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San Martín de la Val d’Onsera

Ermita de San Martín de la Val d’Onsera algunos autores la califican de origen visigótico pero el primer documento contrastado que le hace referencia data del año 1075

La Ermita de San Martín de la Val d’Onsera fue un importante monasterio de la Alta Edad Media que gestionaba la vida de otros monasterios ubicados en la zona como San Gines de Isarre, San Pedro de Antefuenzo, San Urbez de Nocito y San Cosme.

Según algunos autores la Ermita de San Martín es de origen visigótico aunque el primer documento contrastado que le hace referencia data del año 1075. En 1110 fue un monasterio masculino dependiente del Monasterio de la Real Casa de Jesús Nazareno de Montearagón   hasta  que a mediados del siglo XII pasó a ser utilizado por monjas hasta el año 1572 en que fue abandonado, quedando al cuidado del monasterio un ermitaño. En 1640 se realizaron obras de mejora y acondicionamiento y el monasterio se conservó en buen estado hasta que fue saqueado durante la los años de la Guerra Civil (1936-1939).

Se cree que en el Monasterio de la Val d’Onsera estuvo San Urbez, hacia el año 750, dedicado a la vida eremítica. Según la tradición al lugar se le relacionó durante la Edad Media con el mito de la fecundidad y por ello, acudían a él reyes y nobles aragoneses en busca de descendencia masculina. El rey de Aragón Pedro IV acudió a San Martín de la Val d'Onsera para pedir que su tercera esposa, Doña Leonor, tuviera descendencia, como así fue. A partir de entonces corrió la noticia entre los nobles, y se sabe que Don Alonso Felipe de Gurrea y Aragón, conde de Ribagorza, y su tercera mujer Doña Ana de Sarmiento, cruzaron descalzos la Val d'Onsera en 1524 pidiendo también descendencia, lo que consiguieron al año siguiente.

La Ermita de San Martín se encuentra situada a fondo del barranco de San Martín en un singular circo de roca de grandes paredes con una impresionante cascada de más de treinta metros de escasa agua. En el exterior se conservan ruinas de lo que fue el hogar y la exiguas dependencias monacales. La capilla es de planta irregular, adaptándose al hueco de la roca, y se ilumina por tres ventanas. En su interior una pileta recoge el agua de un manantial. Es un lugar pacífico y acogedor, ideal para la meditación.

Los vecinos de los pueblos cercanos aún celebran anualmente la tradicional romería a San Martín el último domingo de Mayo.

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Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y Fotografías propiedad de Juan Andrés Caballero Díez

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