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Murallas de Segovia

El primer trazado de la muralla segoviana es posible que se remonte al siglo III d.C., durante el último cuarto del siglo XI se realiza uan profunda remodelación

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El primer trazado de la muralla segoviana es posible que se remonte al siglo III d.C., en la época de la Gran Anarquía del Imperio romano, que acabó con el largo período de paz, más o menos generalizado, de que había disfrutado la mayor parte del Estado, salvo las consabidas trifulcas fronterizas.

Con la conquista cristiana de la ciudad durante el último cuarto del siglo XI, probablemente en 1088, se lleva a cabo una profunda remodelación del perímetro amurallado, que prácticamente llega hasta nuestros días. Es posible que el rey castellano-leonés Alfonso VI encargase la construcción de la muralla, o mejor, su reforzamiento, a su yerno Raimundo de Borgoña.

El recinto amurallado sirvió para defender Segovia mientras existió riesgo de contraataques musulmanes, llevados a cabo no sólo por los fanáticos almorávides y almohades norteafricanos en los siglos XII y XIII, sino cuando alguna expedición a cargo de los ejércitos benimerines del otro lado del Estrecho de Gibraltar alcanzó el centro peninsular, en una época tan tardía como mediados del siglo XIV. Pero también protegió la próspera urbe castellana durante los años turbulentos de las guerras civiles que asolaron  Castilla durante los reinados de Juan II, Enrique IV y los primeros años de Isabel la Católica. En esta época fue constantemente reforzada, dado el ambiente inestable que se respiraba en Castilla en aquellos tiempos. Durante el siglo XVI, estabilizada la paz interior tras la guerra de las Comunidades (1520-1522), la muralla fue perdiendo progresivamente su valor defensivo, hecho que influyó decisivamente en el urbanismo de la ciudad, ya que se edificaron viviendas adosadas a la muralla e incluso sobre ella, incluso a partir de finales del siglo XV. A partir del siglo XVII, las puertas y sus labores de portazgo se abandonaron. Definitivamente la muralla había perdido todo valor defensivo, simbólico y territorial.

En el siglo XIX, como en muchas otras ciudades españolas y europeas, la muralla impedía el desarrollo urbano y comenzó su demolición, cuyas obras absorbieron en gran medida el trabajo de muchos campesinos y obreros urbanos que carecían de trabajo estable. Se derribaron varias puertas y postigos y los lienzos inmediatamente adyacentes. Pero en el siglo XX, la necesidad de conservar el patrimonio impone un cambio de mentalidad generalizado, que afecta a la muralla segoviana, que ha sido testigo de cómo las tareas de restauración y reforma llegan hasta nuestros días. En 1941, el casco antiguo segoviano,  circunvalado por las murallas fue declarado Conjunto Histórico Artístico. La UNESCO resolvió además declarar Patrimonio de la Humanidad al recinto amurallado y al Acueducto.

Se han realizado varias campañas que han tenido como objetivo la restauración de la muralla segoviana: 1942-1952, 1953-1962, 1970-1983, 1989-1995. La última reforma efectuada entre 2010 y 2012 ha permitido hacer de la muralla un monumento más de la ciudad que se puede visitar. El Centro de Interpretación de la Muralla está emplazado en la Puerta de San Andrés, también conocida como Arco del Socorro.

El perímetro amurallado, de casi 3,5 Km, se adapta a la topografía del terreno, muy escarpado en algunos lugares. El espesor de la muralla alcanza en muchos casos hasta 2,5 m y su altura media es de 9,5 m. El lado oriental se abre al Valle del río Clamores y sobre el tramo occidental, el que mira hacia el Valle del Eresma, se sitúa el vértice en forma de proa del Alcázar.

Los cubos son torreones de planta circular, y las torres son de planta cuadrada o rectangular. En la actualidad quedan en pie a lo largo del perímetro de muralla 80 de ambos tipos de fortificaciones. Son sistemas defensivos que refuerzan zonas especialmente delicadas, como los cambios de dirección.

Los materiales con que se construyó la muralla son de mampostería de roca caliza en algunos tramos, aunque otros en cambio, fueron realizados con tapial de piedra con encofrados de madera. Numerosos bloques de caliza fueron traídos de la necrópolis romana, cuyas lápidas y estelas fueron reutilizadas para reforzar la ciudad, en época musulmana. En algunos tramos, se utilizó granito en la base de los cimientos. La argamasa que unía los cantos estaba formada por cal y arena.

De las viejas puertas de la ciudad de Segovia, aquéllas que tenían una función fiscal como el cobro de portazgos a personas y mercancías, quedan en pie todavía las de San Andrés, Santiago y San Cebrián, mientras que las de San Juan y San Martín desaparecieron. De los viejos postigos que servían solamente para el tránsito de personas, quedan todavía los de San Juan de los Caballeros, el del Consuelo o Santa Columba, el de La Luna o del Rastro y el del Sol, también denominado de San Miguel, de los Coroneles o del Corpus Christi. Los postigos del Obispo, del Alcázar, de La Fuente Cercada, de San Matías o Picado desaparecieron.

Segovia es, junto a Ávila y a Lugo, la única capital de provincia que conserva completa la muralla que circunda su casco histórico, siendo la gran desconocida de las tres. Y no sólo eso, sino que Segovia tiene el mayor perímetro amurallado de las tres. La ciudad del Acueducto tiene aproximadamente 3 km de muralla, por 2,5 de Ávila y 2,2 de Lugo.

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto propiedad de Diego Salvador Conejo

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