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Fuera del recinto amurallado de la villa se encuentra la ermita de Santa Lucía, que en la Edad Media estaba consagrada a San Miguel Arcángel, uno de los santos guerreros por antonomasia de este período histórico. Arquitectónicamente la ermita pertenece al estilo románico tardío, al tipo de iglesia basilical, de una nave abovedada, sin crucero y con ábside de planta semicircular. La cubierta de la nave se dividió en tres tramos de cañón apuntado mediante arcos fajones, siendo lo más destacable que las columnas encargadas de recibir el peso de la bóveda a través de los arcos fajones no arrancan del suelo, sino de unas ménsulas a mitad de altura; las ménsulas del lado del Evangelio muestran unas cabezas humanas, de hombre y de mujer, mientras que las de las Epístola representan a unos monstruos, con lo que tal vez se haya querido hacer una contraposición entre el Bien y el Mal de forma alegórica. En cuanto a los capiteles del interior hay que anotar que son todos de un tipo de vegetal estilizado. En cuanto a la puerta principal de acceso hay que decir que se abre en el centro del muro occidental, siendo gótica, sin tímpano, a base de cuatro arquivoltas apuntadas que se apoyan en sendas columnas muy esbeltas con capitel vegetal. Hay una segunda puerta sin moldurar en el muro meridional a través del cual se accedía al cementerio en el que podían enterrarse los miembros de la cofradía medieval con advocación a San Miguel que existió en Sos.
En cuanto a las pinturas murales de la ermita de Santa Lucía, en la parte central de la capilla hay una representación de la leyenda del Arcángel San Miguel, quien según la tradición participó en una batalla ayudando a los sipontinos y beneventinos frente a los paganos napolitanos. La escena muestra dos grupos de doce caballeros cada uno enfrentados entre sí, teniendo los del lado del Evangelio unas enseñas consistentes en una cruz de plata sobre campo de gules, lo que cabe identificar con los emblemas de los caballeros franceses que iban a la Cruzada; en cambio el grupo de caballeros de la Epístola no llevan la cruz, con lo que se pueden asociar con los guerreros a los que ayudó a derrotar el Arcángel. Y es que en el extremo izquierdo del conjunto se observa a un obispo vuelto de rodillas hacia el centro del ábside, orando con las manos juntos, mirando a un pequeño ángel que desciende de lo alto señalándole, representando el momento en el que San Miguel se muestra al obispo y le dice el momento en que los caballeros de la cruz deben atacar para alcanzar la victoria. Las pinturas de los caballeros se relacionan con las miniaturas francesas de finales del siglo XIII y comienzos del XIV, no debiendo obviarse que Sos dependió eclesiásticamente del obispado de Pamplona hasta el siglo XVIII, y que en la Baja Edad Media, el reino de Navarra estuvo bajo dominio francés en algunos momentos, con lo que las influencias artísticas son fácilmente explicables.
En los intradoses de las ventanas y en la bóveda hay pinturas cuyo tema es el Juicio Final. En el intradós de la ventana central aparecen dos figuras de adolescentes tocando sendos instrumentos de música, evocando la trompeta del Juicio Final. En la ventana abierta en el lado del Evangelio aparece un anciano con un libro en la mano, siendo el profeta Daniel, el primero que escribió sobre el Arcángel Miguel. En el lado de la Epístola se muestra a un ángel de carácter juvenil, Gabriel, quien fue el mensajero celeste ante el profeta Daniel.
En la parte del muro restante entre la terminación de las ventanas abisidiales y el inicio de la bóveda quedan tres zonas en forma de arco de medio punto con vestigios de decoración.
En la zona central sólo se ven las extremidades inferiores de un animal carnívoro, tal vez mostrando el peso de las almas por el Arcángel Miguel. En el lado derecho se representa la Segunda aparición del Hijo del Hombre, apareciendo Cristo entronizado y coronado como rey, con un ángel de pie que lleva en las manos un flagelo y una columna; en el extremo derecho del trono aparece la Virgen María de rodillas, debiendo estar en el lado opuesto, hoy totalmente deteriorado, San Juan Evangelista, como intercesores de los hombres ante Cristo el día del Juicio Final.
En los muros extremos de la capilla mayor, en los dos espacios situados entre las ventanas laterales y el arco de ingreso a la boca del ábside hubo también pintura, hoy prácticamente borrada. En el lado del Evangelio se distingue una grácil silueta femenina en pie, vestida con túnica larga, pudiendo ser la Virgen María en una escena de la Anunciación.
En el lado de la Epístola se hizo el programa iconográfico de una Epifanía o Adoración de los Reyes Magos, habiendo quedado la figura de la Virgen María con el niño Jesús en el brazo izquierdo en actitud de mostrarlo a los visitantes.
Las pinturas descritas pertenecen al estilo lineal de la tradición gótica europea, conservando todavía algunos resabios románicos, como los elementos de compartimentación espacial y la escenografía, más simbólica que narrativa por la ausencia de paisaje. Se utilizó la técnica del fresco, habiéndose realizado los contornos de las figuras en negro para rellenar después las superficies con los colores negro, ocre, blanco, rojo y azul. La datación de las pinturas es de las primeras décadas del siglo XIV, en pleno triunfo de la inspiración gótica.