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Palacio de Buenavista

El palacio de Buenavista es actualmente sede del Cuartel General del Ejército en el vivió a finales del siglo XVIII la más famosa duquesa de Alba.

El palacio de Buenavista es un gran inmueble de Madrid, agazapado en un promontorio de tupidas zonas ajardinadas, y guardado celosamente por un surtido grupo de militares. No en vano, es actualmente sede del Cuartel General del Ejército.

En este palacio vivió a finales del siglo XVIII la más famosa duquesa de Alba (si descontamos la actual, bastante anciana ya), aquella Cayetana amiga de majos y toreros, amante del deslumbrante pintor Francisco de Goya, quien la inmortalizó en sus célebres series de majas, desnudas y vestidas, y mujer famosa por su belleza y desparpajo. En principio el solar había pertenecido a la familia Real española, que había hecho construir un palacete en 1767, pero en 1770, el XII duque de Alba, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, la adquirió a la Casa Real para un proyecto de ajardinamiento de estilo francés.

La casa de Alba encargó la construcción de este palacio al arquitecto Ventura Rodríguez, uno de los que cambiaron la fisonomía de Madrid, junto a Juan de Villanueva y Francesco Sabatini. Pero el aspecto actual, de corte neoclásico, se debe a Juan Pedro Arnal, que le dio una apariencia más suntuosa y acorde con el rango de la segunda Casa española, la de Alba (la primera es la Casa Real, obviamente). Fue la heredera del XII duque de Alba, Cayetana, la que contrató los servicios de Arnal para darle el aspecto neoclásico que mantiene en la actualidad, y la persona que ordenó derribar la edificación previamente existente.

Cuando la duquesa Cayetana de Alba falleció sin herederos legales, el Ayuntamiento de Madrid compró el palacio a fin de regalárselo al rutilante Manuel de Godoy, por entonces primer ministro por la gracia de su físico y desenvoltura delante de la reina (según las malas lenguas), y favorito de Carlos IV. Godoy habitó tan impresionante mansión hasta 1808, cuando los franceses ocuparon Madrid. Cuando éste perdió su poder, la propiedad fue expropiada de nuevo, pasando a la Familia Real, que poco pudo disfrutar de él hasta el final de la Guerra de la Independencia.

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José I Bonaparte quiso hacer del inmueble una gran pinacoteca y para tal fin ordenó realizar la gran escalinata que cae hacia la calle Alcalá. Finalmente el edificio no llegó a albergar el proyectado Museo de Pinturas bonapartista (que tuvo su sede definitiva en el edificio que alberga actualmente el Museo del Prado) y quedó como lugar de residencia de los más ilustres huéspedes, entre los que contamos al general Prim, el principal valedor de Amadeo de Saboya, quien, cuando comprobó el guirigay existente en España, se volvió despavorido a sus tierras. El dictador Primo de Rivera y Joaquín Murat (quien ordenó y dirigió la represión contra el pueblo de Madrid en mayo de 1808, meses antes de que viniese a la capital José I) ocuparon también sus estancias.

Ya en 1847 se convirtió en un primer momento en la sede del Ministerio de la Guerra, aunque hubo etapas en las que se le dio otro uso, como cuando albergó al general Prim.

Respecto al general Juan Prim, ordenó algunas reformas en el palacio, y aquí murió tras sufrir el extraño atentado de la calle del Turco (hoy calle Marqués de Cubas), justo enfrente del palacio de Buenavista. Durante la Segunda República, fue de nuevo sede del Ministerio de la Guerra, desde donde Manuel Azaña, llevó a cabo la necesaria reforma del mastodóntico ejército español, una iniciativa que le acarreó el odio de la casta militar, y que contribuyó al malestar y a la polarización previas al estallido de la catastrófica Guerra Civil de 1936-39.

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Bibliografía, Créditos y menciones

Texto propiedad de Diego Salvador Conejo y fotografías Vanessa Montesinos

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