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Esta casa se ubicó al final de la calle del Barquillo, esquina Belén, y casi bordeando Fernando VI. En esta casa vivían 72 familias chisperas, donde la convivencia podía ser de todo menos pacífica. Era una especie de “paz armada”,y a ésta y a casas similares, el vulgo, siempre sabio, siempre al quite, las denominaba “casas de porfía”.
Pero, ¿por qué Tócame-Roque? Pues parece que procede de un sainete de Don Ramón de la Cruz (1731-1794), en el que nuestro autor se refiere a dicho inmueble.
El dramaturgo madrileño nos presenta así a los primeros dueños del inmueble: “Eran dos, como dos tomates la cara, como dos barriles la panza, y como dos talegos vacíos la chola. El uno se llamaba Roque; el otro no me acuerdo, ¡ah, sí! Juan”. El caso es que estos dos señores heredaron la casa, aunque el testamento no estaba nada claro, comenzando la discordia. “Tócame a mí” repetían ambos. Las buenas relaciones se enturbiaron desde entonces,
Comenzaron a odiarse, y cuando se cruzaban por la calle se decían: “Tócame a mí”, decía Roque ceñudo. “Tócame Roque”, respondía con denuedo, el hermano. Así quedó la frase. Aunque también pudo haberse llamado la casa del Tócame-Juan.