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La Presa de El Gasco es una presa inacabada de época dieciochesca y construida sobre el río Guadarrama. Sus ruinas se alzan sobre la confluencia de los términos municipales de Torrelodones, Galapagar y Las Rozas de Madrid, en la zona noroeste de la comunidad autónoma de Madrid. El acceso más fácil se encuentra a través de la urbanización Molino de la Hoz.
Fue promovida por el ingeniero de origen francés Carlos Lemaur, dentro del faraónico proyecto del Canal del Guadarrama, que tampoco llegó a concluirse, y del que hubiese sido embalse regulador. Mediante este proyecto, se pretendía realizar un canal navegable de 771 km, que, salvando un desnivel de 700 m, hubiese unido fluvialmente la Submeseta Sur con el Océano Atlántico, comunicando las aguas de cuatro ríos principales: el Guadarrama (su punto de origen), el Manzanares (a la altura de Madrid, villa y Corte), el Tajo (a su paso por Aranjuez, Real Sitio) y el Guadalquivir (por Sevilla). Madrid y Aranjuez, reales sitios, estarían unidos por una vía más rápida que la terrestre, y ambos con Sevilla, desde donde se llegaría fácilmente al océano, dada la navegabilidad del Guadalquivir en ese tramo. Esta ingente obra fue el reflejo del deseo de la Corte borbónica española por hacer de Madrid puerto de mar.
Acceso
Accederemos en coche hasta la urbanización Molino de la Hoz, a la que se llega por la carretera de Las Rozas a El Escorial, entramos por el Camino Real y en la primera rotonda hacia la izquierda tomamos la calle Azor, que seguiremos en todo su recorrido pasando por las calles Azagador, Azulón y Cigorgo. Llegando al final de la calle Cigorgo, donde acaba el asfalto y la hilera de chalets, aparcaremos viendo ya de frente el valle por donde transcurre el río Guadarrama.
Perpendicular a la calle Cigorgo, donde hemos aparcado, a mano derecha asciende con gran pendiente una veredita, pero a pesar del esfuerzo, en menos de 5 minutos nos sitúa en el camino que nos conduce sin posibilidad de pérdida hasta las ruinas de la Presa del Gasco.
Por este camino, en unos 20 minutos llegaremos a nuestro destino. Atravesamos un pequeño pinar, donde a mano derecha podremos observar restos de uno de los acueductos construidos. El recorrido es el propio de un bosque mediterráneo, incluyendo desarrollados ejemplares de sabinas y enebros, y la omnipresente encina. Desde casi el comienzo de la senda podremos ir distinguiendo la colosal obra hidráulica en el horizonte, que en unión de los montes que encajonan el río Guadarrama sirve como marco perfecto para que despunten al fondo las cumbres de La Maliciosa y de Guarramillas, la familiar estampa de la “Bola del Mundo”, las instalaciones del repetidor de televisión con aspecto de cohete de los comics de Tintín.
La presa toma su nombre del Monte de El Gasco, un paraje poblado por árboles y arbustos mediterráneos (encinas, sabinas, enebros, pinos,…), situado en el término municipal de Torrelodones, en la margen izquierda del Guadarrama. Las características orográficas de este encajamiento fueron consideradas por los ingenieros de la época como las más idóneas para la construcción de un embalse.
El enclave se encuentra protegido por la Administración Pública mediante su incorporación al Parque Regional del curso medio del río Guadarrama y su entorno.
Antecedentes
El Canal del Guadarrama fue una iniciativa de Carlos Lemaur, cuya puesta en marcha estuvo seriamente afectada por innumerables dificultades. La idea surgió treinta años después de la finalización del Canal de Castilla (1751-1755), en el que había trabajado Lemaur. Esta obra de ingeniería sí que fue llevada a buen puerto, y nunca mejor dicho.
Lemaur contó con la colaboración de sus cuatro hijos para la elaboración del proyecto. El diseño final fue presentado el 7 de noviembre de 1785 al Banco de San Carlos (primer banco nacional español y precursor del Banco de España), dirigido entonces por Francisco Cabarrús (financiero de origen francés con apetencia por proyectos faraónicos sobre todo de índole fluvial, como éste que nos ocupa), pero, poco días después de la firma del acuerdo de financiación, Lemaur se suicidó, suponemos que por la tensión acumulada ante tantos contratiempos. Su trazado se detalla en el documento “Relación del proyecto de un canal navegable desde el río Guadarrama al Océano, que pasará por Madrid, Aranjuez, La Mancha y Sierra Morena: orden y método para acertar en su ejecución”, conservado en el Archivo Histórico Militar de Madrid.
El acuerdo quedó bloqueado durante los dos años siguientes, en los que se sucedieron los pleitos entre el banco y los herederos de Lemaur acerca de la propiedad intelectual y el trazado concreto del canal. En 1787, el Banco de San Carlos por fin accedió a financiar las obras, a pesar de las dificultades económicas por las que atravesaba en esos momentos.
Las obras
Por fin, y solventadas de momento sus cuitas, en 1787 los hijos de Lemaur, Carlos y Manuel comenzaron a dirigir las obras de la presa. Los herederos del promotor estaban pluriempleados, ya que a la vez que se levantaba la presa, colaboraban en la construcción de pequeños canales, entre ellos uno de riego, de 11 km de longitud, en las vegas de Uceda, Torremocha de Jarama y Torrelaguna, al lado derecho de la A-1, según vamos hacia Burgos.
Las obras duraron doce años, que de nuevo estuvieron marcados por las adversidades. A la comentada precariedad económica del Banco de San Carlos (parece que los problemas bancarios provienen ya de lejos), que condicionó los plazos de ejecución, se añadió una epidemia de paludismo, que acabó con la vida de numerosos trabajadores, presidiarios que cumplían de ese modo su condena. Los prisioneros habían reemplazado a los soldados que fueron quienes en un principio acometieron las tareas de construcción, a fin de abaratar los costes del proyecto, y ni aun así se consiguió. Al mismo tiempo, surgieron dudas sobre la viabilidad técnica del proyecto, y alguien dio la alarma de que construir un embalse en la zona era una perogrullada, y no menos necedad tratar de unir los 4 ríos mencionados más arriba e implicados en los caprichos de la Corte borbónica.
El proyecto se abandonó definitivamente el 14 de mayo de 1799, después de que una fuerte tormenta derrumbara parte del muro frontal, cuando se llevaban 53 m construidos.
Según la historiadora Teresa Sánchez Lázaro, la presa estaba mal proyectada, pero exculpa a Carlos Lemour, y carga las tintas contra sus hijos. La autora sostiene que el derrumbe provocado por la tormenta fue el mejor final posible para la aventura y que, dada la geometría de su sección, la Presa de El Gasco se hubiese venido abajo antes o después, incluso en pleno periodo de construcción, lo que confirma las dudas que ya se produjeron en el momento del levantamiento de la obra. Si se hubiera terminado y embalsado el agua, habría causado un desastre mayor, porque no podemos saber durante cuanto tiempo hubiese aguantado la presa la presión hidrostática a la que se hubiese visto sometida.
Posiblemente los hijos del ingeniero usaron una técnica constructiva demasiado simple para una presa de tan enormes dimensiones: muros transversales a la presa y paralelos entre sí, colmados después de material de relleno de pequeñas dimensiones que no pudieron mantenerse en pie tras la carga que el agua les impuso.
Descripción de la presa
La Presa de El Gasco fue diseñada, en su momento, como la presa más alta del mundo, con 93 m.[] De este proyecto, sólo se conserva un lienzo de 53 m de altura y 251 de longitud. La anchura oscila entre los 72 m de la base y los cuatro de la parte superior.
La presa fue levantada según una técnica arcaica -posiblemente heredada de los romanos-, en muros transversales de mampostería asentados con mortero, rellenando los huecos con materiales sueltos.
El lienzo meridional se encuentra arruinado, tras el derrumbe sufrido en 1799, que dejó al descubierto sus juntas laterales y muros transversales. El paramento de Aguas Arriba o septentrional, con un ángulo de 60 grados, es un formidable lienzo de piedra cubierta de musgos y otras plantas en los intersticios, que le han convertido en un jardín colgante. Sobre la coronación de la presa hay encinas y pinos, y quedan restos de la cal usada para el mortero, actualmente petrificada.
Todo el conjunto está construido en mampostería de piedra de granito, el material más a mano, evidentemente, al igual que otras edificaciones situadas cerca de su enclave, como los pabellones que sirvieron de residencia a los ingenieros. En las inmediaciones laterales de la presa, observamos canteras y graveras, de las cuales se extraía el material necesario para las obras. También quedan algunos restos de los 26 km de canal que se llegaron a construir.
Aguas abajo, se conservan diferentes vestigios del tramo inicial del Canal del Guadarrama, dentro del término de Las Rozas de Madrid. El ayuntamiento de este municipio ha acondicionado con fines recreativos y deportivos algunos de estos restos, situados en el Parque de la Dehesa de Navalcarbón.
El Guadarrama transcurre suavemente bajo los inmensos 72 metros de bóveda de cañón de su base, en gigantesco aliviadero.
El proyecto del Canal de Guadarrama
La Presa del Gasco formaba parte de un proyecto mucho más ambicioso, la construcción del Canal del Guadarrama, que surtiría de agua a otra construcción fluvial de la que hablaré después.
El punto de origen del Canal era la Presa de El Gasco, cuya función consistiría en derivar agua desde el Guadarrama hasta el Manzanares, a la altura de Madrid, con objeto de que este último río incrementara su caudal e hiciera factible su navegación.
El canal se unía posteriormente con el río Jarama hasta llegar a Aranjuez (Madrid) y al río Tajo. Se dirigía después a Tembleque (Toledo) y, sin salir de la provincia toledana, conectaba con una nueva presa, que se había proyectado construir sobre el cauce del río Riansares, cerca de Corral de Almaguer. Según el plan previsto, era necesario que este río aportara la totalidad de su caudal, para facilitar la remontada de la depresión del Tajo. Pero este era el talón de Aquiles del canal: la remonta del valle del Tajo. El hecho es que, de haberse construido todo este tinglado, hubiese habido épocas en las que no habría sido viable la navegación, pero sí el regadío.
A su paso por La Mancha, el canal confluía con el Cigüela y el Záncara para después entroncar con un canal subsidiario, surtido de las aguas del Jabalón, mediante una presa de captación localizada en los alrededores de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).
Pasado Almuradiel (Ciudad Real), recibía las contribuciones de los ríos Cabezomalo y Magaña, antes de atravesar el desfiladero de Despeñaperros. Superado este punto, se unía con el Guarrizas, el Guadalén y el Guadalimar, hasta llegar a Córdoba y Sevilla, confluyendo al fin con el Guadalquivir, río que es navegable desde esta última ciudad hasta su desembocadura atlántica en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Carlos Lemaur recurrió en su proyecto a un sistema de esclusas económicas, previamente ensayado en el Canal de Ypress (Francia),[] que hubiese permitido salvar los desniveles del terreno y las divisorias atravesadas por el canal. Las de mayor dificultad técnica se encontraban en Tembleque (Toledo) y en los altos del río Jabalón, en la provincia de Ciudad Real. Las citadas esclusas conseguían recuperar parte del agua utilizada para la elevación de las barcazas, desviándola a depósitos laterales. El principal problema, por supuesto, era el agua. Lemaur lo aborda valientemente al principio de la memoria: "Los más de los ríos y arroyos se secan los más de los veranos". Luego explica que se propone economizar al máximo el gasto de agua y el número de esclusas.
Pero aún hay más: el trazado del Canal de Guadarrama coincide además en muchos de sus puntos casi exactamente con los de la autovía de Andalucía y el AVE. Si esta enorme obra de ingeniería se hubiese llevado a cabo, y a pesar de la larga y costosa construcción, hubiese permitido la vertebración de Andalucía con la Meseta, lo que habría facilitado un mayor desarrollo de la región. Sólo con las obras del AVE ha podido articularse eficazmente la unión efectiva de Andalucía con la Meseta.
El Real Canal del Manzanares, precursor del Proyecto del Canal de Guadarrama
El Canal del Guadarrama fue parte del sueño de navegación que irrumpió en la corte española a finales del siglo XVIII. Pocos saben que el más oscuro objeto del deseo era el Real Canal del Manzanares, situado por entero en lo que hoy es el Parque Lineal del Manzanares (construido por obra y gracia de los desvelos del faraónico alcalde Alberto Ruiz Gallardón, con el consecuente endeudamiento casi a perpetuidad del consistorio capitalino, y por ende, de sus habitantes), y al servicio del cual se construyeron la Presa del Gasco y el Canal del Guadarrama.
Terminado el primer tramo del Real Canal del Manzanares en 1.777 por los ingenieros de Carlos III, quedaba en evidencia, entre otros muchos problemas, el escaso aporte hídrico que el río Manzanares era capaz de ofrecer a la pequeña navegación de chalupas y barcazas que, desde el mismísimo puente de Toledo, llegaban hasta la Octava Esclusa, en el paso de la Cañada Real Galiana.
Fue entonces cuando surge la idea del Canal del Guadarrama, que como hemos visto, es propuesta por Carlos Lemaur en 1.785 al Banco de San Carlos con la idea de que el rey tuviera a bien financiar otra nueva aventura náutica para Madrid. Las mercancías y en general la economía española viajaba a lomos de burros y otros animales, si no de personas, por incómodos y lentos caminos polvorientos, enfangados en épocas de lluvia, y que ralentizaban las comunicaciones, por lo que la idea de hacer navegable el secano peninsular calaba hondo en las mentes ilustradas de los secretarios del rey. El proyecto, pese a las lógicas reservas, fue aprobado.
Si quieres saber más sobre la presa del Gasco. puedes hacer con nosotros la visita guiada de La presa del Gasco y la atalaya de Torrelodones.