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José Antonio Primo de Rivera

José Antonio Primo de Rivera nacido el 24/4/1903 y fallece el 20/11/1936, abogado y político español conocido por el ausente durante la Guerra Civil Española.

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Semblanza de una significativa ausencia

José Antonio Primo de Rivera había nacido en 1903 en Madrid y era hijo del dictador Miguel Primo de Rivera. Se dedicó a la carrera de abogado tras su abandono de la carrera militar. Inició su carrera política en la Unión Monárquica Nacional, y se presentó infructuosamente a diputado por Madrid en las elecciones de 1931, con el objetivo de reivindicar la denostada figura de su padre. Siempre fue un intelectual, devoto de las obras y personalidad de José Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors y Miguel de Unamuno. Ya por entonces se perfilaba como el candidato con más posibilidades de encabezar el incipiente fascismo español.

La subida de Hitler al poder en Alemania (enero de 1933) dio el pistoletazo de salida en la carrera por la dirección del movimiento totalitario español. En las elecciones de 1933, José Antonio fue candidato “independiente” de derechas por Cádiz. Durante la campaña electoral, pronunció, junto a conocidos caciques y aristócratas, algunos de los discursos más reaccionarios de su vida política, en los que atacó el Estatuto de Cataluña, las leyes secularizadoras y la reforma agraria. Manuel Delgado Barreto, director del diario la Nación, de la época de la dictadura de Primo de Rivera padre, y afín al mismo, publicó un semanario que denominó significativamente “El Fascio”, donde escribían significativos intelectuales de derecha, entre ellos, José Antonio Primo de Rivera. Poco después, Primo de Rivera fundó el MES (Movimiento Español Sindicalista). Lanzó una proclama al respecto que llevaba como encabezamiento la palabra “Fascismo Español”, y en la que enumeraba sus principios políticos: antiliberalismo, sindicalismo, milicia, cultura, “estatismo nacional”, “aldeanería”, etc. Se estaba gestando el movimiento falangista.

Se reunió en San Sebastián con Ramiro Ledesma Ramos, líder de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), pero éste rechazó cualquier pacto con el incipiente partido primorriverista. Poco después, Primo y su compañero y amigo Julio Ruiz de Alda viajaron a Biarritz donde algunos aristócratas, entre ellos el Marqués de la Eliseda, les entregaron parte de los fondos recaudados entre la nobleza para apoyar el nacimiento de un nuevo partido: Falange Española. El fascismo significaba así la nueva “catolicidad”. El 29 de octubre de 1933 nacía de manera oficial Falange Española en un acto de “afirmación española” celebrado en el madrileño Teatro de la Comedia, en el que participaron Ruiz de Alda, García Valdecasas y el propio José Antonio Primo de Rivera, quien definió la ideología del nuevo partido: defensa de la unidad nacional, justicia social, Estado totalitario y sentido “poético” de la vida. La aparición del nuevo partido debilitó al otro partido fascista, las JONS de Ledesma Ramos, quien ya había sospechado algo así en San Sebastián. Ledesma finalmente cedió y acordó la fusión con Falange el 13 de febrero de 1934. Falange a su vez, asumió la simbología y programa de las JONS: el grito de “Arriba España”, la síntesis de contrarios (orden y progreso, nacionalismo y socialismo), el concepto de nacional-socialismo, apelación a las masas trabajadoras, etc. Pero la fisonomía social de ambas organizaciones era esencialmente distinta, puesto que Falange Española se había formado alrededor de la alta burguesía y la aristocracia madrileña y andaluza. En cambio, los jonsistas se nutrían habitualmente de clases medias y obreras. Ramiro Ledesma siempre receló de Primo de Rivera, pues era más revolucionario, impulsivo y rudo que el aristocrático hijo del Dictador. El fundador de Falange era más clásico, más conservador, y daba prioridad absoluta a la España agraria, al contrario que el jonsista, que priorizaba la adhesión del proletariado industrial, más al estilo del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán

El primer mitin falangista se celebró en el Teatro Calderón de Valladolid, evento que terminó en una dura refriega con los socialistas, sus enemigos naturales. Pronto se organizó el SEU (Sindicato Español Universitario) y las milicias falangistas. Primo de Rivera rechazó la adhesión al partido falangista del abogado José Calvo Sotelo, monárquico conservador que derivó hacia la extrema derecha, e intentó distanciarse del conjunto de las derechas. Así realizó alabanzas al 14 de abril y a la República, como “movimiento que tenía todo un aire nacional”. Esta estrategia le ocasionó la oposición de los sectores más conservadores del movimiento, y fuertes críticas a cargo de la prensa conservadora y monárquica, pues además había realizado algunos gestos hacia el socialista Indalecio Prieto. A pesar de estas dificultades, el partido se fue extendiendo por la geografía nacional, pero sin encontrar eco en la sociedad civil. Y es que Primo de Rivera no pudo nunca desprenderse de su origen aristocrático (fue tercer marqués de Estella) y fracasó en los intentos de contactar con la clase obrera y las clases medias. Estos problemas ocasionaron la inoperancia y el fracaso de Falange a lo largo del período republicano, algo que cambió rotundamente a partir del triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, y mucho más cuando estalló la guerra civil en julio del mismo año.

Primo de Rivera tuvo una actitud deliberadamente contradictoria en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934. Por un lado ofreció sus servicios y milicias al Gobierno para reventar la huelga general y sofocar la rebelión asturiana. Pero al mismo tiempo denunció con dureza el sistema social vigente, injusto según su punto de vista, que justificaba el descontento del proletariado, cuyas justas reivindicaciones podían ser encauzadas a través de Falange, y no por los partidos marxistas. Atacó el proyecto de Calvo Sotelo, el Bloque Nacional, como incompatible con el programa falangista.

A mediados de 1935, la defección del Marqués de la Eliseda dejó sin financiación al movimiento falangista. Ledesma Ramos conspiró a su vez contra el Jefe Nacional de FE de las JONS, pero Primo, advertido a tiempo, desbarató los planes del jonsista y le obligó a abandonar el partido. José Antonio Primo de Rivera quedaba como líder indiscutible del fascismo español.

Para las elecciones de febrero de 1936, FE quedó fuera de las alianzas electorales concertadas por las derechas, por discrepancias de los jefes secundarios del movimiento falangista con Primo de Rivera en cuanto al nº de actas de diputado que ofrecía Gil Robles (el gran líder derechista español del momento) a Falange. Los falangistas consideraban que era un botín muy escaso, pero es que su implantación entre la población era también escasa, al menos de momento. La victoria frentepopulista sembró el terror entre las clases conservadoras, a pesar de que Manuel Azaña trató de apaciguar a la derecha más moderada. En aquellos momentos el terrorismo falangista llegó a su apogeo.

Un sector de las Fuerzas Armadas comenzó a actuar de forma conspirativa. El 8 de marzo de 1936, en una reunión clandestina en la que participaron entre otros Franco, Mola y Fanjul, se designó a Sanjurjo como el futuro jefe de la sublevación militar. Primo de Rivera también estaba dispuesto a sumarse al complot. Varios falangistas tirotearon al dirigente socialista Jiménez de Asúa, que resultó ileso. Se detuvo a varios falangistas, entre ellos al propio José Antonio, por tenencia ilícita de armas, que ingresó en la cárcel Modelo de Madrid el 14 de marzo y trasladado a la de Alicante en junio. En la cárcel llevó una vida relajada que le permitía recibir visitas y enviar cartas a otros significativos dirigentes derechistas, y fue donde acabó por involucrarse en la conspiración militar.

José María Gil Robles, hasta ahora jefe indiscutible de las derechas españolas, fue incapaz de recuperarse del fracaso electoral, y nunca recuperó ya su carisma y autoridad. Su hundimiento moral provocó la dispersión de las derechas. Las juventudes derechistas miraron hacia Falange y engrosaron sus filas. El republicano conservador Miguel Maura demandaba una “Dictadura nacional republicana”, y alabó a Falange y a su líder, “vanguardia de una juventud magnífica de espíritu y patriotismo”. Primo de Rivera le agradeció por carta su apoyo y le recordó que la dictadura que proponía necesitaba hacer la revolución desde arriba, que es como se hacen las verdaderas revoluciones, al sentir del líder falangista. El mismo José Antonio se mostraba en cambio pesimista ante la “terrible incultura o pereza mental de nuestro pueblo”. Así que monárquicos alfonsinos, carlistas y falangistas se fueron sumando a la conspiración militar. Mal organizada, la sublevación fracasó en las grandes ciudades y degeneró en una cruenta Guerra Civil.

La represión izquierdista se cebó en estamentos tradicionales, como aristocracia e Iglesia, pero también en los intelectuales de derechas, de los que Primo de Rivera fue tan solo una víctima más. El 18 de julio de 1936, Primo de Rivera seguía preso en la cárcel de Alicante. Existieron varios intentos de los sublevados por canjear a José Antonio por prisioneros en la zona nacional, pero no llegaron a prosperar. La ejecución de su líder el 20 de noviembre de 1936 dejó huérfanos a los falangistas, con quien hasta el momento apenas se había contado, en un momento en que su militancia alcanzaba un rápido y caótico crecimiento.     

La noticia de su muerte llegó pronto a la zona nacional y fue silenciada durante los dos años siguientes, llegándosele a conocer como "el ausente". Se ha especulado sobre si desde el bando sublevado se hizo o no lo suficiente para preservar su vida. Parece que es cierto que sus relaciones con Franco nunca fueron buenas. Es posible que la negativa de Primo de Rivera a que Franco figurase junto a él como candidato en las elecciones por Cuenca, hizo que éste no le perdonase  jamás. El fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera eliminó del bando sublevado al único líder con carisma que podía rivalizar con los militares. Éstos convirtieron a Falange en el partido único del régimen, se unificó con los tradicionalistas y pasó a denominarse FET de las JONS, con el general Francisco Franco como jefe nacional. 

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo