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Los vacceos, el más culto de los pueblos vecinos a los celtíberos, como señalara Diodoro Sículo quien, tomándolo de una fuente anterior, narra la incursión de Anibal por las tierras del interior peninsular, el verano del 220 a.C., y la toma de las ciudades vacceas de Helmantiké (Salamanca) y Arboukále.
Uno de los rasgos más destacados de la organización socioeconómica de los vacceos era la existencia de una importante actividad agrícola cerealista, basada en un régimen de propiedad colectiva. Su producción era de tal magnitud, que numantinos y arévacos dependían de los vacceos para aprovisionarse del cereal. Y esta dependencia era tal, que Escipión Emiliano, cuando sitió Numancia entre 134 y 133 a.C. saqueó las cosechas de los vacceos para impedir de cualquier forma el aprovisionamiento de Numancia, pues eran los vacceos, quienes según Apiano, suministraban grano a los numantinos. Esta tradición cerealista ya proviene de la primera Edad del Hierro, por lo cual en época de la guerra numantina estaba muy arraigada en tierras vacceas (actuales provincias de Valladolid, Zamora, sur de Palencia y norte de Salamanca). Esta actividad cerealista se testimonia en los poblados de la facies cultural de Soto de Medinilla. Pero no era la actividad agrícola cerealista la única actividad económica del pueblo vacceo, pues era un complemento de la actividad principal, la ganadera, como en el resto de las poblaciones de la Meseta norte, aunque en el caso vacceo, el complemento agrícola era de mayor importancia que en el resto de los pueblos vecinos.
Diodoro Sículo asegura que existía un régimen de propiedad colectiva de la tierra entre los vacceos: " ...Cada año se reparten los campos para cultivarlos y dan a cada uno una parte de los frutos obtenidos en común. A los labradores que contradicen la regla se les aplica la pena de muerte" (Diodoro, 5, 34). Se repartirían cada año la tierra cultivada en suertes y asignando cada una de ellas para que fuese trabajada por unidades suprafamiliares. El producto total pertenecía a la colectividad, quien los repartía a cada uno según sus necesidades.
Según Lomas la tierra laborable era signada a la gentilitas para que sus componentes la trabajasen colectivamente, siendo la propiedad de la gens o populus. La gentilitas la asignaba a cada familia o miembro de la misma. La gentilitas tendría un rol de supervisión y administración.
Pero este pretendido comunismo vacceo es desmentido en otras fuentes. Parecían existir diferencias sociales entre estas poblaciones, porque cuando Aníbal sitió Helmántica, parlamentaron con él los hombres libres, permaneciendo en la ciudad los esclavos y todas las riquezas.
Pero estas formas de propiedad comunal de la tierra no eran exclusivas sólo de los vacceos, sino de otros pueblos de la Meseta septentrional. El agrimensor romano Julio Frontino cita a los palentinos, vacceos, de quienes el texto de Diodoro asegura que poseían un régimen de propiedad comunal muy estricto, y a los salmaticenses (vettones), muy cercanos a los vacceos, que también tendrían un régimen comunal de tierras.
El Bronce de Contrebia Belaiska (hallado en Botorrita, Zaragoza), documento epigráfico de gran interés, afirma que coexistían en Celtiberia formas de propiedad pública o colectiva sobre la tierra y además formas de propiedad privada, situación que debía darse también entre los vacceos, como dice Diodoro. Dicha situación se debía de dar en Pallantia, Cauca o Intercatia, de elevada población y estructura urbana.
Los etnólogos marxistas verían aquí la prueba de un "comunismo primitivo", que según Engels, debía de encontrarse en los orígenes de cualquier sociedad. Pero según Julio Caro Baroja, estos sistemas colectivistas no son algo muy viejo ni producidos por especiales teorías idealistas y humanitarias. Cuando una vieja cultura agrícola se funde con otra pastoril en una zona y se crea el cultivo con arado, que luego se expande a áreas mayores, se empiezan a roturar considerables extensiones de tierra y es cuando el trabajo familiar de subsistencia o a pequeña escala resulta insuficiente. Por eso se hace necesario colectivizar.
Este régimen implica la existencia de grandes almacenes para depositar las cosechas, graneros que atraerían la codicia de los pueblos vecinos de organización más rudimentaria.
Por su parte, M. Salinas de Frías dice: "El colectivismo vacceo se desarrolló como una respuesta de emergencia para hacer frente a las necesidades de tipo económico militar derivadas de la guerra contra las tropas romanas, lo que explicaría la pena capital, ya que sólo la ciudad-estado tenía poder para realizarlo."