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Monasterio de Santa María de Alaón

Monasterio de Santa María de Alaón sus orígenes no están muy claros, se encuentra a caballo entre dos estilos, el románico lombardo y las nuevas formas venidas de Jaca.

Está situado en el fondo de un valle cerca de un antiguo meandro del Noguera Ribagorzana, actualmente convertido en embalse, está rodeado de fértiles tierras de cultivos y protegido por la espectacular mole rocosa que conforma el congosto de Escales.

El conjunto monástico ha sufrido numerosos avatares a lo largo de sus casi doce siglos de existencia. Pese a ello conserva su original iglesia parroquial, la cripta, restos del claustro y numerosas dependencias cenobíticas.

Los orígenes de este importante cenobio, todavía no están muy claros y se mezcla la fantasía con la realidad, a día de hoy poca credibilidad tiene la versión que dice que fue el conde de Vandegrisilo quien fundó el monasterio, con monjes traídos de San Pedro de Siresa a mediados del siglo XI. La documentación que se remonta hasta el 806, poco o nada dice de ello. Parece ser que es sobre esta fecha cuando el conde tolosano Bigón encarga al presbítero Crisógono la reorganización del cenobio anterior visigótico que respondía a la misma advocación, otorgándole poderes para explotar los bienes, tierras y viñas que pertenecían a dicho monasterio y tomar de nuevo posesión de todas ellas.

Uno de los rasgos comunes de los templos ribagorzanos del siglo IX-X, fue su asociación con el poder condal, existía una relación bidireccional (religión-poder condal) en la que los soberanos otorgaban protección y numerosas donaciones de bienes, a cambio recibían la legitimidad y prestigio requeridos por estos linajes para mantener su poder.

En Alaón el caso más significativo es la relación entre la comunidad monacal y el conde Unifredo. Mientras que el conde concedió varias donaciones y privilegios que alzaron al monasterio como uno de los mas relevantes de la comarca, Unifredo se aseguro una sepultura en el cenobio y para que quedase en el recuerdo los monjes tallaron una inscripción en un silla, hoy integrado en una de las paredes del claustro y que con toda seguridad formaría parte de un necrológico actualmente desaparecido, la inscripción reza:

+ XVI KELENDAS SEPTEMBRIS/ ORBIIT  VERENABI/ LIS VNIFREDVS/ COMES:

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A lo largo del siglo X- XI el monasterio se convirtió en centro de actividades y de cultura por el que desfilaron notables abades y monjes que gozaban de gran respecto por las gentes y gobernantes del país. El Monasterio colaboró estrechamente con los medios oficiales para la instauración y consolidación de la casa condal Ribagorzana así como la erección de la sede de Roda de Isábena y en la construcción de otras iglesias de la zona.

Durante el siglo XI los aires reformistas procedentes de Cluny y la invasión de las tierras Ribagorzanas a manos de Abd-Al.-Malik, supusieron periodos de inestabilidad en la vida monástica de Alaón

En el siglo XII se construye la iglesia que podemos ver en la actualidad, concretamente el 8 de Noviembre de 1123, según pone en el acta de consagración. El monasterio fue anexionado entonces a la sede de Roda de Isábena, cuyo obispo Raimundi Dalmacio restableció con firmeza la vida monacal en el cenobio, manteniéndose ininterrumpidamente hasta comienzos del siglo XIX, momento en el que las actuaciones desamortizadoras acabaron definitivamente con la vida monacal, convirtiendo su iglesia en la parroquia de Sopeira.

Alaón se encuentra a caballo entre dos estilos, el románico lombardo y las nuevas formas venidas de Jaca. Destaca por su factura arquitectónica de primer orden tan solo comparable con sus homónimos en Obarra y en Roda de Isábena. Esta calidad queda patente en sus finos acabados, sus sencillos pero bonitos detalles ornamentales como son los bellos mármoles del presbiterio.

Arquitectónicamente se trata de un templo con planta basilical, con tres naves rematadas en ábsides, la central del doble de anchura y poco más alta. Al exterior presenta una galería de arquillos ciegos recorriendo los muros, junto con un ajedrezado influido por las nuevas formas procedentes de Jaca. La portada es de arco de medio punto con dos arquivoltas apoyadas en sendos capiteles lisos. La decora una franja ajedrezada interrumpida por un bello crismón trinitario.

La sobriedad del exterior la vemos también en el interior, armonioso, uniforme y prácticamente inalterado desde sus orígenes. La decoración se reduce prácticamente a los capiteles y a las bases de las columnas. La nave central se cubre con bóveda de cañón mientras que las laterales más pequeñas lo hacen con bóveda de arista. Hay una escasa licencia a la luz, rasgo habitual en la arquitectura románica, varios vanos con arco de medio punto rasgan los muros, consiguiendo una iluminación en penumbra verdaderamente espiritual.

La cabecera esta a un nivel superior, probablemente para salvar la diferencia de niveles producida por la cripta que seguramente pertenecía a un templo anterior visigótico. Es en el pavimento del presbiterio donde encontramos uno de los elementos ornamentales de mayor relevancia. Se trata de un mosaico formado por grandes piezas pétreas en tonos rojos, negros, grises, blancos y amarillentos, extraídas de la cercana cantera de Rocamora. Con ella se representa esquemáticamente la escena del milagro de los panes y los peces.

La cripta conforma un espacio austero y sencillo, cubierta de bóveda de cañón en la que puede leerse varas inscripciones, una de ellas correspondiente a la fecha de la consagración.

Al norte del templo se sitúa el antiguo templo y diferentes dependencias monacales como la sala capitular. Del principio tan solo se conservan las bases de las columnas que lo sustentaban y de su muro perimetral. En la esquina noroccidental del conjunto se halla un posible pozo de hielo de cronología aún por determinar.

Sin duda alguna la mayor importancia recae en su valioso aporte documental recogido en el Cartulio de Alaón, se trata de un compendio de escritos de 328 documentos de hechos referenciales al monasterio y sus posesiones que abarcan desde los años 808 y 814 hasta 1245, sin duda se trata de la huella escrita mas fidedigna de la época, gracias a la cual podemos conocer los avatares de este y otros centros religiosos de la zona.

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Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de M. Carmen Diez Carrera.

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