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El acceso al Palacio de Villena se encuentra en la C/ Carretera de Cenicientos Nº 1-B. Desde Madrid se accede por la N-V hasta Navalcarnero (Salida 32), donde se coge el desvío por la M-507 pasando por Villamanta, Aldea del Fresno y Villa del Prado. También es posible el acceso por la N-V hasta el punto kilométrico 13 (Salida 11), donde se toma la M-501 dirección a San Martín de Valdeiglesias. En este municipio, se continúa 4 km. aprox. por la M-501 hasta el desvío a la M-542. Al entrar en la localidad, se sigue recto hasta la gasolinera, se gira a la izquierda y se llega a la C/ Carretera de Cenicientos, a pocos metros (pasada la gasolinera), a mano derecha está el Palacio y los jardines de Villena.
El palacio no se puede visitar, pues es residencia privada. Los jardines y el estanque sí por formar parte de un parque público.
Descripción
El palacio y jardines de Villena están declarados Bienes de Interés Cultural. En los jardines podemos contemplar un magnífico estanque de la huerta del palacio. Los jardines han sido convertidos en parque municipal, e incluye un gran estanque de piedra decorado con cenadores, miradores y un templete central, restaurado en los años 80 del pasado siglo.
El complejo palaciego tiene su origen en el castillo-fortaleza que mandó construir don Álvaro de Luna (1390-1453), favorito del rey castellano Juan II, y al que dotó de matacanes y otros elementos militares, dado el ambiente de crispación e inestabilidad que se respiraba en Castilla durante gran parte del siglo XV. El condestable castellano lo utilizaba de residencia veraniega. Tras su muerte a consecuencia de las maniobras conspiratorias del marqués de Villena, pasó a manos de éste, don Juan Fernández Pacheco, y de quien toma el palacio su denominación. Tras varias vicisitudes y avatares, los Reyes Católicos lo entregaron como dote al duque de Frías con motivo del casamiento de éste con la hija de Fernando el Católico, doña Juana de Aragón. Parece ser que en sus dependencias se alojó Isabel la Católica, tras la Jura de los Toros de Guisando, mediante la cual se puso fin a la guerra civil con su hermano Enrique IV.
Al reformarse en el siglo XVI se convirtió en ejemplo puntero de arquitectura palaciega renacentista, un lugar de recreo que integra espacio doméstico con paisaje. Presenta un aspecto fortificado, presentes en el antepecho sobre matacanes, en las almenas de la fachada norte, en las garitas y en las troneras dispuestas sobre el citado antepecho, elementos, todos ellos, instalados con fines ornamentales. La fachada sur, integra una arquería renacentista de medio punto. También son renacentistas las columnas jónicas, zapatas y dinteles de la galería interior, el mirador, los guardapolvos platerescos y los blasones que decoran el exterior.
La fuente de los Álamos, situada frente al palacio, es un antiguo manantial en roca, acondicionado en piedra de granito con arcos y abierta a cuatro aguas.