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Lope de Vega, El fénix de los Ingenios

Félix Lope de Vega y Carpio 1562-1635 uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro Español, llamado Fénix de los ingenios por Miguel de Cervantes

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El 25 de noviembre de 1562 nació en Madrid Lope Félix de Vega Carpio. Apodado el Fénix de los Ingenios por haber sido autor de más de 1.500 comedias en pleno cénit del Siglo de Oro español, la vida de Lope fue tan rica y variada como su obra. Cervantes le llamaba Monstruo de la Naturaleza, no sabemos si por eso mismo o de forma despectiva, que estaba en enemistad con él.

Lope de Vega no era como Cervantes. Si Cervantes fue hombre discreto y moderado, Lope fue hombre de grandes pasiones, eso sí, siempre positivas. Creó y moderó uno de los teatros más importantes de la Historia, fue poeta lírico y literato, un enamorado de las mujeres, por no decir mujeriego empedernido, como amante, marido y padre de familia.

Era 15 años más joven que Cervantes, pues Lope había nacido en 1562 en Madrid, donde residió la mayor parte de su apasionada vida. Murió en 1635. Madrid es una constante en su obra, lo que le ayudó en gran medida a ser amado por la inmensa mayoría de la población, rica o pobre, noble o plebeya, de la Villa y Corte. Lope de Vega y Madrid se amaron profundamente, el uno a la otra y la otra al uno. Incluso en las contadas veces en que Lope critica o amonesta a su ciudad, lo hace con cariño.

La familia era modesta pero no pobre. Estudió con los jesuitas sus primeras letras, de formación humanista y aprendió latín. Tuvo intención de estudiar en la Universidad de Alcalá, pero una mujer (¡ah, las mujeres, que perdían al enamoradizo Lope!) dio al traste con sus empeños. En cuanto Lope veía una falda, se trastornaba y enamoraba locamente.

De hecho su vida se estructura, más que en torno al teatro sobre todo o a su ingente creación poética, a 5 mujeres; tres amantes y dos esposas. A sus primeras mujeres estables las integra en su obra con los nombres de Filis y Belisa. Filis era Elena Osorio, con quien acaba de mala manera, ya que ella le abandona por amores más rentables. Belisa es Isabel de Urbina, con quien se casa tras raptarla. Digo yo que si la rapta es porque ella se dejó. Es de las pocas veces que abandona Madrid para instalarse temporalmente en Valencia y alba de Tormes, siguiendo al duque de alba, su patrón en aquella época.  Cuando Belisa fallece en 1594, Lope regresa apresuradamente al Madrid de sus amores, donde publicará en 1598 La Arcadia, una novela pastoril.

Los años siguientes, en el verano de su vida, se enamora de la comedianta Micaela de Luján, Camila Lucinda en sus versos. Después se casará con Juana Guardo, con quien se estabiliza emocionalmente y funda un segundo hogar, en la calle madrileña de los Francos, en una vivienda actualmente conservada y restaurada como Casa-museo en la que es ahora, curiosamente la calle de Cervantes. Debería ser la calle de Lope de Vega. Con la muerte de Juana y su hijo Carlos Félix, se ordena sacerdote, de forma un poco tardía, y se lanza a escribir abundante poesía religiosa.

Vemos en esta época un Lope maduro, padre de varios hijos, viudo, sacerdote y cincuentón. Pero aún tiene mucho que decir en su azarosa vida sentimental y literaria. Es un hombre cuyo corazón no paraba, era incapaz de mantenerse alejado de las mujeres. Ahora la de turno se llama Marta de Nevares, que anida definitivamente en su corazón con el nombre poético de Amarilis. Es una mujer casada, pero Lope, una vez más, incapaz de controlar sus pasiones mundanas, enloquece de amor y prácticamente se la lleva de su casa, alejándola de su marido. La lleva a su “casilla”, la de la calle Cervantes y viven un intenso amor sacrílego (él es sacerdote) y adúltero (ella está casada) desde 1616, con hija fruto del pecado incluida. Marta fallece en 1632, tras pasar una última etapa de su vida inmersa en la locura. Lope queda o va quedando solo: su hijo Lope Félix muere también y su hija pequeña, la habida con Marta, se fuga con un don Juan Tenorio de tres al cuarto.

Sus últimos años permanece solo, pero continúa creando obras literarias de forma frenética. De hecho, nunca dejó de hacerlo, como Cervantes, por diversos avatares vitales, que ya le hubiese gustado al bueno de don Miguel mantener una constancia en su querida profesión y pasión. Muertos o idos sus hijos, muertas sus amantes y esposas, finalmente don Lope fallece en su casilla (como él la llamaba) de la calle Francos (hoy Cervantes, 11) el 27 de agosto de 1635, a los 73 años.

Fue enterrado el loor de multitudes al día siguiente. No se recuerda en todas las letras españolas un homenaje semejante. Quizás su entierro sea comparable al de Tierno Galván. El todo Madrid, en solemne procesión, ricos y pobres, letrados y analfabetos, acudió a acompañar a su poeta. Porque era suyo, de los madrileños.

Las cuatro pasiones del Fénix de los Ingenios estuvieron presididas por el amor: mujeres, literatura, patria y Dios. No podemos olvidar que Lope fue capaz, durante su intensa trayectoria vital, de pasar de ser el hijo de la familia de un modesto bordador madrileño. A tener la despedida más impresionante e importante de su tiempo. Valiéndose de su simpatía natural, su talento innato y su agradable aspecto físico, que podemos observar en sus retratos (éstos sí parecen realistas y verdaderos) consigue de la sociedad barroca todo lo que desea y que le sean perdonados sus pecadillos. Es obvio que lo de tener una hija fuera del matrimonio con una mujer casad, siendo él mismo sacerdote, debió ser una bomba en la sociedad del XVII. Fíjese el lector que Lope de Vega es de humilde linaje, y que a pesar de todo, la sociedad de su tiempo le permite devaneos y evidentes abusos morales, como el adulterio o el sacrilegio. Estaba ordenado sacerdote cuando arrebató a Marta de Nevares de sus esposo y concibió una hija con ella. Eran actuaciones que no se permitían ni a los más poderosos. Pero Lope era inmensamente poderoso a su manera, a la manera de los ídolos del pueblo y, dada su simpatía natural y personal, un hombre con duende y con estrella, supo hacerse perdonar, en la medida de lo posible, su fama, su bienestar relativo y su moral casquivana ante los que podían dañarle realmente, ya fuesen nobles o escritores.

Lope supo tratar bien a la gente (el público le adoraba), rodearse de buenos amigos y discípulos. Es el único grande de su época, y hubo unos cuantos, que tocó todos los palos, todos los géneros literarios con suficiente calidad, aunque sea más conocido por sus descomunales dotes como dramaturgo. Pero es que también coqueteó con la novela, larga y corta, fue poeta lírico, ensayista, etc, etc…

Estuvo estrechamente enfrentado o apoyado por todos los hombres de literatura del momento. Empezando por Cervantes y acabando por Calderón, no hay escritor del XVII que no esté directamente a favor o en contra del Lope humano y/o de su ingente obra, a favor o en contra de sus abusos morales.

El lector sabrá que las más famosas obras de Lope son comedias, tragedias o tragicomedias como El Caballero de Olmedo, Fuenteovejuna, El mejor alcalde, el rey o EL Perro del Hortelano.

 

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo