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La ermita de San Pablo es una construcción del siglo XII de estilo románico.
De sencilla factura, la ermita pudo ser usada como capilla de peregrinos, podría haber servido para hacer compatible la afluencia de visitantes con el recogimiento de la vida monacal. De esta forma este templo era utilizado por los peregrinos y cuidadores del monasterio, alrededor del cual pudiera haberse organizado un pequeño núcleo de población. También hay quién piensa que era la iglesia del monasterio.
Está situada a menos de cien metros de Santa María de Obarra, al sur en el mismo llano. En un bello paraje a orillas del rio Isábena.
Aún siendo muy sencilla está llena de pequeños detalles, como sus diferentes vanos, la piedra toba utilizada en la clave de la bóveda de cañón que cubre nave y presbiterio o el crismón sobre la portada colocado invertido.
La iglesia consta de una nave que se va estrechando hacia la cabecera, cubierta con bóveda de cañón, de piedra tosca en el cierre y rematada al este por un ábside semicircular, precedido de un profundo tramo presbiteral. El ábside liso tiene una ventana con doble arco de medio punto dovelado por la parte exterior y abocinada por el interior.
En el muro sur se abren dos ventanas de medio punto y abocinadas.
La puerta está situada en el muro oeste, formada por dos arcos de medio punto en gradación. Por encima podemos observar el curioso crismón trinitario esculpido, que fue colocado correctamente en la última reforma, y que conserva algunos fragmentos de pintura roja. Encima del crismón se abre otra ventana con arco monolítico.
En el siglo XVI tenia adosado un edificio que se usaba de residencia del beneficio de San Miguel, fundado por el prior Ramón Mur. En 1972 albergaba un telar y en 1978 se volvió a habilitar para el culto.
Fue restaurada por Francisco Pons Sorolla, en los años setenta del siglo pasado.
