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El convento se funda en 1674 bajo el mecenazgo de María de Vera, viuda de Juan González de Uzqueta, consejero real y señor de Boadilla del Monte. Está compuesto por la iglesia, la casa de Capellanes y la hospedería. Alberga a la orden de las Carmelitas Descalzas y su advocación es la de la Encarnación del Hijo de Dios. Su propósito era albergar en Boadilla del Monte una comunidad de Carmelitas Descalzas.
La construcción es de ladrillo, con una gran sencillez de líneas. Destaca en un lateral del tejado el campanario con forma de espadaña realizado en ladrillo visto, como el resto del edificio, donde se alojaban las campanas.
Se accede a la iglesia atravesando un atrio, común a las construcciones carmelitanas del siglo XVII. Desde él podemos observar la sobriedad de su fachada, siguiendo las líneas del barroco madrileño. La entrada al templo se magnifica con el empleo de piedra, sobre su puerta destaca una hornacina con una representación de la Encarnación rematada con un frontón triangular y rodeada de decoración de bolas y pináculos, que tan de moda pondrían los arquitectos de la Dirección General de Regiones Devastadas. Un poco más elevados están los escudos de los fundadores.
El claustro es el eje principal y dinamizador de los edificios conventuales. En una de sus pandas se alza la iglesia con planta de cruz latina de cabecera plana, nave abovedada y cúpula semiesférica, sobre pechinas decoradas con los escudos de los fundadores. Sigue el esquema de la iglesia de la Encarnación de Madrid, obra también barroca de 1616. Conserva su coro alto y en el lado del Evangelio los balcones reservados a los fundadores o a los personajes importantes, para seguir las celebraciones religiosas.
Durante la Guerra Civil Española las monjas fueron evacuadas a otros conventos, y una vez terminada ésta y restaurado el convento por Regiones Devastadas, regresaron. Allí permanecieron hasta la década de 1970, cuando se construyeron un nuevo convento en la finca de su propiedad, debido al mal estado de las edificaciones por esta razón el edificio quedó durante unos años abandonado.
En 1980, el Ministerio de Cultura lo declara monumento nacional, salvándolo así de la ruina. Un año después el mismo Ministerio lleva a cabo algunas reformas urgentes para evitar la ruina de las cubiertas y las bóvedas y con ello el deterioro del conjunto conventual.
En 1998, bajo la dirección del arquitecto José Ramón Duralde, el mismo que en la iglesia de San Cristóbal, se acometió su total y definitiva restauración.
En el año 2001 todas las dependencias que fueron de clausura se rehabilitaron, dando cabida a una bella hospedería.
09:58 13/06/2022
No te pierdas el interior, actualmente es un Hotel restaurante, son muy amables y te dejan entrar normalmente
MK11
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