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Esta área fue remodelada en tiempos de Isabel II, se mandó derribar los restos del Palacio del Buen Retiro para la posterior venta de los solares, cuya función sería la de albergar un barrio residencial. Se creó la calle de Granada para unir la Puerta de Alcalá con el Observatorio, hoy en día, esta calle de Alfonso XII delimita el parque. Las estatuas de los reyes y reinas que aquí se colocaron, formaban parte de la fachada del Palacio Real. Fueron realizadas durante el reinado de Fernando VI, para que adornasen la cornisa del Palacio, bajo la dirección de los escultores de la Corte Juan Domingo Olivieri y Felipe Castro. Con la llegada de Carlos III se quitaron de la cornisa del Palacio en 1760, porque el rey quiere que se cincele el nombre de cada soberano para poder identificarlo. Una vez cumplida su orden, no volvieron a colocarse en su sitio.
Es a partir de 1847 cuando se recuperan y se decide colocarlas en parques y jardines, al no estar identificadas, se ponen los nombres aleatoriamente, con el “don”, tratamiento de cortesía otorgado a los monarcas. Así nos las encontramos en la Plaza de Oriente, los Jardines Sabatini o el Retiro, y algunas se llevaron a otras provincias. Entre las que aquí vemos podemos contemplar las representaciones idealizadas de dos reinas, doña Urraca y doña Berenguela.
Cuenta la leyenda, que fue la propia esposa de Fernando VI, Bárbara de Braganza, que soñó que las esculturas se les caerían encima, la que impidió que se colocaran en la balaustrada del Palacio Real. Pero ya hemos contado lo que realmente sucedió.
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