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Jardín Botánico de Madrid

El Jardín Botánico de Madrid es un museo de plantas vivas, fue creado en 1774 por Carlos III, dentro del ambicioso proyecto cultural en el Salón del Prado.

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El Jardín Botánico de Madrid es un “museo de plantas vivas”, un bello parque y un hermoso lugar de paseo. Fue creado en 1774 por Carlos III, dentro del ambicioso proyecto cultural que llevó a cabo este monarca ilustrado en el Salón del Prado. El arquitecto Juan de Villanueva fue el encargado de llevarlo a cabo, en compañía del botánico Casimiro Gómez Ortega. En esta etapa se construyó la Puerta de Murillo, frente al Museo del Prado, de estilo neoclásico, y el Pabellón Villanueva. El rey decidió así trasladar el jardín fundado por su hermanastro Fernando VI en 1755 en el soto de Migas Calientes, junto al río Manzanares. El primitivo Jardín Botánico de Fernando VI contaba con más de 2000 ejemplares, recogidas en gran parte por el botánico y cirujano José Quer, en sus viajes a lo largo y ancho de la Península Ibérica, y obtenidas las demás por medio de intercambios con sus colegas europeos.

En el Pabellón que lleva su nombre, Villanueva incluyó un invernadero, un semillero, un herbario, una biblioteca y un aula de Botánica. Gómez Ortega, por su parte, organizó el jardín en tres terrazas, ayudado por el ingeniero Tadeo López. En las terrazas escalonadas se ordenaron las plantas según la clasificación metódica de Linneo (1707-1778), el gran naturalista, taxonomista y científico sueco. Villanueva proyectó también la Puerta Real, principal acceso desde el Paseo del Prado al recinto ajardinado, cerrado con una verja de hierro forjado en Tolosa. Esta puerta sólo se abre para que acceda el rey. Hoy en día se entra en el Jardín desde la plaza de Murillo por la puerta diseñada a tal efecto por el mismo Villanueva.

Carlos III envió misiones científicas a diferentes países y encargó a los virreyes y gobernadores de las posesiones españolas de América y Asia que remitiesen a Madrid plantas y semillas de las especies vegetales de cada región, las cuales fueron reunidas en la capital en una colección única de plantas exóticas, la más importante de Europa. De esta forma, el Jardín Botánico acogió las muestras botánicas que las expediciones científicas del siglo XVIII traían desde ultramar. Entre los primeros trabajos de investigación destacan los estudios del gaditano Celestino Mutis (sacerdote, botánico, geógrafo, médico y matemático, entre otras cosas), que dibujó hasta 6700 láminas de plantas que había estudiado en Colombia, donde falleció.

En 1808, como toda la zona, el Jardín Botánico sufrió un importante deterioro con motivo de la guerra de la Independencia, a pesar de los loables esfuerzos de Mariano de Lagasca, el director del Real Jardín Botánico en aquellos momentos, por mantenerlo vivo. En 1857, Mariano de la Paz Graells, a la sazón director del Jardín, impulsó importantes reformas, entre las que destacan la construcción del invernadero que lleva su nombre y la remodelación de la terraza superior de Gómez Ortega. El Jardín Botánico albergó durante un tiempo, hasta su traslado al parque de El Retiro, el precedente inmediato del actual zoo de la Casa de Campo. En el Retiro se conoció como la Casa de Fieras.

En 1882, se segregó de los terrenos ocupados por el Jardín un extenso solar, donde se edificó el Ministerio de Fomento, actual Ministerio de Agricultura. En 1886 los avatares meteorológicos se cebaron con el Jardín, cuando un ciclón se llevó por delante más de 500 árboles de gran valor. Al cambiar de siglo, durante el primer tercio del siglo XX se abordaron importantes investigaciones micológicas, y en 1942, después de la guerra civil, fue declarado Jardín Artístico.

Hacia los años 70 del siglo XX, el estado de abandono del jardín era tal que se pensó en utilizar su solar para ampliar el Museo del Prado. Fue cerrado en 1974. El arquitecto Antonio Fernández Alba, que también trabajó en la reforma del Observatorio Astronómico cercano, fue el encargado de restaurar el Pabellón de Villanueva. Guillermo Sánchez Gil y Leandro Silva recuperaron el jardín, que reabrió sus puertas al público en 1981.

Entre la flora del Jardín Botánico destacan los almaces, olmos campestres, sequoias, plátanos, olmos de Siberia, granados, alcanforeras y el pinsapo japonés. En la Rosaleda hay rosas antiguas y clásicas de especies europeas, americanas y asiáticas. Todavía existe un ciprés plantado cuando se abrió el herbario por primera vez. El herbario general y el herbario histórico reúnen entre los dos cerca de 500.000 pliegos de plantas.  En la actualidad, el orden de las plantas en las terrazas se establece de la siguiente manera:

-       Terraza de los Cuadros: en ella están ubicadas las colecciones de plantas ornamentales, medicinales, aromáticas, endémicas y de huerta.

-       Terraza de las Escuelas Botánicas: aquí habita la colección taxonómica de plantas, ordenadas por familias, desde las plantas más primitivas a las más evolucionadas.

-       Terraza del Plano de la Flor: los árboles y arbustos que ocupan este sector se distribuyen en figuras rodeadas por setos de durillo (un tipo de arbusto perenne endémico de la Península Ibérica). Esta fue la terraza remodelada por Mariano de la Paz Graells. De la época de sus reformas datan el estanque y el busto de Linneo, y en el extremo norte, la construcción del invernadero de las Palmas. En el centro de esta misma terraza es donde se encuentra el pabellón Villanueva.

El Real Jardín Botánico tiene dos invernaderos:

-       El Invernadero de Exhibición, que es el más actual, con tres compartimentos climáticos bien diferenciados: tropical, templado y desértico. Utiliza energías limpias y está manejado de forma informática.

-       El Invernadero de Graells data del siglo XIX y en él se exhiben plantas tropicales, acuáticas y briófitas, plantas primitivas que carecen de vasos de conducción y poseen tejidos poco diferenciados.

Por último, y por citar una curiosidad del Jardín, decir que, en cumplimiento de una orden de Carlos III, que nunca fue revocada, según parece, todos los días se entregaban de forma gratuita plantas medicinales y terapéuticas a todo aquél que desease solicitarlas.

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo

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