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Ermita de Santa Ana

La ermita de Santa Ana podemos pensar que la edificación data del siglo XVIII. Dentro conserva una imagen Románica de Santa Ana fechada entre los siglos XI y XIII

A Alameda del Valle se accede  por la A1, la salida 69 hacia M-604/Lozoya/Rascafría. Se encuentra a 95 km de Madrid. El camino hacia la ermita parte de la parte baja del pueblo, tras cruzar el río Lozoya. Dejar a mano izquierda las instalaciones deportivas del campo de fútbol sala y continuar por una pista bien consolidada, que discurre más o menos paralela al arroyo de Santa Ana. A unos 2,5-3 Km, encontramos una cruz a mano izquierda que nos indica la desviación hacia la ermita, que ya vislumbramos a mano derecha. El camino se indica con un cartel de los senderos naturales del valle de Lozoya.

Descripción

La ermita de Santa Ana es una de las dos ermitas que se citan en las Descripciones del Cardenal Lorenzana de 1782, y aunque no se puede asegurar, podríamos pensar que la edificación data del siglo XVIII. Dentro conserva una imagen Románica de Santa Ana fechada entre los siglos XI y XIII, y que es sacada en procesión durante el mes de julio en romería.

Es una ermita muy sencilla, de planta rectangular y cubierta de teja árabe, a dos aguas. Se construyó en piedra de mampostería sin enfoscar y con una cadena de sillería en las esquinas.

En el exterior de la cabecera, se adosa un ábside recto, y que procede de una ermita anterior. La portada muestra un arco de medio punto hecho con dovelas de piedra caliza que destacan sobre el resto de la fachada. Carece de decoración, si exceptuamos una discreta cornisa de ladrillo que remata el alero.

Una pequeña espadaña lateral corona el frontal y contiene una pequeña campana. Los alrededores son de gran belleza paisajística y transmiten tranquilidad y sosiego. Seguramente el emplazamiento de la ermita en este lugar está relacionado con estas virtudes.

Existe una leyenda que justifica la erección de la ermita en este lugar. Parece que en el siglo X, la Virgen se apareció a un pastor del pueblo vecino de Oteruelo. Cuando quiso llevarse a su pueblo la imagen aparecida no pudo moverla, consiguiendo hacerlo cuando tomó la dirección de Alameda del Valle. La talla se conserva en la iglesia parroquial de Santa Marina y representa a una Madre con Santa Ana en los brazos. Esta ermita se construyó para venerar el lugar de la aparición.

Las vías pecuarias

La ermita de Santa Ana ilustra perfectamente el tema de las vías pecuarias, ya que se erige en un paraje atravesado constantemente por los rebaños de vacas de los lugareños. El ganado vacuno pace tranquilamente a la sombra de la espadaña de la ermita, y observa sin problemas a los visitantes que se acercan un día sí y otro también a dar un agradable paseo desde Alameda hasta la ermita.

Desde los lejanísimos tiempos en que nuestros antepasados domesticaron animales y plantas (hablamos del Neolítico), agricultores y ganaderos iniciaron una lucha denodada que culminó en rivalidad inveterada, que se ha intentado resolver a lo largo del tiempo. Los animales domesticados ponían en peligro los sembrados al atravesar los campos y devorar las cosechas. El cuento bíblico de Caín y Abel está relacionado, puesto que uno era agricultor y el otro ganadero. Y vean lo que ocurrió, a pesar de ser hermanos.

En la España medieval, abundaban los rebaños de oveja merina, cuya lana, de gran calidad, era muy apreciada en toda Europa. La otra raza ovina hispana, la oveja churra, se reservaba en mayor medida para la producción de carne. La lana era uno de los puntos fuertes económicos (si no el que más) del reino de Castilla, cuyos mercados más importantes eran Medina del Campo y Burgos.

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Según avanzan los reinos cristianos desde el norte y la frontera se va desplazando hacia el sur, se va alejando también la zona en la que se producen enfrentamientos bélicos contra el Islam, región que se convierte en tierra de nadie. Esta región poco poblada, se va repoblando con labradores que roturan las mejores y más productivas tierras, y que prohibían, apoyándose en sus fueros fronterizos concedidos por los monarcas, el paso a los ganaderos y sus rebaños. Como la riqueza castellana descansaba en el trigo y la lana, los reyes promulgaron leyes para defender a ambos colectivos, que conservaban la rivalidad desde los tiempos de Caín y Abel, y establecieron caminos para el paso del ganado por entre las tierras cultivadas para facilitar la trashumancia y el paso entre unos pastos y otros situados habitualmente en zonas de difícil roturación. Estos caminos son las Vías Pecuarias, que se denominan de manera diferente en función de su anchura máxima. Así:

Cañada Real: 90 varas castellanas de anchura (75,22 m)

Cordel: 45 varas castellanas (37,71 m)

Vereda: 25 varas castellanas (20,89 m)

Colada: menos de 25 varas castellanas.

Pero es posible que el colectivo ganadero saliese ganando, pues la lana interesaba en demasía a la Hacienda Real, que llenaba bastante más sus arcas que el trigo. Así pues, las agrupaciones de pastores y ganaderos se fusionaron en la “Real sociedad de ganaderos de La Mesta” (el Honrado Concejo), según el privilegio de Alfonso X el Sabio, de 1273, aunque su denominación y reglamentación es de época de Alfonso XI, 1347. Con la creación de la Mesta se intentaban evitar conflictos entre agricultores y ganaderos, conflictos generados por el paso de los rebaños por tierras de cultivo 2 veces al año, que producían daños irreparables, pues los animales se llevaban por delante toda planta verde y no tan verde que encontraban.

La trashumancia

Es el desplazamiento anual de los rebaños desde las zonas altas destinadas a pastos en verano a zonas bajas en las que el ganado pasa el invierno. La dificultad de las zonas de montaña  para su uso agrícola explica la utilización que hacen los ganaderos de las mismas para alimentar a sus rebaños, sobre todo de ovejas.

El sistema trashumante se basa en la adaptación de los desplazamientos de los rebaños a los ciclos climáticos, de forma que durante el invierno, los ganados permanecen en los valles, más cálidos, en las dehesas y tierras bajas del sur y oeste de la Península. Estas regiones se conocen como invernaderos o “extremos”, y a finales de la primavera se desplazan hacia las montañas del norte y el este, denominados “agostaderos”.

Elementos adicionales de las vías pecuarias

Además de las vías pecuarias propiamente dichas, existían una serie de elementos adicionales que completaban y asistían a esta red de caminos ganaderos. Estos son:

Descansaderos: ensanchamientos de la vía pecuaria donde los rebaños descansaban o pasaban la noche.

Abrevaderos: podían ser artificiales, como los pozos con pilones o bien se hacen coincidir con el paso de arroyos, ríos o lagunas.

Majadas: es similar al descansadero, solo que en esta ocasión es el lugar donde los rebaños pasan la noche.

Mojones o hitos: señalizan el itinerario de las vías pecuarias.

Contaderos: pasos estrechos en los que las cabezas de ganado son fácilmente cuantificables; pueden tomar la forma de puentes o ser simplemente estrechamientos.

Chozos: viviendas de los pastores trashumantes durante su estancia en los lugares de pastos.

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Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo

Geolocalización:

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