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Ambas estancias se encuentran en la Catedral de San Salvador, que tiene sus orígenes en una basílica mandada edificar por Alfonso II, el Casto sobre las ruinas de una iglesia de 765 que fue destruida por los árabes treinta años después. Lo más importante de esta edificación, es que se abovedan dos espacios superpuestos.
La Cámara Santa fue capilla palatina, está adosada a la torre de San Miguel, que formaba parte del palacio de Fruela. Se divide en dos plantas: la parte de abajo que es la cripta y la de arriba que es la capilla de San Miguel.
La capilla tiene planta rectangular, formada por dos zonas:
-antecámara- donde está la entrada
-nave y presbiterio- la primera sufrió remodelaciones, en el siglo XVI se retiró la techumbre de madera sustituyéndola por una bóveda de cañón y se rebajó la altura de los muros externos. En ella, y protegidos por una verja cerrada, hay un espacio que alberga algunas reliquias: Arca Santa, Santo Sudario, Cruz de la Victoria y de los Ángeles, el Arca de las Ágatas, etc. Las seis parejas de estatuas de los Apóstoles, que la preceden son de época románica.
La Cripta de Santa Leocadia es de planta rectangular y se cubre con bóveda de cañón, que se asienta sobre un basamento que recorre todo el perímetro del templo. El espacio interior se divide en dos: la entrada, que está al fondo de la nave y el presbiterio en el que se coloca el altar. En la nave nos encontramos con dos entradas y dos sepulcros, que corresponden a los mártires cordobeses: Eulogio y Leocricia. El presbiterio conserva su pavimento original, posee un tabernáculo con arco de medio punto sujeto por dos columnas, que cobija un vano con una celosía en la que se ve cruz griega de cuatro brazos iguales. El altar es un bloque de piedra, moderno, que descansa sobre la tumba de Dulcidio.