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Alcazaba de Vélez Málaga

La alcazaba de Vélez Málaga, es una fortaleza de origen árabe que data del siglo IX. Reconstruida en los años 70 del siglo XX ubicada en el punto más alto de Vélez.

Los inicios de la historia de la ciudad de Vélez-Málaga están estrechamente ligados al de su castillo, pues su núcleo original, el Barrio de la Villa, la antigua medina medieval, nacía a los pies de la Alcazaba, conocida popularmente como “La Fortaleza”.  Se localiza en el sector noreste del Casto Histórico, sobre una colina de unos 133 m. sobre el nivel del mar, de accidentada topografía, que es el punto más alto de la ciudad y el elemento más destacado de todo el paisaje urbano. Un enclave ideal para cumplir con su función de control militar y último reducto para la población en caso de ataques.

Las  características topográficas del enclave y la posterior evolución urbana, manifestaron como la finalidad militar fue fundamental, subordinando cualquier otro aspecto del asentamiento. Los elementos determinantes su emplazamiento son dos, por un lado su fácil defensa natural que es reforzada desde un recinto amurallado de unos 1.500 metros cuadrados, que se adapta al terreno, reforzado desde pequeños cubos macizos. Por otro, su control visual, tanto directo como indirecto, desde todo un sistema de torres atalayas y almenaras, sobre amplias zonas de la Axarquía; sin olvidar el control directo de las rutas de comunicación y comerciales entre Málaga y Granada.

Recientes investigaciones, que se han ido realizando desde la última década, vienen a mostrar que el origen de este castillo puede remontarse al siglo IX, en los momentos del Califato de Córdoba. Todo parece indicar que el primer núcleo humano medieval fue un hábitat que se desarrolló al amparo de un hins (castillo); posiblemente un establecimiento militar creado por el Emirato de Córdoba para el control de las comunidades mozárabes que predominaban en los Montes de Málaga y la Sierra de Bentomiz. Pero las primeras ocupaciones de este estratégico lugar se pueden remontar hasta el Neolítico Final, y desde este momento se mantendrá un poblamiento permanente que durará todo el periodo Calcolítico Edad del Bronce Antiguo-Pleno, Bronce Final, instantes en los que se llega a documentar la entrada de cerámica fenicia debido al contacto con las colonias de la costa de Vélez,  y el Ibérico Antiguo, momento en el que el lugar será abandonado, para volver a ser ocupado siglos después durante el periodo medieval.

Las primeras noticias de la ciudad se remontan al siglo X, en la que las fuentes historiográficas la denominan como al-Mariyya Ballis (la Atalaya del Valle), topónimo que se mantendrá hasta el siglo XIII; a partir de este momento será mencionada por las fuentes andalusíes como Ballis (topónimo romance de vallis, “valle”). A partir de este último siglo el centro urbano de  Vélez se convierte en un destacado centro administrativo y económico importante del reino nazarí, conociendo un considerable auge la ciudad. Se produce un fuerte dirigismo económico sobre el mundo rural que se especializa hacia una producción de productos de exportación (frutos secos, seda, etc.). En su territorio se empiezan a desarrollar toda una red de arquerías con una clara intención de explotar agrícolamente la zona.

Tras la conquista castellana de la ciudad de Vélez y del Reino de Granada surgirá la nueva “frontera marítima”. La costa pasa a ser un extenso espacio limítrofe con el Norte de África desde donde turcos y berberiscos hostigarán toda la costa andaluza. La condición costera de Vélez-Málaga  favoreció para que éste se convirtiera en el siglo XVI sede de la Capitanía General de la Costa, asumiendo el papel de uno de los principales bastiones de la defensa costera.

Con la ocupación francesa entre 1808 y  1810, el castillo conocerá nuevos momentos en su función militar, pues ya se había producido un cierto abandono desde fines del siglo XVII, y afronta su último capítulo como enclave militar. Se producen una serie de reformas que afectaron de forma especial al Patio de Armas, que quedará muy afectado tras el abandono del ejército francés que realizará diferentes voladoras para mermar la eficacia defensiva del castillo.

Tras este último capítulo como enclave militar, y tras el abandono del sitio por parte de la guarnición militar, La Fortaleza será totalmente olvidada por las instituciones públicas lo que propició que  fuese desmantelada por parte de los vecinos de los barrios inmediatos y se convirtiera en un lugar sin ningún tipo de interés y protección, llegándose a vender por parte de las autoridades municipales a finales del siglo XIX para convertirse su lado suroeste en una cantera de cal. Durante varias décadas la destrucción del yacimiento es prácticamente total, produciéndose importantes vaciados de terrenos y demoliciones de estructuras históricas con el objetivo de llegar hasta el nivel geológico y encontrar la roca caliza para se explotación. La zona central será la más dañada, con un desmonte de varios metros de potencia. Cabe reseñar, que el gran aljibe de tapial de periodo nazarí será volado y sus paredes dispersadas, hoy día son visibles parte de estas paredes dispersas en el terreno.

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En 1967 el Ayuntamiento acordó adquirir la fortaleza, que con la ayuda del Ministerio de Turismo desarrolló un proceso de reconstrucción de su Torre Homenaje, Puerta de Acceso y parte del lienzo sureste, que contaba con tres cubos macizos en un estado ruinoso. El proyecto fue desarrollado en el año 1970 por el arquitecto don Francisco Estrada, con intervenciones muy particulares y con criterios poco científicos.

Lo que ha quedado de este castillo es un mínima parte de lo que fue pues ha pasado por distintas situaciones de destrucción. Por los restos conservados que nos han llegado, como por los planos realizados por los ingenieros del Ejército Francés en el año 1810 podemos distinguir diferentes zonas de este castillo que siguen los criterios en materia defensiva imperantes en la Edad Media. Se diseña todo un recinto amurallado, ocupa unos 1500 metros cuadrados, al terreno, con una planta de trazado irregular y quebrado, al adaptarse al terreno en el que se asienta, que queda cubierto por pequeñas torres macizas de forma cuadrada, con función meramente militar.  Predomina su torre central, que es obra contemporánea, mal llamada del Homenaje y popularmente conocida por el “deo”, que fue lugar de residencia del gobernador del Alcázar. Junto a ella se encuentra la puerta de entrada hacia la Villa, que tiene una estructura compleja, en recodo, sistema defensivo muy aplicado en la época musulmana desde el siglo XII. Esta zona central era la más elevada del castillo y se prolongaba hacia el norte con importantes edificaciones para acuartelamientos. En el sector norte se reconocen en superficie restos de muros, especialmente dos cubos, y un gran aljibe de tapial que fue muy destruido por las acciones de la cantera de la segunda mitad del siglo XIX y cuyos restos pueden observarse todavía.

Por los estudios de los materiales constructivos, especialmente los restos de cerámicas utilizados en los tapiales, el período Nazarí constituye el momento de mayor actividad constructiva del castillo, y el más importante de su vida. Básicamente podemos decir que en el castillo se emplea dos sistemas constructivos: el tapial revestido de mortero y el tapial de arena y cal revestido de mampostería con verdugadas de ladrillo y fábrica de ladrillo, que es elemento predominante.

 

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Emilio Martín Córdoba. Tco. Patrimonio Histórico Artístico Ayto. de Vélez-Málaga.

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