calles empedradas, la Iglesia de San Cosme y San Damián, el Ayuntamiento, la Plaza Nueva, la Plaza Vieja con soportales, el Palacio y Fuente Buena.

El esplendor de la villa de Poza de la Sal se justifica por su riqueza salina desde muy antiguo. No en vano se alza sobre un gran yacimiento salino. Las salinas le dan nombre al municipio, y se hallan en el borde del Páramo de Masa, donde los terrenos descienden bruscamente hacia la planicie Burebana, en un círculo de aproximadamente 2,5 Km. de diámetro, formación geológica que pasa por ser uno de los puntos de interés geológico del sector oriental de la Cordillera cantábrica y el más grande de Europa. Este círculo encierra la cuenca salinera donde se ha ido formando el yacimiento salino en los períodos triásico, jurásico y cretácico.

Las referencias más antiguas de hábitat humano se sitúan en el yacimiento «El Castellar», posiblemente un Castro de la Edad del Hierro, pero del que apenas hay vestigios en superficie. La presencia romana en la zona pocense se documenta  a partir de algunos vestigios, como algunas estelas-casa funerarias. Algunos investigadores han identificado la villa de Poza de la Sal con la antigua «Salionca», una ciudad romana de nueva fundación. Según Abásolo, en Poza se cruzaban algunas calzadas romanas de importancia secundaria, que unían Amaya, Briviesca y Cantabria. En todo caso, parece que la explotación de la sal en Poza data ya de época romana, cuando se produjo un impulso significativo en la explotación de las salinas, introduciéndose y generalizándose  nuevos métodos de obtención y extracción de salmuera que han condicionado el trabajo en el Salero durante los dos últimos milenios. Su altísimo valor estratégico, debido a la importancia de la sal como conservante alimentario, justificaba la fortificación de la población para defender un yacimiento tan rentable económicamente. Y no solamente por esto: en época romana se usó como forma de pago, sobre todo a los legionarios, de donde procede el término salario.

La primera referencia documental a la explotación de las salinas está recogida en el Becerro Gótico de Cardeña, en una escritura de donación de una suerte de muera que Diego y Eufrasia, matrimonio, con sus hijos Tello y Juan, entregan al monasterio de Cardeña y a su abad Alfonso “por la salud de sus almas”, con fecha de 15 de enero del año 937. En otro documento fechado el día 18 de marzo del año 962, aparece citado Álvaro Cianiz como merino de Poza, junto al rey Sancho de León y al conde Fernán González. Este núcleo estaba ubicado en el propio territorio salinero, en la ladera noreste de El Castellar y al pie del flanco norte del diapiro. Su denominación se refiere sin a los pozos de sal, generalizados en el área, y su etimología parece proceder del latín putea –plural de puteum, pozo-. Existió un monasterio benedictino bajo la advocación de los Santos Justo y Pastor, que dependió del gran centro de San Pedro de Cardeña de Burgos entre los siglos X y XIII, la iglesia de Santa Eufemia, la iglesia de San Millán, según obra en distintos diplomas del siglo X y comienzos del XI.

Fue repoblada por orden del primer conde independiente de Castilla, Fernán González y a principios del siglo XI fue el centro neurálgico de un pequeño alfoz. Relacionada con esta repoblación se alzó una fortificación, que protegía este núcleo urbano y las salinas.  Durante estos siglos la propiedad y explotación de las salinas estará estrechamente ligada a los grandes monasterios de San Pedro de Cardeña (siglos X, XI y XII), San Salvador de Oña (a partir del año 1011, fecha de su fundación), Las Huelgas de Burgos, y también a los reyes de Castilla, como antes lo estuvo a la familia de Fernán González.

Hasta 1298 fue lugar de realengo, fecha en la que el municipio fue donado por el rey Fernando IV a Juan Rodríguez Rojas, cuya familia convirtió Poza de la Sal  en un gran centro de producción y comercio de sal. La distribución de la sal se vio beneficiada por la fundación de la Cabaña Real de Carreteros por parte de los Reyes Católicos, fundación que perduró hasta el año 1836 y que favoreció notablemente el transporte y la seguridad en la red de caminos.

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Carlos I creó en 1537 el Marquesado de Poza a favor de uno de sus descendientes, Juan de Rojas. En 1564, el rey Felipe II decretó el monopolio de la sal, que afecta a la venta de la sal, no a la propiedad sobre las salinas, y que finalizará a raíz de la Revolución Gloriosa de 1868, que suspende de momento la dinastía borbónica. La proliferación de otras formas de conservar los alimentos ha hecho que el comercio de sal decaiga. Y no sólo eso. A mediados del siglo XX la aplicación de sistemas de explotación salinera más rentables en centros costeros, y dotadas de nuevas tecnologías más eficientes, trae consigo decadencia de centros continentales como Poza de la Sal.

En Poza la última era se cerró en 1974, momento en que se abandonó definitivamente la extracción de sal. Pero no acaba aquí la historia de las salinas pocenses, pues en 2001 fueron declaradas Bien de Interés Cultural como Sitio Histórico por Real Decreto 262/2001 de 22 de noviembre, procediéndose a su puesta en valor para adaptar el lugar al uso turístico.

La extracción de sal en Poza se realiza conduciendo el agua de los manantiales por un sistema de acueductos, llegando hasta una serie de plataformas horizontales de madera y piedra (granjas), en las que el agua se reparte en parcelas rectangulares o eras. La paulatina evaporación del agua permite recoger la sal en depósitos protegidos de la lluvia o terrazos. Para paliar el escaso caudal de los manantiales, se utilizó asimismo  un sistema de bombeo el bombeo de agua al interior de la tierra desde unas balsas o estanques, favoreciendo el aumento de la producción de sal.

Según estudio realizado por D. Eduardo Sáiz Alonso , la extracción de la sal se efectuaba en Poza de la Sal de la siguiente manera:

«La halita o mineral salino era disuelto en agua dulce que se introducía en el subsuelo, extrayéndose más tarde el agua salada. Este líquido se almacenaba en grandes piscinas desde donde se llevaba, en pequeñas porciones a los cristalizadores, y allí, expuesto al calor, sedimentaba la sal en su fondo mientras se evaporaba el agua. La sal se recogía y se guardaba provisionalmente en el mismo lugar de fabricación, para llevarse al final de temporada a los almacenes».

Este proceso artesanal de complejidad variable ha dejado huella visible hasta hace muy poco tiempo en la forma de vida de los pocenses y consecuentemente en el paisaje antropizado, que se traduce en la construcción de estructuras encaminadas a sostener el sistema extractivo y comercial de la sal, según la Asociación de Amigos de las Salinas de Poza de la Sal:

Cañas: Pozos verticales que llegaban hasta el mineral, comunicando la galería con el exterior.

Galerías: Túnel excavado al nivel de la roca salina, por donde se hacía transcurrir el agua dulce.

Fuentes: El agua dulce se recogía de las fuentes (Fuente Cubo, Fuente Villa, Fuente del Canto, Fuente La Nava, etc.) y se conducía con canales de pino hasta las cañas.

Pozos de reserva de agua: Construidos detrás de «El Castelar» en época de máxima explotación de las salinas. Se localizan en el término de Los Urnios y otro en el término de pozo Cuende.

Pozo: Gran recipiente excavado en el suelo donde se iba acumulando durante todo el año la muera que elaboraban las cañas. Cada granja disponía de uno o varios pozos.

Era: Se llamaban eras o cristalizadores las cubetas donde se llevaba a cabo la insolación de la muera, consiguiéndose la cristalización y sedimentación de la sal mediante la evaporización del agua por el calor.

Chozas: Estructura de soporte de la era que ofrecía un recinto cerrado bajo aquéllas, que servía para contener la sal elaborada hasta el momento de llevarla a los almacenes.

Chozones: Estructura de soporte de la era, de puntales y vigas de madera, que permitía lograr un plano horizontal sobre un terreno en pendiente.

Almacenes: Edificios pagados por el Tesoro Público para guardar y comercializar desde ellos la sal producida en las salidas de Poza.

Depósito: Situado en el extremo inferior del pueblo junto a la carretera que sube hasta el Portillo.

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Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo

Geolocalización:

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