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La ermita está situada a unos 800 metros al suroeste del monasterio de Sant Miquel del Fai, desde el cual solo hay un acceso practicable.
Sant Martí del Fai fue iglesia parroquial antes de que lo fuese Sant Miquel del Fai que posteriormente asumió esa función.
Es una pequeña iglesia románica con una sola nave encabezada por un ábside semicircular orientado a levante. La nave está cubierta con bóveda de cañón y sin arcos torales que la subdividan. Tiene una única ventana en el ábside y dos vertientes. En la fachada de mediodía hay una puerta adovelada con piedra tosca y en la fachada de poniente hay una abertura en forma de cruz griega. Se conservan los restos de un campanario de espadaña que tiene dos ojos encima del arco triunfal y el aparejo está muy bien dispuesto, especialmente el del ábside. Por sus detalles se observa que es una obra románica del siglo XII, aunque su origen esté en el siglo IX.
Esta pequeña ermita está documentada desde el año 878, en una confirmación de posesiones en el Monasterio de de Sant Cugat del Valles: domun Saancti Gemesii et Sancti Martini situm in rivo Tenesi. La advocación de Sant Genís se alternó con el paso del tiempo con la de Sant Feliu, ya que en el 986 aparece como la del Sancti Martini et Sancti Fellicis qui sunt ab ipsum Fallium. Las dos expresiones se repiten en bulas papales del 1002 y el 1120 además, en las delimitaciones del obispado de Vic del 987 y del 1038 se cita la Roca de Sant Genís como límite del obispado.
Sant Martí mantuvo su actividad normal hasta el año 1936, después de su profanación ya no se volvió a restaurar ni la capilla, ni el culto.
La falta de atención de sus propietarios hizo que la iglesia se fuera abandonando y se convirtiera en refugio de excursionistas y paseantes, hasta que se tapió la puerta llegando a un estado de abandono total.
Una restauración en el año 1967 permitió encontrar restos de pinturas del siglo XIV del llamado estilo gótico lineal, fueron arrancadas en ese mismo año por el artista y restaurador Pere Puntí y adquiridas por el arquitecto Camil Pallás. La parte de arriba mutilada por la humedades, mantiene solamente un fragmento de símbolos de los evangelistas que rodeaban un gran Pantocrátor desaparecido, en la parte intermedia se conservan las imágenes de la vida de Sant Martí y un gran cortinaje completa la parte baja.
