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Se halla en la entrada de la localidad cacereña de Abadía (Palacio Sotofermoso s/n). La población toma su nombre de cuando este emplazamiento fue monasterio cisterciense.
Descripción
El palacio y los jardines renacentistas de Sotofermoso en la población de Abadía, fueron uno de los lugares más importantes de la España del siglo XVI, pudiendo equipararse a los reales o a los más suntuosos de su época. Después de su andadura monástica y anteriormente como fortaleza templaria, pasó a manos de los duques de Alba, cuyo titular de entonces, Fernando Álvarez de Toledo, mandó rehabilitar el edificio. Fue posesión ducal entre mediados del siglo XV y comienzos del XX. Vinculado a la vía de la Plata, en el camino de la Mesta con un "puerto real", y vecino al reino de Portugal, el palacio fue hospedería de reyes: Alfonso VIII de Castilla, Alfonso IX de León, los Reyes Católicos en varias ocasiones, su hija Juana la Loca o Felipe II.
El edificio principal del emplazamiento es de planta cuadrada y contiene un espectacular claustro mudéjar restaurado. Consta de dos plantas, compuesto por una doble galería de cinco arcos a cada lado, siendo los arcos inferiores de herradura apuntados y mudéjares del siglo XVI y los superiores escarzanos (tipo de arco rebajado simétrico que consiste en un sector circular que posee su centro por debajo de la línea de impostas, un sector de circunferencia, por tanto) del mismo siglo. Los blasones de la Casa de Alba lucen orgullosos en las esquinas del claustro. El palacio, en época de los Alba, se rodeó de magníficos jardines a la moda renacentista italiana de entonces, decorados con elementos arquitectónicos de gran valor, como estatuas, fuentes, bronces, mármoles, macizos de flores, estucos con diversas especies vegetales y artificios de agua. Actualmente del bello conjunto arquitectónico de los jardines no quedan sino restos en bastante mal estado, como la estatua de Andrómeda, algunas alegorías sobre las portadas al río Ambroz o parte de la plaza de Nápoles, reproducida en su día a escala reducida en la superficie ajardinada.
Atraídos por tal magnificencia, se alojaron en sus estancias poetas de la talla de Garcilaso de la Vega o el gran Lope de Vega, el Fénix de los Ingenios, quienes buscaron en los alrededores sus fuentes de inspiración. Fue centro cultural y artístico de gran importancia, y academia literaria de italianos y flamencos.
El conjunto arquitectónico fue declarado monumento histórico-artístico por la II República en 1933. Hoy en día se usa como casa de campo.