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Juan Perea Capulino

Juan Perea Capulino es el único caso conocido de militar profesional español de la escala de tropa que en el siglo XX que ha alcanzado el generalato.

Juan Perea Capulino

Juan Perea Juan Perea

Santa Cruz de Tenerife 1890 – Argel  1967

Ingreso con catorce años en el ejército como voluntario y permaneció quince años en África en plena Guerra del Rif. Gravemente herido pidió su traslado a la península, donde organizo la conspiración de la Sanjuanada 1926, con el fin de derivar al dictador Primo de Rivera, lo que le costó una condena de seis años de prisión en el castillo de Montjuich. Juan Perea fue un hombre de profundas convicciones republicanas, afiliado al Partido Republicano Federal fundado por Pi y Margall.

Juan Perea  Capulino es el único caso conocido de militar profesional español de la escala de tropa que en el siglo XX que ha alcanzado el generalato.

En 1932, al año de proclamarse la II República, se acogió a la reforma militar de Manuel Azaña, pasando a la reserva con el grado de Capitán.

Al iniciarse el golpe de estado militar en julio de 1936, Juan Perea se incorporó de nuevo al ejército haciéndose cargo del mando de una columna de milicianos que el mismo 20 de julio hizo frente a los golpistas en de la Sierra de Guadarrama. Los milicianos de la Columna Perea se auto denominarían “Legionarios de la muerte” y adoptarían como emblema una calavera y dos femurs cruzados. También usaron un curioso saludo reivindicando las necesidades del frente ¡Salud, mando único, más cartuchos y todos los fusiles al frente!   Tras afrontar férreos combates en Navafría y Lozoya, a finales de septiembre regreso a Madrid para participar en la defensa de Madrid, ciudad a la que se dirigía el grueso de las tropas franquistas. Ya ascendido a Comandante, Perea se incorporó a la defensa de la zona comprendida entre Pozuelo de Alarcón y Humera, donde conocerá a Cipriano Mera.  A finales de diciembre de 1936, se le confiere el mando de la 5ª División con la que defendió la carretera de La Coruña y los accesos que desde el norte a Madrid. En enero de 1937, al mando de la 5ª división, rechazó el ataque de los rebeldes. Siempre estuvo en primera línea de combate, aunque sin la fama de otros militares republicanos.

Legionarios de la Muerte Legionarios de la Muerte

A finales de marzo de 1938 releva al general Pozas al frente del Ejército del Este en Cataluña, ascendiendo a Coronel a mediados de enero de 1939. Tras la caída Cataluña. Perea pasó a Francia, embarcando en 1942 hacia México, dónde desarrollo una continua actividad antifranquista. A finales de los años cincuenta se trasladó a Argelia con el fin de dirigir una insurrección militar contra Franco. Nombrado en Argel Presidente del Consejo de Gobierno de la III República española, garantizando las libertades públicas, los derechos de las mayorías y minorías, la paz, el trabajo y el respeto a todos los ciudadanos.

Murió en Argel en septiembre de 1967 de un infarto de miocardio.

En su libro Los culpables, Recuerdos de la Guerra 1936-1939 se posiciona en contra de las directrices del partido comunista durante la Guerra Civil, a firma que cuatro personas pudieron cambiar el resultado de la Guerra Civil a favor de la República, dos políticos Indalecio Prieto y el doctor Juan Negrín y dos militares Vicente Rojo y él. Según sus propias palabras Indalecio Prieto no supo ganar la guerra porque no creyó nunca en la victoria, el Doctor Negrín  y el general Vicente Rojo por volcar toda su confianza en el Partido Comunista y dejarse influenciar por las políticas y directrices  que desde la Unión Soviética les daba a los dos. Perea opina que con el fin de conseguir más adeptos y mayor poder en España, Stalin no quiere que la Guerra Civil finalice pronto al comienzo de la misma y de esa forma tener tiempo para pode vertebrar una España sometida a los designios de la Unión Soviética.

Nos gustaría destacar el comentario del propio Perea en la página 95 del mencionado libro, en la que afirma que durante  la Nochevieja del año 1936, es invitado a una cena que organiza el general Kleber en su puesto de mando, ubicado en el Palacio de El Pardo, en la que coincide con otros invitados destacables como el general Luckacs, el poeta Rafael Alberti  y dirigentes del PCE. En esa cena el general Kleber le explicó la necesidad de crear un "caudillo" en la zona republicana, con el fin de  controlar la dirección de la guerra y que ingresando en las filas del partido él podría ser ese hombre. Perea rechazó el ofrecimiento, algo de lo que más tarde se arrepentiría por estar convencido de haber podido cambiar el sentido de la guerra.

 

Perea también sostiene que ninguna derrota del Ejército Republicano se debió a la escasez de medios o de hombres y a la abundancia de elementos ofensivos contrarios. Tampoco a la incapacidad de los mandos intermedios. Él afirma que el origen de todo se encontraba en la dirección política y en la dirección militar de la guerra, debidas a la absoluta sumisión al Partido Comunista y a los representantes de Stalin en España.

 

Critica abiertamente la actitud de varios políticos y militares destacados durante la Guerra Civil Española.