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El Monasterio de Santa Anna se encuentra ubicado en la ciudad de Barcelona, en la calle del mismo nombre, muy cerca de plaza Cataluña. El conjunto da nombre al barrio de Santa Ana, integrante del Barrio Gótico.
Se trata de una iglesia y antiguo monasterio con claustro y sala capitular, vinculado a la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén desde el siglo XII.
En 1141 un grupo de canónigos del santo sepulcro de Jerusalén llegaba a Barcelona, capital del condado de Ramón Berenguer IV. Eran enviados por el patriarca de Jerusalén, de acuerdo el prior de esa comunidad. El motivo era ratificar la renuncia a los derechos que aquellos canónigos tenían en el Reino de Aragón por el testamento de Alfonso I. Asimismo pedían un lugar y una iglesia donde poder vivir de acuerdo con la ley de Dios. Consta documentalmente que en 1145, se inician las actividades de esta nueva fundación en Barcelona. Este es el inicio del monasterio de la orden del Santo Sepulcro, que se regía por la regla monástica agustiniana. Fueron canónigas reguladas por agustinianos hasta finales del siglo XVI, cuando se disolvió la comunidad agustiniana para convertirse en comunidad de canónigos seculares de una colegiata a pesar de la oposición del prior Jaume Castellar el cual fue excomulgado. Los tiempos gloriosos de este monasterio corresponden al siglo XII Y XIII. En esa época la acción monástica de Santa Ana se expandió por toda Cataluña y incluso alcanzando Valencia y Mallorca.
En el siglo XII comienza la edificación de la iglesia de Barcelona y en el siglo XIII se alarga con la nave gótica. Después de la crisis del siglo XIV, recupera el empuje inicial y a comienzos del siglo XV con la incorporación del monasterio de Santa Eulalia. De aquel tiempo se conservan la sala capitular y los claustros.
En 1453 acogió Las Cortes, en tiempos de la reina María, lugarteniente de Alfonso el Magnánimo, y en 1493, bajo el reinado de Fernando II de Aragón. En 1595, el papa Clemente VIII disuelve el orden y Santa Ana pasa a ser colegiata. Esta etapa de colegiata se alarga hasta 1835, en que se crea la parroquia, a consecuencia de la desamortización.
Con el concordato de 1851, obtiene el título de Parroquia Mayor de Barcelona. En 1881, para evitar el peligro de demolición, se declara monumento nacional. A finales de XIX se convirtió en una parroquia tan importante que el edificio antiguo era insuficiente y se construye uno nuevo a su lado. Se coloca la primera piedra en 1887 se abre al culto en 1914. Sufre un incendio en el año 1936 al inicio de la Guerra Civil, en el que se destruye la cúpula y es derribado el edificio nuevo, después de la Guerra Civil se reconstruye la cúpula con cimborrio de ladrillo. En 1940 se vuelve a abrir al culto el antiguo templo del que solo quedaba la estructura. Todavía tardaría unos años la plena restauración del claustro que ahora admiramos.
El 17 de marzo de 1991, gracias a las gestiones del sacerdote y académico leridano Jordi Farré, entonces vicario de Santa Ana, se recuperó la reliquia del Santo Sepulcro que había desaparecido durante la Guerra Civil, se bendijo el grupo escultórico del Santo Entierro y se restauraron las indulgencias espirituales tradicionalmente establecidas por la Santa Sede, conocido como jubileo de los Perdones, coincidiendo con el 850 aniversario de la Orden de la Corona de Aragón.
La construcción de la iglesia se inició a mitad del siglo XII, durante el periodo románico. El monasterio lo edificó el arquitecto Ramón Amadeu, con la iglesia colegiata de Santa Ana. La construcción continuó durante los tres siguientes siglos, ya en periodo gótico.
Actualmente se conserva la estructura románica original del templo, presenta ábside cuadrado y planta de cruz, cubiertos con bóveda de cañón apuntada del siglo XIII. La portada es el original del año 1300, de estilo gótico. En el siglo XIV se alarga la nave que se cubrió con bóveda gótica de crucería y en el siglo XV se construyó el cimborrio. La capilla de los perdones se construye en el siglo XIV y queda situada a la izquierda del ábside. Contiene un grupo de estatuas que representan el Santo Entierro. Las estatuas originales se perdieron. Según la tradición, ante estas figuras se guardaban las mismas indulgencias que en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Cabe destacar también, el sepulcro del caballero Miquel de Boara, que es del siglo XVI. La nueva capilla del Santísimo está decorada con pinturas de Pere Pruna.
La iglesia románica fue declarada monumento nacional en el año 1811 y fue declarado Bien de Interés Nacional
