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El Edificio Grassy es un edificio ubicado al principio de la Gran Vía de Madrid. Fue uno de los primeros en construirse cuando se terminó el primer tramo de la Gran Vía. Una casa espectacular que da la bienvenida al paseante que pasea por el comienzo de esta calle. Se encuentra en la calle Alcalá, con Gran Vía al lado del Edificio Metrópolis. Se le denominó de esa forma desde que en 1952 se instaló la joyería Grassy, del relojero Alejandro Grassy, en su planta baja, es un museo de relojes con piezas de hace cinco siglos, el local está exquisitamente decorado con estucos italianos, frescos y pavimentos de terrazo.
Es uno de los edificios más representativos de Madrid construido según el proyecto del arquitecto español Eladio Laredo en 1915, para D. Luis Ocharán Mazas para albergar viviendas de lujo, como muestra de arquitectura ecléptica (de estilo mixto), dividiendo el paso entre la calle del Caballero de Gracia y la Gran Vía. El edificio se compone de dos casas independientes situadas en un solar estrecho y acabado en pronunciado vértice, ambas unidas por un vestíbulo ubicado en la planta baja. El arquitecto pensó en hacer una espectacular rotonda culminada con un templete.
Durante la construcción de ese tramo de la Calle Gran Vía estalla la Primera Guerra Mundial por lo que hubo escasez de hierro que retrasó algunas construcciones. A comienzos del siglo XXI el edificio destaca por el anuncio de una famosa casa de relojes. En 1981 el Edificio Grassy fue inmortalizado por el pintor Antonio López en su cuadro titulado La Gran Vía.
El conjunto tiene muchos motivos de origen plateresco con otros detalles modernistas como las figuras femeninas sobre los portales y los batientes de hierro repujado de los mismos, los zócalos de cerámica del paso de carruajes o los paneles alicatados que decoran los tímpanos superiores. En 1916 se le pidió diseños a la acuarela para ellos al ceramista Daniel Zuloaga, unos de los mejores, que recibiría especial mención en los premios otorgados por el Ayuntamiento.
Desgraciadamente y a pesar de su importancia este edificio es uno de los que más pérdidas decorativas han sufrido en la Gran Vía, ya que a finales de los años 60 se quitaron los anuncios reformándose la fachada, lo que hizo desaparecer el grupo escultórico de niños que coronaban el templete, así como las guirnaldas y el remate del capitel que sostenía un trípode clásico de hierro.