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Edificio BBVA Alcalá

El edificio BBVA Alcalá se construyó según proyecto del arquitecto Ricardo de Bastida y Bilbao, finalizando su construcción en 1923. Originalmente sede del Banco de Bilbao

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El edificio se construyó según proyecto del arquitecto Ricardo de Bastida y Bilbao, finalizando su construcción en 1923. Ricardo de Bastida había ganado el concurso público de proyectos para el nuevo edificio sede del Banco de Bilbao en Madrid convocado en 1919, y se le encargó también la dirección de las obras, que comenzaron en 1920 y se alargaron hasta 1923.

Está emplazado en la calle Alcalá, 16, esquina con Sevilla, y en un principio fue sede del Banco de Bilbao en Madrid. Entre 1975 y 1981 el arquitecto Pedro Bidagor Lasarte lo amplió hacia la calle de Sevilla.

El Banco de Bilbao participó económicamente de forma muy activa en la apertura de la Gran Vía, y en contrapartida y debido a la condición capitalina de Madrid, quiso establecer su nueva sede en la capital, cerca de los máximos centros de decisión políticos y financieros, de los que indudablemente ya formaba parte.

El elemento más poderoso de la construcción no es arquitectónico, sino escultórico. Coronando el edificio del BBVA encontramos dos cuadrigas encaramadas sobre sendas torres. Los aurigas se encuentran de pie sobre el carruaje, para que se les pueda apreciar desde el suelo, ya que si estuviesen en su posición natural, no se visualizarían desde la calle, portentosa muestra del poder de su entidad. De hecho, las cuadrigas y sus conductores simbolizan el poder avasallador de los bancos, que ya poseían, obviamente, en la época en que fueron esculpidas.

Así pues, la presencia de las poderosas cuadrigas sobre sus pedestales está relacionada con la fuerza y el poder, valores que quiso transmitir el Banco de Bilbao al coronar su sede madrileña, que pasó a ser la principal de la entidad bancaria. 

Los conjuntos escultóricos de las cuadrigas fueron fundidas con 25 toneladas de cobre, bronce, plomo y hierro, y son obra del escultor vasco Higinio Basterra. En origen, se recubrieron de una lámina de latón dorado con paños de oro. Actualmente el color negro que ostentan las esculturas es el resultado del recubrimiento con pintura oscura durante la Guerra Civil para evitar que sirvieran de referencia a los aviones franquistas que bombardeaban Madrid.

Como Basterra hizo su trabajo en Bilbao, hubo alguna que otra incidencia durante su traslado a Madrid. El cuarto caballo se perdió y el artista lo buscó de estación en estación, hasta que logró localizarlo. Aunque esta anécdota no es fácil de confirmar, ahí queda.

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto propiedad de Diego Salvador Conejo

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