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La iglesia de San Millán y San Cayetano, situada en el número 15 de la calle de Embajadores fue totalmente destruida en julio de 1936 con latas de gasolina, quedando sólo en pie la fachada gracias a los buenos oficios de Fernando Chueca Goitia durante el período de guerra. Durante la posguerra fue reconstruida entre 1960 y 1962, salvándose íntegramente su fachada y rehaciendo la gran cúpula central.
Aunque el proyecto original se debe al arquitecto Marcos López, quien comienza la construcción en 1669, contribuyeron decisivamente algunos de los arquitectos más destacados del siglo XVIII madrileño, como José Benito de Churriguera, Pedro de Ribera y Francisco de Moradillo, que terminó las obras del templo en 1761.
Tiene su origen en la iglesia del Convento de Nuestra Señora del Favor, ya desaparecido, fundado en 1644 por el Padre Plácido Mirto. En este lugar existió antaño un oratorio dedicado a san Marcos y a Nuestra Señora del Favor, fundado en 1612 por Diego de Vera y Ordóñez de Villaquián, en una de sus propiedades de la calle del Oso. La iglesia quedó bajo la advocación de san Cayetano de Thiene, fundador de la orden teatina.
En 1822, el Gobierno liberal decretó el traslado de los teatinos a un convento de Zaragoza, quedando totalmente abandonado el edificio, cedido provisionalmente a los frailes franciscanos de San Gil, los “gilitos”, mientras se reconstruía su propio convento, destruido durante la Guerra de la Independencia. Con la desamortización de 1836 promulgada por el ministro de fomento Mendizábal, el convento se destinó a viviendas, excepto la iglesia original, que continuó dando servicios religiosos a los feligreses de la zona.
En 1869, a la advocación de San Cayetano se añade la de San Millán Abad, quien había quedado sin parroquia después de la apertura de la plaza de la Cebada.
La fachada es obra de Moradillo, quien la levantó con piedra de granito, y decorada con ocho robustas pilastras rematadas con capiteles de orden compuesto. Sobre los arcos de la fachada las estatuas de san Cayetano, Nuestra Señora del Favor en el centro, y san Andrés Avelino, se ubican cada una de ellas en se colocaron en hornacinas ricamente decoradas. Dichas esculturas en piedra caliza fueron esculpidas por Pedro Alonso de los Ríos.
El interior perdió prácticamente la totalidad de su decoración original en el incendio provocado en los primeros momentos de la sublevación militar del 36, pero la falta de decoración resalta de manera brillante los elementos arquitectónicos del interior del templo, en una de cuyas capillas descansa uno de los arquitectos principales del edificio religioso de San Cayetano, Pedro Ribera, que vivía en una de las viviendas adyacentes a la iglesia y devoto feligrés de su parroquia durante toda su vida.
