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San Pedro el Viejo Huesca

Monasterio de San Pedro el Viejo data del s. XII a pesar de haber sufrido varias reformas y restauraciones. Su claustro es la joya románica de la ciudad de Huesca

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En la ciudad de Huesca, como testigos de un brillante pasado, se levantan en pleno casco histórico, cercanos al Antiguo Palacio Real, hoy Museo Provincial, la Iglesia y el Claustro de San Pedro el Viejo que en su momento formaron parte del antiguo Monasterio Benedictino de San Pedro. Edificado sobre la construcción mozárabe, a su vez construida sobre una basílica visigoda, San Pedro el Viejo data del s. XII a pesar de haber sufrido varias reformas y restauraciones. Fue el único templo en el que se permitió el culto cristiano en época de la dominación musulmana. En 1096, tras la reconquista de Huesca y el triunfo de Pedro I de Aragón en la batalla de Alcoraz, la ceremonia de Acción de Gracias se celebró en esta iglesia que ya por entonces recibía el sobrenombre de “El Viejo” aludiendo a su antigüedad.

Es entonces cuando se convirtió en monasterio benedictino cedido al Monasterio de San Ponce de Tornera en Francia pasando a ser priorato. El número de donaciones enriqueció al monasterio que en 1117 fue derruido para construir la Iglesia y el Claustro que hoy se conservan, así como las dependencias monacales que ha ido desapareciendo a lo largo de los siglos.

Pero el periodo de mayor esplendor de San Pedro va a ser a partir de 1137 cuando el Rey Ramiro El Monje decide retornar a la vida monástica.

Ramiro II sucedió a su hermano Alfonso I el Batallador que murió sin descendencia. Para ello tuvo que colgar los hábitos y contraer matrimonio con dispensa papal con Inés de Poitiers quien le dio una hija, Petronila. Cuando se firman los esponsales entre su hija y Ramón Berenguer IV Conde de Barcelona, Ramiro cede el Gobierno a su yerno, si bien no renunció a su dignidad real y vuelve a su vida religiosa, esta vez en el Monasterio de San Pedro el Viejo, donde morirá en 1157 y donde es enterrado en un magnifico sarcófago romano del s. II. Sus restos reposan en la Capilla de San Bartolomé, antigua Sala Capitular, junto con los de su hermano Alfonso I que en 1845 fueron trasladados al Panteón Real desde el Castillo Abadía de Monte Aragón donde estaba enterrado. Considerado priorato se convirtió en uno de los más importantes del reino. El prior era prelado e las iglesias provinciales sobre las que tenía jurisdicción eclesiástica casi episcopal y en algunos casos civil y criminal.

En el siglo XV Fernando el Católico pone fin a la vida monástica en San Pedro que a partir de entonces será regido por clero regular. El priorato fue definitivamente suspendido en 1535 a instancias de Carlos I ante el Papa y de la Ciudad. Las rentas del Monasterio pasaron al Colegio Imperial recién fundado. Durante el reinado Felipe II y por petición expresa del Rey se le concedieron las rentas de Monte Aragón a cambio de las devociones en honor a San Justo y Pastor cuyas reliquias se conservan en la iglesia en una capilla levantada en el siglo XVII de planta cuadrada con cúpula lisa sobre pechinas y que cuenta con un fantástico retablo barroco con columnas salomónicas.

La Iglesia y el Claustro de San Pedro fueron declarados Monumento Nacional en 1885.

Sus características arquitectónicas lo engloban en la corriente románica europea ligada al Camino de Santiago. Se construyó en piedra sillar, su torre es del s. XIII.

La entrada que hoy se considera principal se corresponde con la que era entrada al cementerio y tiene todos los elementos propios del románico aragonés; arco de medio punto, arquivoltas decoradas con distintos motivos y sobre todo el taqueado o ajedrezado jaques y el tímpano con crismón en bajo relieve que presenta el símbolo de Cristo y el Alfa y Omega (principio y fin). La torre en el frente norte, de planta exagonal, con arcos de medio punto sobre columnas que dan luminosidad a la Capilla de San Ponce.

Su interior consta de 3 naves y crucero, cabecera con ábsides semicirculares, bóvedas de cañón sobre arcos fajones y cimborrio de crucería sobre ábside mayor.

La iglesia muestra su aspecto original tras haber limpiado las sucesivas capas de cal en 1983 que cubría las paredes desde el siglo XVIII.

Destacan el retablo de la Esperanza, plateresco del siglo XVI, el Retablo Mayor que cubre el ábside central y es del siglo XVII época de transición entre el Renacimiento y el Barroco. Llama la atención un bellísimo “Retablito de la Anunciación” obra de pequeño tamaño de Gil de Brabante y datado entre 1500 y 1505, es una joya gótica encargada por Juan Cortés prior de San Pedro en esa época.

Protagonista en el ábside derecho una imagen magnífica de Ntra. Sra. De las Nieves, talla gótica del siglo XIV en piedra policromada.

Antes de salir al claustro nos pararemos ante las pinturas murales en el lado izquierdo de la nave central. Descubiertas y restauradas en 1985 son testimonio de como estaría pintado el templo en el s. XIII. La temática referida al Rey David en un lado y al otro separados por una greca San Bartolomé y el Colegio Apostólico. El arco decorado con diecisiete escudos con un dibujo común, un caballo.

Pero sin duda la joya de San Pedro es su claustro por el cual accedemos a la Capilla de San Bartolomé, anterior Sala Capitular, considerada Panteón Real con los sepulcros de Ramiro II, Alfonso I El Batallador y el infante Fernando, hijo de Alfonso II y Sancha de Castilla, abad de Monte Aragón y  Bernardo Alter Zapila, ultimo prior monacal de San Pedro.

El claustro de San Pedro El Viejo es la joya románica de la ciudad de Huesca.

La puerta que abre a él está en la nave derecha y sobre ella hay un tímpano dividido en dos frisos, el inferior representando la “Adoración de los Magos” y la superior con Crismón sujeto por dos ángeles.

Construido a la vez que la iglesia se atribuye al anónimo maestro de San Juan de la Peña. De estructura rectangular con cuatro crujías sobre bancos corridos se levantan dobles columnas de capitel único sobre el que aposentan los arcos de medio punto.

El programa iconográfico es muy completo y va desde la vida de Jesús, escenas del Antiguo Testamento, historia de la ciudad y temas mitológicos y relacionados con el vicio y el pecado. De figuras voluminosas se caracteriza por los grandes ojos que son la seña de identidad del Maestro de San Juan de la Peña, conocido también como Maestro de Agüero. De época de transición al gótico son varios arcosolios con bajorrelieves representando Calvarios, Asunciones del Alma y la Santísima Trinidad. Bajo arcos de medio punto y ojivales hay sepulcros e inscripciones funerarias datadas del siglo XII al XIV. El Claustro fue restaurado en el siglo XIX y veinte capiteles fueron copiados exactamente a los originales que hoy se exhiben en el Museo Provincial, los otros dieciocho, hasta completar los treinta y ocho, son los originales.

San Pedro el Viejo es una visita imprescindible para los amantes del Románico.

Quiero agradecer a Nacho Pérez su colaboración en el álbum fotográfico al cederme parte de las fotos utilizadas en esta entrada.

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Mª Antonia Sassot Borruel.

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