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Casa del Abuelo

Casa del Abuelo taberna abierta en Madrid en el año 1906, por el toledano Tomás, empezó a ser famosa por sus rosquillas y su vino dulce y actualmente por sus gambas

Calle de Victoria, 12. Sucursales en Nuñez de Arce, 5 y Goya, 57. Abierta en 1906 por el toledano Tomás, en pleno centro de Madrid. Nadie diría que han pasado más de 100 años desde entonces, sobre todo porque en nada ha cambiado. Desde entonces, La Casa del Abuelo ha estado regentada por los miembros de 4 generaciones de una misma familia que ha querido respetar y mantener la autenticidad del negocio tratando, por muy curioso que parezca, de no evolucionar.                                                

En sus primeros años, La Casa del Abuelo empezó a ser famosa por sus rosquillas y su vino dulce. Y también por el amor de los camareros al local, quienes a pesar de no superar los 13 años a veces llegaban a dormir allí. 

En los años 20 y 30, el fundador ofrecía bocadillos a sus clientes, convirtiéndose en la primera taberna que vendía chorizo, anchoas o sobrasada dentro de un pan. Llegó a vender más de 1.500 bocadillos en un solo día. Tan grande fue el éxito, que tuvieron que ampliar el horario abriendo de 9 a 3 de la mañana y la plantilla hasta llegar a 13 personas. 

Pero llegó la guerra civil. Y con ella la escasez de pan y el hambre. Había que reaccionar, por eso en época de posguerra, sus dueños deciden introducir en el menú lo que más tarde se convertiría en el secreto de su éxito: las gambas. A falta de pan, buenas son gambas, puesto que la harina escaseaba al final de la guerra. Se fue al mercado de la puerta de Toledo y compró varios kilos de gambas. A 35 pesetas el kilo, obtuvo muy buenas respuestas de sus clientes, así que decidió seguir comprando gambas. Normalmente elegían gamba roja, pero alguna vez compraban gamba blanca. Después, los empleados del Abuelo, las trasladaban ellos mismos hasta la calle Victoria dentro de cajas en carros de mano. Una vez en el local las apilaban en una cámara refrigeradora llena de hielo picado también por ellos. Como lo hacían todo, incluso pelar las gambas.

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Por 1,60 pesetas se preparaban las gambas a la plancha acompañadas de un vaso de vino. De nuevo fue un éxito. Más tarde, empezaron también a hacerlas al ajillo. En la actualidad también se hacen a la gabardina e incluso elaboran croquetas de gamba roja de la Garrucha (Almería).

 Poco a poco, El Abuelo empezó a ser conocido también fuera de España. Su fama llegaba tan lejos, que por sus puertas incluso empezaron a entrar políticos, actores o grandes escritores de la época. 

 El lugar de origen del famoso vino dulce de La Casa del Abuelo está en Alicante. Por este motivo durante mucho tiempo, en el rótulo de la taberna figuraba otro nombre: La Alicantina. Aunque también se despachaba vino blanco y moscatel, aunque ninguno de ellos obtuvo la fama que obtuvo el de Alicante. Todo empezó en los años 50, cuando el fundador de la taberna decidió irse hasta Alicante para comprar el mejor vino dulce.

 Patricio Ruiz -abuelo de los actuales dueños y verdadero amante del vino- decidió fabricarlo él mismo en sus propias bodegas. Obtuvo un vino dulce de tanto éxito, que el público empezó a llamarlo cariñosamente vino El Abuelo. Patricio tuvo que ampliar en 1960 su bodega (La Cerca). En La Casa del Abuelo se embotellaba el vino tras mantenerlo en una cuba grande donde los mismos camareros (curiosamente) se encargaban de aportar la mistela al vino seco y remover y remover para evitar que se picara y conseguir el punto idóneo. En 1990 se retira el rótulo de La Alicantina del establecimiento para adoptar el nombre con el que el público tiempo atrás le había bautizado gracias a la fama de su vino: La Casa del Abuelo.

 Sus vinos dulces son engañosos, entran muy bien al paladar y nos pueden dar alguna sorpresa al día siguiente.

 Siempre se pensaron maneras de atraer a más clientes:

  • Concurso de Comilones: el cliente que más gambas comiera en una semana ganaba un reloj.
  • Los vales. Los clientes de la calle Victoria obtenían vales para comer gambas y beber vino gratis en Núñez de Arce y viceversa. La idea funcionó tan bien que el público creció aún más. 

 Si sois de las que os gusta el orden y la limpieza, no miréis al suelo. Está lleno de cáscaras de gamba, a semejanza de una alfombra.  Parece mentira, pero en Madrid, una taberna, cuantos más desperdicios tenga de este tipo, más solera tiene. Y más lleno de gente, obviamente.

 Dicen que el gurú del underground y del arte pop Andy Warhol era un asiduo del local, al que no faltaba siempre que venía a Madrid, ya que se convirtió en lugar de encuentro entre gentes del espectáculo, cine, y anónimos que llegaban a la capital. Por ello, se fue convirtiendo en un sitio muy turístico, y en consecuencia, bastante caro.

Si  quieres saber más sobre tabernas centenarias, puedes hacer con nosotros la visita guiada de Madrid Tabernario

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