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Está situado a unos 500 m del casco histórico de Talamanca del Jarama, en una chopera acondicionada como zona de recreo. Una vez nos adentramos en el centro urbano, está señalado, por lo que no hay pérdida. Se emplaza al final del camino que parte de la rotonda trasera de la Cartuja en dirección noroeste, que desemboca en una gran chopera que oculta parte de la construcción. Actualmente en puente no estás en servicio, pero ejerce una poderosa atracción visual sobre el visitante. Es sin duda, el monumento más importante de la población, aunque tiene unos cuantos más como las murallas, la Iglesia de San Juan Bautista y el ábside de los Milagros (popularmente conocido como El Morabito).
Es un puente de origen romano remodelado en épocas posteriores, y aunque actualmente ya no salva el curso del Jarama, es testigo del antiguo paso del río por el lugar. Hoy día forma parte del área recreativa del mismo nombre, Puente Romano. Se ubica en la “ruta del Jarama”, sobre el antiguo camino de Francia.
Descripción
Origen
En le siglo II d.C. se construyó una ruta secundaria desde Plasencia, que recorría el sur del Sistema Central hasta Talamanca y Cesada, esta última ya ubicada en la vía principal entre Emerita Augusta y Caesar Augusta. El puente de Talamanca se construyó para salvar las aguas del río Jarama en esta ruta secundaria. Talamanca se convertía así en cruce de caminos y adquiría cierta importancia en el desarrollo económico de la zona. Los rasgos constructivos de la bóveda más antigua del puente, la del arco principal, el primero, el más cercano al casco urbano, parecen confirmar que la obra original pudo realizarse en época imperial, y no como algunos autores afirman, adelantando su construcción hasta el siglo I a.C. Los materiales pudieron proceder de las canteras de Redueña, población cercana a Torrelaguna, que tiene vestigios de hábitat de la Edad del Hierro.
El puente es elemento fundamental de la villa, y se incorpora en el escudo heráldico, junto al propio río Jarama. Es Bien de Interés Cultural (BIC).
La tendencia del Jarama a desplazarse hacia el noroeste dio pie a los ingenieros romanos a adosarle en sus riberas enormes tajamares aguas arriba para tratar de impedir o de paliar esta querencia fluvial. El tajamar es un añadido constructivo a las pilastras de los puentes, aguas arriba y aguas abajo, que sirve para cortar el agua de la corriente, repartiéndola equitativamente a ambos lados de aquéllas. Los tajamares refuerzan la estructura del puente a la fuerza del agua y ante eventuales crecidas.
En época medieval, posiblemente durante la dominación musulmana, se restauró desviándose hacia el norte la entrada desde Talamanca, alargando poco a poco el puente, desviándole progresivamente hacia el oeste. De ahí, el aumento paulatino de los ojos del puente.
Ampliaciones y restauraciones
La actual estructura del puente de Talamanca ha sufrido, desde sus orígenes romanos, múltiples restauraciones y ampliaciones. Muchos de sus sillares conservan “marcas de cantero” que nos hablan de restauraciones bajomedievales. La marca de cantero es la firma de los canteros, los artesanos de la piedra, que se movían de población en población buscando trabajo en la construcción. Su trabajo era muy especializado, y en aquella época bien remunerado, pero para cobrar sus encargos, debían firmar sus obras. Y sus obras eran los bloques de piedra que cortaban en la cantera de una forma y tamaños acordes con el sitio del edificio donde se ubicaban. No era lo mismo una dovela de un arco que un sillar de un muro de carga.
El trazado
El puente tiene un largo trazado que se va quebrando, y una anchura de tablero variable, aspecto que se refleja en sus desembocaduras: regular la más alejada del casco urbano, la que corre en dirección noroeste, y entre pretiles (escalones) paralelos y pronunciado ensanchamiento la más cercana a la localidad.
La arquería
Otra particularidad del puente es su gran arco, posiblemente restaurado sobre uno similar que debió existir en origen, cuando el río pasaba por el cauce que salva. Además se construyeron cuatro más hacia el noroeste, seguramente para perseguir el desviaje del río. En la otra vertiente del arco mayor no existen más arcos, quizás debido a que la topografía del terreno junto al antiguo curso del Jarama no permitía esas alegrías fluviales.
El perfil es alomado, con pronunciado cambio de rasante en el centro del arco principal o mayor, que coincide justamente con uno de los quiebros de su recorrido. Desde este punto de máxima elevación, la altura del resto de arcos disminuye progresivamente hacia el noroeste.
Entre los arcos se levantan, como hemos comentado más arriba, tajamares en forma de proa de barco, también de tamaño descendente, destacando por su tamaño los dos que flanquean el arco mayor, y que alcanzan el nivel del tablero, por lo que forman y se utilizaron como descansaderos.
La obra y los materiales utilizados
La obra está realizada con sillares y dovelas de piedra caliza de Tamajón (Guadalajara), sin mortero visible. La calidad y el tamaño de la labra de los bloques de piedra son mayores en el arco principal o sureste. Sucesivas reconstrucciones han añadido mampostería (colocación manual de los elementos o los materiales que los componen, los denominados mampuestos, como son ladrillos, bloques de cemento, piedras talladas o sin tallar). La mampostería es en este caso, de granito de Colmenar en la albardilla (caballete que se hace de sillería, ladrillo, que ocasiona que la lluvia se escurra y caiga lejos del pie de la pared), incompleta y semicircular y de pequeños cantos rodados en los petos (refuerzos). Todavía quedan encastradas en el tablero losas de la pavimentación original.
La cantería, es decir, los bloques de piedra que soportan la estructura del viejo puente romano de Talamanca es de sillares (piedra labrada por varias de sus caras, generalmente en forma de paralelepípedo, y que forma parte de las obras de fábrica), carretal (sillares toscamente desbastados) y sillarejos (piezas de piedra de menor tamaño que los sillares, procedentes también de cantera y labrada así mismo con paramentos planos y a escuadra. El término de sillarejo se aplica principalmente a las piedras que, a diferencia de los sillares, pueden manejarse con una sola mano), piezas que se diferencian en función de la época en que fueron utilizados en la construcción del puente.
En primer lugar se utilizaron dolomías (rocas sedimentarias) muy puras que se pueden catalogar como dolomicritas. Con estos materiales se construyó la boquilla del arco nº 1, y las losas que empedraron la calzada que ocupó el tablero del puente en su origen.
Otro tipo de dolomías distintas aparecen en los paramentos de las bóvedas nº 2 y nº 3, constituidos por sillares o carretales de tonalidades rojizas. En este caso son rocas muy duras y que se conocen como dolorruditas. Para la bóveda nº 4 se utilizó otro tipo de roca más, de fuertes tonos amarillentos, denominados intradoloesparita.
En las basas de los muros de las rampas se hacen presentes enormes carretales de material calizo, aderezados con numerosos fósiles donde podemos reconocer las improntas de algas y gasterópodos. Calizas grisáceas, más duras y compactas que las anteriores, aparecen en el arco nº 5, como resultado de la última restauración, y procedentes de las canteras vallisoletanas de Campaspero.
La mampostería de obra procede de cantos rodados de la vega y de las terrazas del Jarama. Son rocas matamórficas procedentes del Sistema Central, transportados por el agua del río y depositados en la cuenca. Debido a la acción erosiva del transporte, y al contacto d eunos con otros durante dicha acción, van tomando una forma redondeada, y de un tamaño mediano y grande, de hasta medio metro de diámetro.
Utilización del puente
Según las Relaciones de Felipe II (obra estadística resultado de una empresa acometida por el rey Felipe II que pretendía ofrecer una descripción detallada de todos los asentamientos poblacionales de los reinos bajo su mandato), a fines del siglo XVI todavía estaba en uso, aunque a mediados del siglo XIX, Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (finalizado en 1850) ya no lo menciona. Parece que la utilización del puente se pierde hacia 1580, por haberlo abandonado el río en su continuo desviaje hacia el noroeste.
En 1973 se rebajó la salida hacia la Dehesa para su uso por los viandantes. Se dejan al aire las cimentaciones, se reconstruye la salida y la bóveda del arco mayor, y ante el hundimiento de la bóveda nº5 se colocan nuevas losas en el tablero, resultado de la restauración.
En 1996 se declaró Bien de Interés Cultural y en 2004 se acondicionó como área recreativa el entorno, aunque yo estuve en fechas anteriores y creo recordar que ya se usaba el entorno del puente y la chopera como lugar de esparcimiento con bancos y mesas para las meriendas vespertinas.