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El sector denominado La Posa-Abella de la Conca fue la segunda línea defensiva de las tropas republicanas. Por esa razón, se construyeron una serie de estructuras militares destinadas a impedir el paso de las tropas franquistas hacia el valle del Segre en caso de derrota de la primera línea de frente. Tal y como sucedió en otros sectores próximos, en Enero de 1939, y ante el avance de las tropas nacionales, que ya habían iniciado la ofensiva final sobre Cataluña, el frente republicano fue abandonada sin que se produjeran combates importantes.
Una de las características de los búnkeres republicanos del Frente del Pallars que aún se conservan es su forma exterior, en la que se puede apreciar la huella los sacos terreros que se pegaban como encofrado. Como se puede observar en las fotografías se construían creando una estructura de tablones de madera que delimitarían el interior del bunker y en el exterior se colocaban los sacos terreros dejando un espacio que posteriormente se rellenaría con hormigón
Este bunker está integrado dentro de la Red de Espacios de Memoria de Cataluña, una red de vestigios y lugares emblemáticos de la guerra y la lucha antifranquista que impulsa el Memorial Democrático de la Generalidad.
Este es uno de los muchos vestigios que se conservan de los enfrentamientos que se produjeron entre mayo y diciembre de 1938, una vez estabilizado el frente en las dos orillas de la Noguera Pallaresa.
El sector de La Posa fue ocupado por la segunda línea defensiva de las tropas republicanas en abril de 1938.
Por eso se construyeron varias estructuras militares destinadas a impedir el paso de las tropas franquistas hacia el valle del Segre. En enero de 1939, y ante el avance del ejército de Franco, el frente republicano fue abandonado.
Cabe recordar que en abril de 1938, las tropas franquistas entraron en Cataluña y establecieron un frente vertebrado por los ríos Noguera Pallaresa, Segre y Ebro. Durante nueve meses, el Pallars Jussà quedó dividido en dos siguiendo la línea que marcaba la Noguera Pallaresa.
El 22 de mayo de 1938, el ejército de la República inició una operación de gran alcance para recuperar las posiciones perdidas en abril. Los combates dejaron, según las estimaciones más fiables, unos 8.000 muertos, 2.000 del ejército franquista y 6.000 del republicano. Finalmente, el 23 de diciembre de 1938, una vez fracasadas las operaciones de los republicanos, las tropas franquistas iniciaron la ofensiva final sobre Cataluña. El día 26 controlaron la carretera de Comiols y, posteriormente, ocuparon Benavent, Covet e Isona. El pueblo de Isona quedó en territorio republicano durante los meses de enfrentamiento, formando parte de la misma línea de frente y sufriendo los efectos de los combates. Finalizado el conflicto, el centro urbano estaba prácticamente ruinas por los bombardeos, el 75% de las edificaciones estaban destruidas.
Isona se convirtió entonces en uno de los 400 pueblos o ciudades adoptadas por el Caudillo y fue reconstruida por la Dirección General de Regiones Devastadas.