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Ruinas de Belchite

El pueblo viejo de Belchite es uno de los testimonios de la guerra civil española. Muestra de la desolación de un pueblo después de la contienda.

Ruinas de Belchite

El 24 de agosto de 1937 el ejecito popular republicano desencadena una nueva ofensiva en el frente de Aragón. Después de la batalla de Brunete en julio del mismo año. Los objetivos son dos, tomar Zaragoza, que supondría un gran incremento en la moral y disminuir la presión del territorio republicano en el norte de la península. El plan es diseñado por el jefe del Estado Mayor Central republicano el coronel Vicente Rojo. Las tropas utilizadas son tropas experimentadas, muchas de ellas trasladadas desde el frente de Madrid. El general Sebastián Pozas jefe del ejercito del este y su jefe de Estado Mayor el teniente coronel Antonio Cordón serán los encargados de la ejecución de la batalla.

Podemos destacar las siguientes fuerzas del EPR

5º Cuerpo del ejército de Juan Modesto, donde estaba encuadrada junto a la 35ª y 46ª divisiones, la famosa 11ª de Lister.

45ª división al mando del general Kleber

27ª división a las órdenes de coronel Trueba

24ª, 25ª, 26ª, 30ª y la 44ª

En total unos 80.000 hombres

Por parte del ejecito Franquista contaba con los siguientes elementos:

Comandante en Jefe: General Ponte V Cuerpo del ejército.

51ª División General Urrutia

52ª División General muñoz Castellanos

105ª División

Brigada de reserva

Brigada Mixta de posición

Brigada móvil

En total unos 70.000 hombres

A los dos días de comenzar la batalla cae Santander dejando solo Asturias como reducto republicano. Franco al revés que en Brunete no paraliza la ofensiva en el norte para enviar tropas de refuerzo en Aragón. Las tropas que se envían a socorrer Zaragoza son del frente de Madrid que se ponen bajo el mando del general Miguel Ponte, jefe de la defensa de Zaragoza. Del frente norte solo acudirá la Aviación legionaria y unas unidades de la Legión Cóndor. El plan del general Rojo está bien diseñado y se ajusta al mal vigilado frente aragonés. A pesar de sus intenciones de penetrar hacia el oeste, el uno de septiembre las tropas republicanas ya están agotadas y no pueden continuar el avance. Desaprovechando el carácter sorpresa del comienzo de la batalla, como sucedió en la batalla de Brunete se entretienen en la labor de limpieza del terreno conquistado. Como ejemplo de esta situación podemos poner al general Lister que al mando de una unidad de carros de combate se entretiene en Fuente de Ebro en tareas de consolidación y fortificación, en lugar de tratar de romper el frente, cuando al final se decide pierde la mayor parte de sus tanques en el intento de cruzar el río. Las vacilaciones en el ataque dan tiempo a los refuerzos franquistas que logran detener a las tropas republicanas a 30 Kilómetros de Zaragoza. Este fracaso provoca el día 31 de agosto que los objetivos que anteriormente eran muy secundarios como Belchite pasen a ser prioritarios. El día 1 de septiembre el mando republicano reconoce la imposibilidad de tomar Zaragoza y una vez más pasa a consolidar el terreno conquistado. Frustrada la ofensiva las tropas de Pozas se dedican a consolidar y sofocar el único reducto enemigo que queda dentro de la nueva zona dominada. De esta forma Belchite se convierte en un foco de interés. El motivo es claro, fracasada la ofensiva es necesario dar una noticia que levántela la moral del ejecito, la propaganda de guerra lo necesita y esta se convierte en la ocupación de Belchite. De esta forma por azares del destino Belchite pasa a convertirse en uno de los nombres famosos de la contienda y en una de las batallas más sangrientas. En los años 30 el pueblo de Belchite era importante contaba con una población civil de unos 4.000 habitantes. La guarnición de la localidad también es importante. La componen un total de 2.273 hombres, que cuentan con ocho piezas de artillería y están dirigidos por el teniente coronel Enrique San Martín Ávila. La mayor parte son miembros del ejército regula pero también cuenta con  fuerzas de  falange, la Legión y del tercio de requetés.

La participación de los civiles en la defensa de Belchite es importante colaborando con el ejército nacional. Por parte republicana los participantes en el asedio son unos 20.000 hombres y a su frente está el general Walter que cuenta con la 25ª y la 35ª divisiones junto con la 15ª Brigada internacional y la 35º Grupo de Guardias de Asalto. Tenemos que tener en cuenta las fechas para imaginarnos el calor y la escasez de agua en ambos bandos. Dicha escasez provoco que se recurriera al vino para calmar la sed enloqueciendo a un mas a los combatientes, ya que el agua se reservaba para refrigerar a las ametralladoras y para limpiar las heridas de las víctimas. La aviación franquista suministra de víveres y munición a los sitiados. A principios de septiembre se incorporan las divisiones 13ª y 150ª comandadas respectivamente por coronel Fernando Barón y Eduardo Sáenz de Buruaga las dos provenían del frente de Madrid. La primera logra parar la avalancha sobre Zaragoza y la segunda trata de socorrer al sitiado Belchite pero en diferentes intentos es repelida por ejército republicano.  

A Belchite se le ordena resistir por todos los medios, aludiendo que era vital para todo el frente. La disciplina es férrea en el bando nacional y por lo tanto se cumple la orden a rajatabla. Afirmada con la esperanza de ser liberados por una unidad de apoyo que en teoría se desplaza hasta Belchite, mientras tanto la aviación les suministra víveres y munición.

1 de septiembre

Perdida de las posiciones de los alrededores de Belchite por parte del ejército nacional solo quedan 270 hombres y una pieza de artillería en el seminario.

2 de septiembre

Los Guardias de Asalto republicanos entran en el seminario. Luchan con bombas de mano contra sus defensores que, finalmente, son expulsados.

3 de septiembre

Los republicanos entran en el pueblo  la lucha se extiende por sus calles

4 de septiembre

Los defensores se organizan alrededor de la iglesia de San Martin y del Ayuntamiento. En la plaza nueva se instala un parapeto con un mortero.

5 de septiembre

Durante la madrugada es asaltado el Ayuntamiento. Un mortero explota y mata a la dotación que lo estaba manipulando.

6 de septiembre

En la cuarta tentativa salieron los defensores por la puerta de San Roque. Consiguiendo contactar con las líneas nacionales menos de 200 hombres

7 de septiembre

Los republicanos dan por tomado el pueblo. Quedan, junto con el teniente coronel San Martín, defensor de la plaza, unos 600 heridos, varios médicos,  bastante población civil y algunos soldados y oficiales.

Finalizada la guerra Franco quiso que las ruinas del pueblo de Belchite se mantuvieran tal y como quedaron después de la batalla como ejemplo de la destrucción producida por la guerra civil. También existe la versión que Franco dio a escoger a sus habitantes entre la construcción de un nuevo pueblo, o un canal para convertir las tierras de secano en regadío. Y que eligieron la construcción de un pueblo nuevo.

En Belchite se instalo un destacamento penal para realizar las obras de construcción del nuevo pueblo, bajo las ordenes de la dirección general de regiones devastadas, alrededor de un millar de presos republicanos fueron enviados a Belchite para realizar dichas obras.

Franco inauguró la villa nueva en 1954 con estas palabras: «Belchite fue bastión que aguantó la furia rojo-comunista. En los frentes de batalla, a unos les corresponde ser yunque y a otros maza. Belchite fue el yunque, fue el reducto que había de aguantar mientras se desarrollaban las operaciones del Norte».

En la actualidad unas 10.000 personas visitan anualmente las ruinas del pueblo viejo de Belchite, tenemos que tener en cuenta que no se realiza ningún tipo de publicidad sobre esta localización.

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