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Villanueva de la Cañada se encuentra en la comarca del Guadarrama al oeste de Madrid, se asienta sobre una extensa llanura en la que aparecen algunos cerros de poca elevación, en uno de ellos se levantó el Castillo de Aulencia o de Villafranca.
Pocos son los documentos conservados sobre los orígenes de Villanueva, perdidos en su mayoría durante la Batalla de Brunete. Archivos de otros lugares nos hablan de un lugar conocido como Despernada o La Espernada aldea perteneciente a Valdemorillo, de la que se separa en 1487.
Existe una Carta de Privilegio firmada por la reina Doña Juana de Castilla en 1512 en la que adjudica la explotación de una dehesa a la Despernada, contracción de La Espernada. Este documento podemos verlo en la Biblioteca Municipal Fernando Lázaro Carreter. De 1578 data las “Relaciones Topográficas de Felipe II”, cuyo original está custodiado en la Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial, donde podemos leer que el nombre del pueblo se corresponde con el de una escultura antigua que fue destruida por unos viandantes. El conjunto de casas que surgieron a su alrededor, recibió el nombre de Despernada.
Otra leyenda nos cuenta que este nombre se lo debemos a una dama de la realeza, que participando en una cacería, se cayó del caballo rompiéndose una pierna.
Los cierto es que el nombre de Villanueva de la Cañada no surgirá hasta 1626-28, cuando Felipe II le dé el título de Villa, con este nombre, debido a su proximidad con las cañadas ganaderas de la zona. Tal y como podemos ver en la Carta de Villazgo, también custodiada en la Biblioteca Municipal Lázaro Carreter.
Ha sido una villa cuya economía se basaba en la agricultura de cereal y legumbre y también en la ganadería.
Perteneció en lo administrativo y en lo fiscal a Segovia hasta el siglo XIX, cuando se integra en la división judicial de Navalcarnero y por lo tanto en Madrid.
Poca documentación hay de principios del siglo XX, la localidad estaba dividida por la carretera de Navalcarnero a El Escorial, además de los edificios administrativos y eclesiásticos, estaban las viviendas, en su gran mayoría de una planta. Había dos cementerios, un matadero, y seis o siete tiendas. Además poseía alumbrado eléctrico.
De las cuatro ermitas que había solo se han conservado dos: La Ermita del Ángel o de San Isidro ubicada en la calle Real y la de San Antón, en la Urbanización de Villafranca del Castillo. La Ermita del Ángel o de San Isidro se la conocía como Ermita de Nuestra Señora de la Concepción, luego de la Ascensión y después como de la Milagrosa, antes de recibir su nombre actual. Tras la Guerra Civil fue reconstruida. La Ermita de San Antón, ubicada en la urbanización de Villafranca del Castillo, también fue reconstruida tras la Guerra Civil.
En la actualidad Villanueva de la Cañada es una localidad moderna, que alberga la Universidad Alfonso X El Sabio (UAX) y en sus proximidades se ubica el parque acuático: Aquópolis.
Batalla de Brunete: Nada conserva de su casco antiguo, el ayuntamiento y la iglesia desaparecieron, y con ello sus archivos. Los edificios más antiguos se fechan entre los años 1939-1959, levantados por la Dirección General de Regiones Devastadas, ya que el pueblo fue destruido en la Batalla de Brunete, del 6 al 25 de julio de 1937.
Villanueva era un enclave importante ya que por ella pasaba la carretera de Brunete a Valdemorillo, imprescindible para el desplazamiento de tropas. Las fuerzas nacionales, resistieron durante más de doce horas los ataques republicanos, retrasando el avance de la 11ª división del general Enrique Líster.
El ataque empezó el día 6 de julio, a cargo de las Brigadas 16 y 68 y de la División 34 reforzada con batallones de las Brigadas Internacionales. La población estaba rodeada por una línea discontinua de trincheras con alambrada y fortificaciones. En su interior había unos ochocientos soldados nacionales mandados por Miguel Pérez Blázquez, comandante de la 2ª Bandera de la FET, de Sevilla; formados por cuatro compañías de fusiles y una de ametralladoras, que aprovecharon su posición elevada para mantener a raya al ejército republicano. Los hombres Francisco Antolinez Chiflo y Gregorio Rubio, no debieron cercar bien Villanueva, ya que durante el ataque recibieron refuerzos y víveres para continuar la batalla. Resistieron casi todo el día provocando el retraso del avance republicano.
Os reproducimos la descripción que hace M.Sobrino Serrano, médico republicano, del ataque a Villanueva de la Cañada, en las primeras horas del día 6 de julio:
“Aún no se había despertado el día cuando, de improviso, se oyó el fuerte estampido de un cañonazo cuyo eco fue rebotando entre el cielo y la tierra hasta perderse en la profundidad del infinito. Esto fue la señal para que inmediatamente después empezase el tiroteo crepitante de la fusilería, el intermitente de las ametralladoras y el seco estampido de las bombas de mano alternándose con las roncas explosiones de los morteros que fueron propagándose rápidamente por todas las líneas del frente. Las llamaradas de las explosiones, que parecían incendiar la noche, iluminaban algunas parcelas del firmamento con relámpagos fugaces que se entrelazaban continuamente. Era como si todo el cielo, transformado en un gran espejo, reflejase el resplandor de una gran hoguera.”
El pueblo de Villanueva de la Cañada cae a las 21:15 del 6 de julio. Las tropas nacionales, pilladas por sorpresa, supieron rehacerse y aguantar el ataque republicano. Cuando estas tropas entran en la localidad, se encuentran un paisaje desolador, tal y como cita Peter Harrison, voluntario de sanidad:
“(…) un pueblo reducido a escombros… enormes cráteres producidos por las bombas y, sobre todo, el hedor de las cadáveres enemigos pudriéndose bajo los escombros, y moscas, moscas y más moscas.”
La lucha se prolongó durante el caluroso mes de julio, el día 25 cerca de Villanueva, el coche que transportaba a la fotógrafa Gerda Taro, chocó contra un tanque republicano que avanzaba sin control tras un bombardeo, la periodista alemana falleció un día después en el Hospital militar republicano ubicado en los Sagrados Corazones de El Escorial.
Tras duros combates, casi veinte días después de su comienzo, el 27 de julio de 1937 el ejército republicano establece la posición final del frente al sur de Villanueva de la Cañada, donde permanecería, sin muchos cambios, durante gran parte de la guerra.