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La reproducción de la cueva de Altamira en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se encuentra en los jardines del mismo, en una cueva artificial, en la entrada que da a la calle de Serrano. Debajo del jardín que adorna la entrada al edificio se construyó en 1964 una réplica de la cueva con una reproducción de parte del techo con las célebres pinturas prehistóricas, a partir de un trabajo de E. Pietsch en colaboración con la Universidad Complutense, y costeada por el gobierno español.
Previamente ya se había efectuado un trabajo similar en 1959, cuando un equipo del Deutsches Museum de Munich dirigido por Pietsch, realizó una primera reproducción de Altamira. Pietsch ilustró con esta reproducción su exposición permanente de la Prehistoria de la tecnología química. Se reprodujeron los 44 metros cuadrados más espectaculares del techo de los polícromos.
Según Andrés Carretero, director del Museo Arqueológico Nacional, la réplica realizada por el equipo alemán fue magistral. La intención de la dirección del Museo es que cuando se ejecute la segunda fase de la reforma integral es posible que se haga otra réplica de la Cueva utilizando las nuevas tecnologías, aunque dado su alto coste, necesitaría financiación de empresas privadas, por lo que hoy por hoy, es un proyecto que está en la fase de estudio.
Además de las reproducciones del Museo de la Técnica de Munich y del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, existe otra de las mismas características en el parque temático de Ise-Shima, en Japón.