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A la espalda del casco urbano de Aren está situado su castillo, en una barrera rocosa acantilada por el norte. La planta del recinto se adaptaba a la topografía del peñasco con un trazado irregular y amurallado por el este, su lado más accesible.
Era un lugar no propicio para un asentamiento humano al no contar con grandes espacios llanos. Pero en el momento de la construcción del castillo eran importantes aspectos como la altitud, la visibilidad o la posible defensa. Un baluarte de primer orden que ponía a salvo su territorio.
Su estratégico emplazamiento fue elegido por la función defensiva que iba a desarrollar en la zona. Los restos de este castillo medieval, enclavado al sur de la loma alargada que lo defiende del viento del norte, ofrecen una imponente vista que permite disfrutar de los cuatro puntos cardinales.
En el extremo oeste del castillo se situaría el castillo propiamente dicho, con la torre en el lugar más elevado, la parte militar de mayor importancia visual y defensiva y un recinto con dependencias varias.
Años más tardes de la construcción del castillo, se levantó la iglesia románica, ubicada en la plataforma más oriental dentro del perímetro amurallado y a una altura algo inferior.
El castillo de Aren con su marcado carácter medieval, fue plaza militar hasta finales del siglo XVIII, momento en el que la guarnición se trasladó a Benasque.
Es uno de los castros más antiguos documentados del Condado de la Ribagorza. Pese a su estado ruinoso todavía podemos contemplar restos de los aljibes, diferentes niveles de muralla y tres torreones, así como la portada de la antigua iglesia románica, destacan también la Necrópolis Medieval en lo que fue el suelo y los alrededores de la iglesia.
La excavación ha permitido documentar la planta de la iglesia románica completa, con planta de cruz latina presenta una nave de grandes dimensiones, dos capillas laterales y ábside semicircular orientado al este. Sus enormes dimensiones y el gran arco de entrada nos da una idea de la monumentalidad del edificio románico, que solo tuvo una puerta de acceso con gran portada abocinada y cinco arquivoltas decoradas con arco de baquetón. Esta puerta que pertenece a momentos de máximo esplendor del arte románico, sustituyó a otra más antigua, estrecha y sencilla, de la cual se han conservado en el suelo los sillares que sirvieron de gorronera.
En esta zona destaca también el yacimiento de dinosaurios de Blai, donde están los restos de un hidrosaurio datado hace 70 millones de años además de otros restos como placas de tortuga y dientes de cocodrilo de la misma época.
