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Edificio barroco madrileño ubicado entre las calles de Huertas y Lope de Vega. Es conocido por su antiguo nombre de Convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso.
Aunque la construcción primitiva data de 1609, la fábrica actual corresponde a ampliaciones y reformas posteriores. Consta de una iglesia y un convento. La promotora fue doña Francisca Romero, hija de Julián Romero, general de los ejércitos de los Flandes de Felipe II.
Tras intentar establecerlas en la calle Mayor, en 1612 las religiosas se instalaron en su emplazamiento actual, sobre unas casas de su propiedad en la entonces calle Cantarranas (hoy día Lope de Vega). Las desavenencias entre las religiosas y la fundadora, provocaron la total desvinculación de doña Francisca del convento. Doña María de Villena y Melo, marquesa de la Laguna y dama de la Casa de Braganza tomó bajo su protección el convento.
En 1639, se decide reformar el edificio, afectando a la iglesia y al claustro. Se financió con el legado portugués de la nueva protectora, originaria del vecino país, por entonces incorporado a la Corona española. Las religiosas se trasladaron a una casa en la calle del Humilladero. Debido a la guerra de independencia de Portugal, que estalló en 1640, la construcción del edificio actual no pudo acometerse hasta 1673.
Por fin, cuando las aguas parecía más calmadas, en 1673 se quiso ampliar el convento y se demolieron las casas en las que vivían las monjas y la capilla en la que recibió sepultura Miguel de Cervantes, quedando perdidos desde entonces sus restos. Esta reforma se paralizó por la muerte del arquitecto encargado de acometerlas en 1688 quedaron paralizadas por la muerte de Marcos López. Retomados los trabajos bajo la dirección de José del Arroyo, por fin fueron dados por concluidos en 1698.
En 1698 se terminó la iglesia y en 1752 el nuevo convento, de ladrillo visto en sus tres fachadas y con ventanas enrejadas. La placa conmemorativa a Cervantes, es obra de Ponciano Ponzano, el escultor de los leones del Congreso de los Diputados(entre otras cosas). No te pierdas la polémica sobre los testículos de los leones del Congreso.
El edificio que nos ha quedado es sencillo, sobrio y austero. Su iglesia es de reducidas dimensiones y su planta, de cruz latina. Su fachada es igualmente sencilla, compuesta por dos fajas de piedra laterales, por un frontispicio triangular en el remate y tres arcos de ingreso de medio punto en el centro, con la única decoración de un bajorrelieve y los escudos de armas de los marqueses de la Laguna
Sus muros encierran varias anécdotas relacionadas con los grandes literatos que tuvieron su morada y su vida entre las calles del Barrio de la Letras madrileño. Sus monjas pagaron el rescate de Cervantes cuando estaba prisionero en Argel. Aquí fue enterrado Don Miguel en 1616, pero se desconoce actualmente el lugar exacto, aunque parece que sus restos permanecen en algún lugar del convento, en una fosa común.
En este convento profesaron una hija natural de Cervantes y Sor Marcela de San Félix, hija de Lope de Vega e ilustre poetisa. La comitiva fúnebre de éste se desvió para pasar frente al convento para que su hija pudiera presenciarla desde una ventana. De ella todavía se conserva allí un códice con poesía “A lo divino”.
Otra anécdota que guarda este convento dentro de sus viejas paredes: en 1629 el cómico Pedro de Villegas hirió a un hermano de don Pedro Calderón de la Barca (siempre en danza los miembros de esta familia). La justicia y don Pedro Calderón persiguieron al violento cómico (a saber quién habría empezado la disputa), quien se refugió en un convento de Trinitarias, que fue asaltado sin miramientos por los alguaciles, sin encontrar a Villegas. Y qué casualidad, que entre las monjas tratadas con poco miramiento estaba Marcela, hija del insigne Lope de Vega, que aprovechando el patronazgo del Duque de Sessa, allí que se le quejó. Pedro Calderón sufrió el pertinente tirón de orejas a instancias del poderoso señor, y de aquí surgió la tensión entre los dos dramaturgos, joven uno, anciano ya el otro. Calderón se vengó en unos versos burlescos de Lope, pero fueron censurados y nuestro pendenciero dramaturgo estuvo días arrestado en casa, aunque la comedia que incorporaba tan perversos versos continuó representándose como si tal cosa.
Algunos de los muebles que se exhiben en la actualidad en la Casa-Museo de Lope de Vega, situada a pocos metros, proceden de este convento.