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Situada en los sótanos de una edificación moderna, podemos contemplar los restos de una casa de época romana y parte de dos calzadas. Estos dos cardos flanquean la entrada principal y trasera de la casa de la Fortuna y en uno de los cardos vemos la entrada a otra casa de la que nada queda.
Las dos calles tienen un eje norte-sur y en una de ellas podemos ver los restos del sistema de alcantarillado con los restos de un ánfora reutilizada como conducción de agua.
La casa es una vivienda romana que data de finales del siglo I a.C. y que sabemos que fue abandonada en el siglo II d.C. Su extensión es de 204 m2. Este tipo de domus pertenecía a una familia acomodada y su estructura está compuesta por un atrio en torno al cual se distribuyen las distintas estancias, los cubicula o dormitorios, el triclinium para los banquetes, el tablinium o sala de representación, el hortus o jardín, y la zona de servicios o posible baño. En su interior además de las pinturas murales y los mosaicos, se han encontrado la vajilla doméstica, lucernas, objetos de adorno, pesas de telares etc.
Adosadas a la casa aparecen dos estancias que podían ser la cocina (culina) y una tienda (taberna), que solían encontrarse fuera de las viviendas para que los olores y el humo no penetraran en la casa.
En el interior se han encontrado abundantes restos pictóricos, realizados con la técnica del fresco, y que se organizaban por medio de un zócalo negro compartimentado por bandas amarillas y filetes blancos, paneles medios rojos separados por interpaneles negros decorados con elementos figurados: candelabros, faunos, danzantes y aves. En las zonas altas hay una especie de cornisa, toda la decoración es continua.
Recibe este nombre por la inscripción Fortuna propitia (Buena suerte), que se encuentra en un mosaico del suelo, nada más entrar por la puerta trasera de la casa. Se trata de un saludo de bienvenida.