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PROYECTO DE EXCAVACIÓN, ESTUDIO ARQUEOLÓGICO Y PUESTA EN VALOR DEL CASTRO DE EL CERCO DE BOLUNBURU
(ZALLA). UN POBLADO PRERROMANO EN LA CUENCA MEDIA DEL CADAGUA
Promotor: Ayuntamiento de Zalla (Bizkaia)
Técnico arqueólogo director del proyecto: Juan José Cepeda Ocampo
El yacimiento arqueológico. Antecedentes
El pico de “El Cerco”, también conocido como “Peña de Bolunburu” por su cercanía al barrio del mismo nombre, es una pequeña elevación de 320 m de altitud (coordenadas UTM: 487510 X; 4782731 Y) situada en el término municipal de Zalla.
Forma parte de uno de los cordales que, partiendo de la Sierra de Celadilla recorren transversalmente el lado sur de la cuenca del río Cadagua (fig. 1). El substratogeológico común a todo el cordal está formado por areniscas del período Albiense (Cretácico inferior), tal como se recoge en la hoja 61 -Bilbao -del Mapa Geológico de España (IGME).
El CERCO DE BOLUNBURU fue descubierto en 1998 por Juan Luis Díez de Mena, guarda forestal de la Diputación Foral de Bizkaia. El yacimiento fue identificado posteriormente como castro de la Edad del Hierro a raíz de los sondeos arqueológicos practicados en el año 2002 por M.J. Yarritu y M. Kandina. El lugar se encuentra coronado en su cima por un recinto amurallado soterrado en gran parte bajo los derrumbes de la fábrica original. El recinto delimita a su vez un aterrazamiento artificial practicado en el lado sur del espolón rocoso, realizado sin duda para nivelar el terreno y facilitar la ocupación estable del mismo. Es de destacar el amplio control visual que -hacia el Norte -se tiene desde la cima del espolón, que incluye un tramo considerable del pasillo natural que forma la cuenca del Cadagua.
En distintas ocasiones a lo largo de los últimos años se han podido recuperar numerosos fragmentos de molino de mano circular, dispersos por la superficie del yacimiento. Se trata de piezas pertenecientes tanto a la parte durmiente (meta) como a la giratoria (catillus), todas ellas de un tipo frecuente en asentamientos de cronología de la Edad del Hierro tardía, como podemos comprobar en el poblado alavés de Atxa (GIL 1995: 161-164). En la actualidad se cuenta con 75 evidencias de este tipo, lo que ha permitido centrar la cronología del yacimiento en la segunda Edad del Hierro, dentro de un período que abarca grosso modo desde el siglo IV
a.C. al siglo I d.C. En el transcurso del año 2006, J. J. Cepeda y J. I. Jiménez llevaron a cabo una prospección y levantamiento topográfico detallado del yacimiento que ha de facilitar el desarrollo de futuros trabajos de campo. Esta labor ha permitido situar con precisión los sondeos excavados con anterioridad y localizar los cuatro tramos actualmente visibles del lienzo defensivo exterior. Igualmente se ha podido estudiar con más detalle el sistema de acceso al castro. Coincidiendo con estos trabajos se ha podido conocer la dispersión de una muestra significativa de los fragmentos de molino aparecidos en superficie, tras ser situados con precisión sobre la planta del recinto (ver plano adjunto). Se ha podido observar así su concentración en las inmediaciones y exterior de la muralla, lo que se explica por haber sido verosímilmente arrojados fuera de la superficie interior en el transcurso del cultivo de la terraza en la década de los años 1940. De esta actividad se han podido recoger testimonios orales y aún se reconocen los restos de una pequeña construcción de piedra adosada al interior de la muralla relacionada con ella. Todas estas labores arqueológicas han sido autorizadas por la Diputación Foral de Bizkaia, en colaboración con el Ayuntamiento de Zalla, que subvencionó la campaña de sondeos del año 2002.
En el estado actual de nuestros conocimientos podemos decir que el castro de El CERCO DE BOLUNBURU es un recinto fortificado de dimensiones modestas. El perímetro de las defensas alcanza los 158 m mientras la superficie interior del castro no supera los 4000 metros cuadrados. Ello hace, que deba ser considerado como uno de los más pequeños poblados fortificados conocidos de esta época, si bien existen paralelos en otras zonas del norte peninsular con características similares.
El anillo defensivo que da forma al castro está formado por una muralla de mampostería arenisca trabada a hueso o con rellenos de barro en las zonas más irregulares. Las características del aparejo se pueden apreciar bien en tres pequeños tramos del área exterior del recinto que han sido objeto de limpieza.
Ninguno de estos tramos supera los tres metros lineales, pero aún así es destacable la buena conservación general que se puede inferir para el conjunto. En el desarrollo vertical conservado apenas se aprecia el vencimiento del lienzo hacia la pendiente de la ladera, como suele ser habitual en otros yacimientos de este tipo. La muralla se realizó, según lo observado en los testigos señalados, con un aparejo irregular de mampuestos de arenisca, en el que alternan piezas de distinto tamaño sin un orden preestablecido. Las piedras utilizadas son de estratificación natural tabular, lo que les proporciona una forma paralelípeda y angulosa muy adecuada para la construcción.
Las características de la muralla son similares a las observadas en otros emplazamientos de la misma época conocidos en Bizkaia, como Pico Moro (Galdames) y Arrola Arratzu. A tenor de los datos proporcionados por el sondeo aún visible, excavado en 2002 por Yarritu y Kandina, la cerca se levantaba ostensiblemente sobre la cota de la terraza. Su altura exterior conservada bajo los derrumbes actuales puede estimarse cercana a los cuatro metros en algunos puntos, tal como señalan los marcados desniveles del terreno. La obra contaba con un doble paño, interno y externo, que servía para forrar un relleno formado por tierra y piedra desconcertada. Su anchura, según los datos obtenidos en el transcurso de la topografía más reciente, debió de haber oscilado entre los tres y los cuatro metros. El desarrollo de la muralla puede seguirse a lo largo de todo el lado sur del espolón sobre el que se asienta el castro, si bien el recorrido concreto es más difícil de fijar en su extremo este por efecto de la erosión. El lado septentrional no contó con defensas artificiales, innecesarias por la existencia de un fuerte escarpe natural.
Tal como se puede comprobar en la topografía detallada del yacimiento y, especialmente, en las fotografías aéreas más antiguas disponibles, sabemos que el castro contó al menos con una puerta de acceso abierta en la muralla, en la zona por la que actualmente discurre la pista forestal que lleva a la cima. Se trataba de un vano formado por el solape del anillo defensivo, que dejaba un pequeño pasillo de ingreso, posiblemente en forma de esviaje.
El yacimiento de EL CERCO DE BOLUNBURU cuenta con un gran potencial arqueológico. Los sondeos practicados en 2002, según la documentación que se conserva en el Archivo de Arqueología (Servicio de Patrimonio Cultural, Diputación de Bizkaia), permitieron recuperar evidencias de al menos un fondo de cabaña en el interior del recinto, al que corresponden varios agujeros y calzos de poste, así como la base de un hogar interior dispuesto sobre losetas de arenisca. Sobre el suelo de ocupación aparecieron numerosos fragmentos cerámicos, casi todos realizados a mano (ollas de pastas toscas), así como restos de forja de hierro reconocibles en forma de escorias (una actividad que seguramente se realizaba en el exterior).
También se pudo recuperar entonces una cuenta de pasta vítrea y una lámina de bronce.
La excavación practicada prueba que al menos parte de las viviendas del castro se adosaban a la muralla, como suele ser habitual en otros yacimientos de esta época.
En el sondeo actualmente visible son perceptibles igualmente varias fases en el proceso de construcción de la muralla. La cerca más antigua estaba situada ligeramente al interior de la que se ve actualmente. Contaba con grandes piedras sin trabajar dispuestas como cimentación. A un momento posterior corresponde la cerca de mampostería, armada con muros de hiladas irregulares. Su ejecución parece haberse realizado en momentos sucesivos, quizá por problemas de estabilidad. Esta sucesión de obras nos indica que El Cerco fue ocupado durante un dilatado período de tiempo, que pudo haber superado la segunda Edad del Hierro. Los límites cronológicos concretos sólo podrán ser precisados con intervenciones arqueológicas más amplias.
Interés arqueológico
Dentro del panorama actual que ofrecen los estudios sobre la Edad del Hierro en la vertiente cantábrica del País Vasco, son numerosos los aspectos relativos a las formas de ocupación del espacio que aún permanecen en la oscuridad. Dentro del apartado específico de los tipos de hábitat nuestra información es aún muy incompleta en todo lo relativo a las formas que adoptan las construcciones domésticas, su articulación y la evolución que muestran en el tiempo. Una excavación arqueológica en extensión en un enclave como EL CERCO DE BOLUNBURU aportará con seguridad información de gran utilidad para mejorar nuestro conocimiento sobre esta materia.
Como se ha indicado en el apartado anterior, las estructuras localizadas y el potencial arqueológico que encierran hacen que el castro presente unas condiciones de estudio que difícilmente pueden encontrarse en otros yacimientos de cronología similar. Destacaremos a continuación aquellas que nos parecen más relevantes.
1. El estado de conservación del yacimiento es, en su conjunto, muy bueno.
Sólo la zona de ingreso ha sido afectada por el trazado de una pista forestal.
No obstante, las fotografías aéreas disponibles y los restos que aún se conservan hacen posible su restitución con garantías.
2.El castro de El Cerco es, dado su tamaño, un caso único en el panorama arqueológico de esta zona del País Vasco, ya que posibilita que en el transcurso de un número limitado de campañas de excavación se pueda obtener una visión suficientemente representativa de su articulación interna, su sistema defensivo y la cultura material de sus pobladores.
3. El castro conserva evidencias de gran valor relativas a las construcciones domésticas levantadas en su interior, algo que suele ser infrecuente o se presenta de forma muy fragmentaria en otros yacimientos de la época. Se cuenta por tanto con una información topográfica extremadamente útil a la hora de definir las áreas de excavación con mayor interés arqueológico.
4. Los hallazgos muebles correspondiente a la Edad del Hierro recuperados en el transcurso de los sondeos y prospecciones efectuados en el lugar se presentan en unas condiciones de conservación buenas. Su número y variedad permiten la aplicación de técnicas de estudio susceptibles de revelar aspectos fundamentales de las actividades económicas realizadas por los habitantes del lugar, así como de la relación mantenida con el medio circundante. Entre estos materiales se incluyen piezas de molino, cerámicas, un ajuar metálico significativo así como gran cantidad de restos vegetales carbonizados.
5. La secuencia estratigráfica del castro es muy amplia, a juzgar por lo que revela el sondeo practicado en su interior. Tenemos evidencia de dos – quizá tres -fases constructivas en el proceso de configuración del recinto.
6. Existe una voluntad institucional por parte del Ayuntamiento de Zalla de hacer de este yacimiento, enclavado en suelo público, un parque arqueológico. Con ello se busca interpretar y dar a conocer cómo eran los modos de vida en la protohistoria de Bizkaia. Ha de destacarse al respecto el éxito de público cosechado durante las Jornadas Europeas del Patrimonio 2007, organizadas por la Diputación Foral de Bizkaia, en el marco de las cuales se programó una visita guiada al yacimiento.
Criterios que justifican la adecuación del proyecto a la convocatoria de subvenciones de la Diputación Foral para la excavación y puesta en valor de áreas arqueológicas y bienes culturales (Decreto Foral 268/ 2007 de 28 de diciembre)
7. Junto a los elementos de interés estrictamente arqueológico que se han señalado, es preciso destacar que en el castro de EL CERCO DE BOLUNBURU concurren además varias circunstancias que favorecen la rentabilización social del esfuerzo económico que supone una excavación arqueológica. El yacimiento reúne condiciones objetivas que hacen viable su acondicionamiento para la visita, mediante la consolidación de los restos una vez excavados y su musealización al aire libre. Exponemos a continuación aquellas que nos parecen más evidentes.
1. El yacimiento arqueológico de EL CERCO DE BOLUNBURU es conocido en la bibliografía arqueológica desde el año 2003, cuando fue publicada la primera noticia de la intervención arqueológica llevada a cabo en el lugar (Arkeoikuska. Investigación Arqueológica 2002, Vitoria-Gasteiz, 2003, 92-93).
2. El castro está incluido en el inventario de yacimientos arqueológicos del Gobierno Vasco.
3. El yacimiento arqueológico se encuentra situado, en toda su extensión, dentro de terreno calificado como “Monte de Utilidad Pública”, con la denominación de “Monte de Zalla”. La propiedad es del Ayuntamiento de Zalla y su gestión es llevada a cabo por el Servicio de Montes del Departamento de Agricultura de la Diputación de Bizkaia.
4. El yacimiento arqueológico se ubica a escasa distancia del Parque de Bolunburu y del área recreativa de La Brena, frecuentadas habitualmente para la práctica del senderismo y realización de actividades de contacto con la naturaleza. La distancia exacta respecto a ambas zonas es de 1,9 km. Su comunicación se realiza a través del llamado “Camino del Kuku”.
5. El Cerco está situado dentro de un paraje no sólo rico en recursos históricos variados, sino también naturales y paisajísticos. Todo el entorno del castro presenta en la actualidad un alto valor natural, que se reconoce en la existencia de importantes masas de vegetación correspondiente a bosques de ribera, en las orillas del río Cadagua y su afluente el arroyo de los Brujos.
En la ladera norte del cordal en el que se sitúa el castro, se ha llevado a cabo igualmente una extensa repoblación de bosque caducifolio, formado por hayas y robles.
6. En los últimos años el Servicio de Montes de la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Zalla han realizado importantes esfuerzos para la mejora de los accesos, equipamiento y señalización de las áreas recreativas de Bolunburu y La Brena. En la actualidad existe ya una completa red de senderos y caminos que circunda la zona, lo que permite un cómodo y agradable acceso al castro de El Cerco desde ambas áreas. Una y otra cuentan con zonas de aparcamiento de vehículos y una útil señalización de los caminos que conducen al castro, con indicación de distancias y tipo de recorrido. El castro se encuentra situado a quince minutos de marcha, de nula dificultad, desde el lugar de estacionamiento de vehículos más próximo.
7. El Servicio de Montes se encarga de la conservación y mantenimiento del yacimiento arqueológico, mediante limpiezas y cortes regulares de la vegetación de crecimiento estacional (zarzas y helechos). También se encarga de su vigilancia, a través de la Guardería Forestal.
8. En lo que concierne al patrimonio histórico, es preciso señalar que el castro de El Cerco se ha de sumar, con su puesta en valor, al conjunto de bienes que integran actualmente el Parque de Bolunburu, formado por una casa torre bajomedieval, una ferrería y molino hidráulicos -en proceso de consolidación-, y la ermita rural de Santa Ana. Estos dos últimos bienes son propiedad de la Diputación Foral de Bizkaia.
9. El Ayuntamiento de Zalla tiene en período de avance las normas subsidiarias del planeamiento urbanístico del municipio en las que se incluye como yacimiento arqueológico el castro de EL CERCO DE BOLUNBURU (ver planos adjuntos). Las antiguas normas subsidiarias del municipio no lo contemplaban por ser desconocido en el momento de su aprobación.
10. En el Plan de Gestión del Monte Público de Zalla nº 129, el yacimiento de El Cerco aparece recogido como conjunto arqueológico protegido
11. En el proyecto se da gran importancia a la consolidación y restauración de las estructuras que forman parte del yacimiento arqueológico, según una metodología de actuación ya empleada en otros enclaves de características similares como el castro de Arrola (Arratzu, Bizkaia). El ayuntamiento de Zalla contempla igualmente la disposición de medidas de conservación del yacimiento una vez finalicen los trabajos de campo, bien con un sistema de balizamiento o mediante vallado convencional.