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Yacimiento arqueológico de Tiermes

Yacimiento arqueológico de Tiermes, en Montejo de Tiermes, Soria destaca entre la diversidad de restos arqueológicos en la Península Ibérica.

Yacimiento arqueológico de Tiermes

Además de diversos hallazgos neolíticos y de un conjunto de grabados rupestres de amplia cronología que se encuentran en los abrigos rocosos de toda el área de Tiermes Caracena, los más antiguos testimonios arqueológicos de Tiermes corresponden a la Edad del Bronce, con los restos de un poblado hallado debajo del área de la necrópolis celtibérica de Carratiermes. Esta información permite incrementar la datación que sobre el yacimiento se disponía, ampliando el periodo total de ocupación continuada a más de 30 siglos, hasta el comienzo de la edad moderna (siglo XVI d.C.).

A partir del fin del s. VI a.C. se documenta el uso de la necrópolis de Carratiermes, a trescientos metros del cerro de Tiermes, como cementerio de incineración de un grupo asentado en este territorio. Entre esta última fecha y el siglo IV a.C. Tiermes es un pequeño centro, regido por una aristocracia guerrera de base parentelar, que es la que hace uso funerario de la necrópolis, que domina el territorio del alto Tiermes-Caracena, en competencia con otros núcleos y grupos de la zona (Peñalba en Hoz de Abajo, …).   

Los hábitos funerarios de Carratiermes permiten encuadrar a la sociedad termestina de esta etapa ya como un grupo de tipo celtibérico. Existen testimonios de ocupación de la parte media del cerro en el s. V a.C., por lo que, atendiendo al uso de la vecina necrópolis, este asentamiento seguro que se ha de remontar al menos a las fechas más antiguas aportadas por ésta última.   

Desde el fin del s. IV a.C., al menos, el grupo de Tiermes ha subsumido gran parte de los pobladores de los valles altos de los ríos Tiermes, Caracena y Pedro (al norte de las Sierras de Pela y del Bulejo, en la actual provincia de Soria), y del Sorbe y Bornova (al sur, en la provincia de Guadalajara) dentro de un marco organizativo urbano con sede en el centro de Tiermes. Es decir, se constata ya la existencia de una pequeña ciudad, tipo oppidum, como base de organización sociocultural de esta zona del Alto Duero-Alto Henares. Los análisis filológicos y de las fuentes indican que esta ciudad se podía llamar Tarmes, o bien ya Termes. La arqueología indica que la comunidad urbana termestina se integró dentro del grupo étnico arévaco, uno de los varios que componían los grupos celtibéricos y definen los historiadores romanos a partir del s. II a.C.   

Las pruebas arqueológicas de la ciudad celtíbera se manifiestan en los hallazgos, de nuevo, de la zona del Foro, y, sobre todo, de la necrópolis de incineración de Carratiermes, donde encuentran su lugar funerario la aristocracia urbana; también se han documentado niveles celtibéricos tardíos (inicios del s. I a.C.) en el área del Conjunto Rupestre del Sur, actualmente en estudio. A esta época puede pertenecer también la Puerta del Oeste, acceso tallado en roca a la parte más alta de la ciudad.   

En el s. II a.C. sabemos que la comunidad Termes constituye una ciudad estado del oriente meseteño, por lo que se está evaluando en qué época entre el fin del s. IV a.C. y esta fecha podemos hablar ya de la existencia de esta nuevo tipo de organización. Pero el desarrollo autónomo de Termes chocaría con el avance imperialista romano en Hispania.   

La conquista de la Península Ibérica por Roma fue un largo proceso que duró dos siglos. Uno de los momentos más importantes fueron las Guerras Celtibéricas que culminaron con la incorporación de gran parte de la Celtiberia, hasta la zona media del Alto Duero, en el territorio provincial de Hispania tras la caída de Numantia en el 133 a.C. Durante esta etapa Termes sufrió el ataque romano del cónsul Q. Pompeyo en 141 a.C.; este magistrado firmó un tratado con los termestinos en 139 a.C., junto con los numantinos, pero fue invalidado por el Senado de Roma (pues conllevaba acuerdos desventajosos), y prosiguieron unas hostilidades que no afectaron de forma directa a Termes.    

Finalmente, a fines del s. II a.C. Roma reinició el proceso de conquista en la Hispania Citerior más allá de Numantia; Termes caería en 98 a.C., tras el asalto del cónsul Tito Didio, quien obligó a sus habitantes a bajar al llano; hecho que, según los datos arqueológicos, debió ser sólo temporal (uno o dos decenios). Desde ese momento Termes fue sometida a tributo (civitas stipendiaria), iniciando un lento proceso de latinización y romanización de la sociedad local. Los problemas estructurales provocados con la conquista y la desintegración del sistema de organización indígena promovió que Termes participara dos décadas después en la insurrección que algunas ciudades del interior hispano efectuaron contra el gobierno senatorial de la República Romana, al adherirse al bando de Sertorio, quien encabezaba el otro bando en la Guerra Sertoriana, enfrentamiento civil romano, desde la Península Ibérica.   

Desde 70 a.C. en la ciudad se empezó a realizar una importante reordenación urbana, utilizando las tres terrazas del cerro, sobre todo la intermedia, donde desde la construcción de un primer santuario a mediados del s. I a.C., se ubicarían los edificios más importantes de la ciudad en el futuro.   

Un siglo después, en época del emperador Tiberio (14-37 d.C.), las transformaciones habían sido tan importantes que el estado romano permitió a Termes la constitución de una entidad autónoma, el municipio de derecho latino, que garantizaba el funcionamiento del sistema imperial romano a escala local y promocionaba la concesión de la ciudadanía romana a los cives Termestini (ciudadanos termestinos), base de integración social en el estado. Termes fue adscrita al Convento Jurídico Cluniense (Provincia Hispania Citerior Tarraconensis) y, a partir de ese momento, comenzó a configurarse la ciudad hispano romana, cuyo  momento de mayor esplendor se sitúa entre los siglos I y II d.C.   

Una característica peculiar de Tiermes, y lo más espectacular en la actualidad, es que es una ciudad que usó en alto grado la técnica rupestre en la actividad constructiva y el urbanismo, al excavar la roca para crear cimientos, bases de edificios o incluso estancias completas e infraestructuras. Esta técnica, que se conjetura si fue utilizada por los celtíberos, fue perfeccionada con la introducción de las técnicas de construcción romanas. En la ciudad existen numerosos restos de edificios con este tipo de arquitectura, tanto edificios privados (Casa de las Hornacinas, Casa del Acueducto...) como públicos (Graderío rupestre, Teatro, …) e infraestructuras (canales urbanos del acueducto, drenajes, vías,…).

La construcción de la muralla a fines del s. III d.C. indica que la ciudad mantiene en esta etapa su carácter de centro organizativo local, que parece durar al menos hasta mediados del s. IV a.C. Pero desde tales fechas la existencia de Tiermes se difumina durante la Antigüedad Tardía y se conoce muy poco de lo acontecido en la ciudad durante los periodos visigodo e islámico. En este momento, y aun cuando la ciudad perdió su vitalidad de la etapa romana, se dispone de algunos datos, sobre todo a partir de la aparición de un sector de la necrópolis visigoda, ubicada reaprovechando el Foro.   

Será con la Reconquista cristiana cuando vuelve a tenerse noticia de Tiermes, donde se construye una iglesia y un monasterio dedicado a Santa María de Tiermes (evolución medieval del nombre de Termes, por diptongación “ie” a partir de “e”), quedando en el siglo XVI la iglesia como ermita, bajo la advocación de Santa María de Tiermes, sin ya población estable alguna por haberse trasladado los vecinos a otros núcleos cercanos de población (Sotillos, Manzanares, Pedro, Jurdiel,...).   

A partir de la reconquista y a pesar del carácter simbólico de la antigua ciudad, Tiermes perderá su preeminencia frente a la villa de Caracena, que será el centro de la Comunidad de Villa y Tierra, y solo conservará su prestigio como centro de dos romerías anuales a la ermita situada en el corazón de la antigua ciudad.

NOTICIAS HISTÓRICAS SOBRE TIERMES

Las primeras noticias históricas referidas a Tiermes nos las encontramos en las fuentes clásicas, aunque éstas son escasas y poco explícitas; son además bastante posteriores a los hechos comentados.

Así, Ptolomeo incluye a Tiermes entre las ciudades arévacas. Por su parte, Apiano indica que era una de las poblaciones importantes en las guerras celtibéricas (153-133 a.C.) y afirma que en el 98 a.C. el cónsul Tito Didio sometió a la ciudad y obligó a sus habitantes a trasladarse al llano, prohibiendoles amurallar el emplazamiento.

REFERENCIAS ESENCIALES GRIEGAS Y LATINAS

Apiano, Iber. 76-77-79.

Diodoro de Sicilia, XXXIII, 16-17.

Floro, III, 10,9.

Livio, Epit. LIV.

Polibio, Lib. XXXV.

Plinio, Nat. Hist., III, 27.

Ptolomeo, II, 6,55.

Salustio, Hist,. II, 95.

Tácito, Ann., IV, 45, 1-2.

El Ravenate, p. 311.6.

APUNTES SOBRE HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES DE TIERMES.

a) Eruditos e historiadores hasta el siglo XIX.

Las investigaciones sobre el sitio celtíbero y romano de Tiermes no empiezan a efectuarse de una manera científica hasta la presencia en el yacimiento de Nicolás Rabal, en 1888. No obstante, entre el fin del siglo XV, momento en el cual se conocen los últimos datos sobre población viviendo en Tiermes, hasta fines del XIX diferentes autores, en estudios de distinta índole (erudito, artístico, estadístico, demográfico, enciclopédico) aluden a la presencia en el lugar de las ruinas de una importante población que identifican inmediatamente con la Termes de las fuentes clásicas (Tito Livio, Apiano, Diodoro Sículo, Floro, Salustio, Tácito, Ptolomeo, Plinio, Nonnio Marcello), ciudad indígena conquistada en 98 a. C. por el cónsul Tito Didio y luego convertida en municipio romano.

Estos autores (Ambrosio de Morales, Mariana, Flórez, Madoz, Loperráez, Lafuente, Masdeu, Ceán Bermúdez, Cortés y López, etc.) vinculan la presencia de imponentes ruinas a la existencia de la antigua ciudad romana, de la que entonces eran visibles algunas edificaciones, asentada sobre la antigua población conquistada por Roma.

No obstante, y al mismo tiempo, el lugar se sigue utilizando como zona de extracción de materiales para la construcción de las poblaciones de la comarca (Montejo, Liceras, Carrascosa, Retortillo, etc.), surgidas durante la Edad Media, que conllevaron el expolio de Tiermes hasta finales del siglo XIX. Por ejemplo, el descubrimiento de las trullae (cazos) de plata en 1885 junto a los restos de la muralla bajoimperial (y que hoy en día se encuentran en la Hispanic Society of America, New York) ocasionó una “desenfrenada caza del tesoro” por parte de la población local, con el consiguiente deterioro del sitio. Incluso restos arqueológicos importantes fueron fragmentados para reutilizarlos como materiales constructivos (como el epígrafe funerario de Pompeyo Placido, hoy en la fachada de una casa de Carrascosa).

Siglo XIX-1930.

Con el importante historiador, escritor y erudito soriano Nicolás Rabal podemos señalar el inicio de la investigación científica sobre Tiermes. Tras el viaje que realiza al lugar en 1887, efectúa una primera descripción del lugar, aporta datos geográficos, urbanísticos, topográficos, y la diferenciación entre una población celtibérica y una romana. Es el punto de partida para que a principios del siglo XX se inicien las primeras intervenciones directas en el yacimiento.

Tras una campaña realizada por el Conde Romanones en 1909, con el fin de sacar a la luz los restos de edificaciones de la zona del Foro y en las termas, mediante excavaciones con escasa base científica y más con carácter exploratorio, se encargue a Narciso Sentenach en 1910 y 1911 el inicio de una intervención más amplia en el yacimiento. Actúa en el Foro (área del templo imperial), y comienzan a ver la luz restos de grandes edificios, sus elementos constructivos (columnas, arquitrabes, etc..), incluso interesantes materiales, como esculturas en bronce (dignatario local, estatua ecuestre, Apolo,..) que afirman a este investigador en la constatación de la importancia histórica y arqueológica de la antigua Termes. En sus publicaciones se insiste en un carácter descriptivo y también interpretativo de las ruinas, ampliando los apuntes históricos y la preocupación sobre la identificación y diferenciación entre elementos indígenas y los propiamente romanos.

Ignacio Calvo en 1913 continúa las excavaciones en la misma zona, ampliando el conocimiento arqueológico, y ya interesándose con mayor profundidad en la fase medieval del yacimiento. Los materiales procedentes de las excavaciones de Romanones, Sentenach y Calvo fueron a parar al Museo Arqueológico Nacional, donde hoy en día se exponen en parte.

Tiermes es motivo de atención también en estos momentos de Schulten, quien estaba investigando en Numancia, si bien el arqueólogo alemán nunca excava en Tiermes, si lo visita y en su obra analiza e interpreta el desarrollo histórico y los restos arqueológicos termestinos.

1930-1970

Con Blas Taracena, entonces director del Museo Numantino, se inicia una nueva etapa de investigaciones, puesto que efectúa una labor de síntesis con mayor base científica, propiamente arqueológica, e inicia un estudio sistemático del lugar. Efectúa diferentes excavaciones en Tiermes, en los años 30 y 40, de cuyos resultados extrae nuevas conclusiones sobre las fases evolutivas de la ciudad, sobre la distribución urbanística y características de los principales edificios, apuntando, por primera vez, la peculiaridades de la técnica rupestre utilizada en el diseño y ejecución de numerosas construcciones celtibéricas y romanas.

La originalidad y monumentalidad de la Arquitectura rupestre y su extraordinaria conservación en altura en numerosos edificios de Tiermes hacen calificar a la ciudad como la “Pompeya española”. Taracena también recopila informaciones y opiniones hasta el momento por otros autores, y se interesa también por el territorio, como elemento clave para la comprensión del desarrollo histórico de la ciudad.

Ya en los años 60 el arqueólogo soriano Teógenes Ortego continúa las excavaciones, ampliando el conocimiento de Tiermes, y aportando nuevos datos para la interpretación de su desarrollo. Será el primer autor que publique una Guía del yacimiento. Durante los años 1940-1970 autores como D´Ors, Nieto o García y Bellido se interesan por elementos particulares de Tiermes, cuyas publicaciones proyectan el yacimiento en la investigación arqueológica nacional.

1975-2002

A partir de los años 70 las intervenciones en Tiermes está definidas por la aplicación de una metodología arqueológica acorde con las nuevas líneas de actuación esta disciplina en España, y que en estos momentos se están desarrollando en función de la renovación que se está produciendo en la Arqueología europea a raíz de la nuevas corrientes de pensamiento y metodológicas, principalmente anglosajonas e italianas.

Primero, con la excavación puntual de Juan Zozaya en el área del Foro en 1971, y ya más directamente con el proyecto sistemático iniciado a partir de 1975 para la ciudad romana con José Luis Argente Oliver, y para el asentamiento medieval, con Carlos de la Casa y otros investigadores. Los diferentes trabajos y memorias surgidos de esta nueva etapa van a suponer una renovación completa del conocimiento de Tiermes, tanto por la exploración de amplias zonas arqueológicas, como por la interpretación del desarrollo y evolución de Tiermes entre la Edad del Bronce y la etapa medieval.

José Luis Argente Oliver dirigirá los trabajos arqueológicos en Tiermes, primero con otros arqueólogos que trabajan en diferentes zonas del yacimiento, luego en solitario, hasta su prematura muerte, en 1998, a través de un proyecto sistemático de intervención en el yacimiento, que ya se ve acompañado por el interés por presentar al gran público los resultados de los mismos, tanto a través de numerosas publicaciones como mediante la puesta en valor de los conjuntos arquitectónicos que poco a poco van saliendo a la luz.

El esfuerzo de Argente tiene un punto de inflexión a partir de 1986, cuando las administraciones, conocedoras del trabajo que se está desarrollando y de la importancia arqueológica y monumental de Tiermes, construyen los edificios del Museo Monográfico de Tiermes como elemento clave para la difusión en el propio lugar, y como infraestructura necesaria para los trabajos que se venían desarrollando. Ello convierte a Tiermes en uno de los sitios arqueológicos españoles dotados con mejores infraestructuras para apoyar los trabajos de investigación, protección y difusión, labores que explican la actividad de cualquier enclave arqueológico activo. Gran parte de las estructuras arqueológicas que actualmente son visibles y, la mayor parte de ellas, visitables por el público, son el resultado del esfuerzo de este incansable investigador que tanto hizo por la promoción de la provincia de Soria, desde la atalaya del Museo Numantino, y por el enriquecimiento cultural de sus habitantes como resultado de sus trabajos: el Acueducto, el Foro, las murallas, la Casa del Acueducto, el Conjunto rupestre del Sur, el graderío rupestre, las calles de la ciudad, etc, fueron el objeto de sus múltiples atenciones.

En los años 70 y 80, junto a Argente trabaja Carlos de la Casa, quien dirige las excavaciones del asentamiento medieval, con intervenciones en la necrópolis junto a la ermita, y cuyos resultados empiezan a incluir Tiermes también en la bibliografía arqueológica medieval española. Hasta entonces apenas se había dado importancia, a pesar de la imponente presencia en el centro del yacimiento arqueológico de la ermita románica del siglo XII, testigo de la conversión de Tiermes en la Edad Media en una pequeña aldea dependiente de la villa de Caracena. También destacan en el estudio de la Tiermes medieval los trabajos de Manuela Doménech, en la necrópolis rupestre del río, y del ahora director del Museo Numantino Elías Terés, en el asentamiento medieval junto a la ermita.

En aquellos momentos Tiermes también vió la presencia de trabajos puntuales de excavación llevados a cabo por otros investigadores, como Alfredo Jimeno (1975-1976) interesado en las fases prerromanas en la zona central del yacimiento; del profesor de la Universidad Complutense de Madrid Víctor Fernández (1979-1980), en la muralla, de José María Izquierdo (1981-1984), en el templo del Foro., o la terminación de la excavación de Argente tras su fallecimiento por E. Dohijo y J. Morales (1999).

El soporte administrativo actual de la investigación en Tiermes se fundamenta ya en las directrices marcadas por la administración competente en materia de Patrimonio, la Junta de Castilla y León, en la propia declaración de Bien de Interés Cultural del sitio en 1994, con lo que ello supone para la relación investigación/protección y el punto de partida que señaló en 1996 la aprobación del Plan Director del Yacimiento como plan a largo plazo en el yacimiento.

2003-2006 y actualidad

En cuanto a la actual investigación arqueológica, dirigida por Santiago Matínez, y formando parte de las actuaciones del Proyecto LIFE Tiermes, y de acuerdo a las directrices de la Junta de Castilla y León, se centra en puntos, como el Foro, donde es necesario clarificar aspectos arqueológicos e históricos para llevar a cabo primero desde la perspectiva de la difusión un renovación en la presentación al público del yacimiento, que rentabilice socialmente las amplias potencialidades del sitio; y segundo, en el plano estrictamente científico, para revisar y extraer nuevas conclusiones en cuanto al desarrollo histórico de la ciudad, de su territorio, y la compleja relación arqueológica de una ciudad celtíbera hasta su conversión en una monumental ciudad romana, una vez que en la actual Arqueología española y europea existen planteamientos novedosos y regeneradores en cuanto a la evaluación e interpretación de los datos arqueológicos en este contexto histórico-cultural.

El equipo actual, que integra gran parte de colaboradores de los últimos equipos de Argente, con estas perspectivas, sin pretensiones ante una bagaje de investigación tan amplio y el alto listón marcado por la presencia de Argente en el yacimiento, pretende aportar otras visiones de este yacimiento, por supuesto cimentadas en los grandes esfuerzos realizados durante un siglo por este elenco de investigadores, y apoyadas por la incorporación de nuevos datos y diferentes planteamientos metodológicos y epistemológicos de la arqueología actual.

Excavaciones arqueológicas en Tiermes 1909-2006 y actualidad

Conde Romanones Foro, Termas 1909

Narciso Sentenach Foro 1910-1911

Ignacio Calvo Foro 1913

Blas Taracena Varias zonas Años 30 - 40

Teógenes Ortego Varias zonas Años 60-70

Juan Zozaya Foro 1971

José Luis Argente Foro, Barrio del Foro,

Muralla, Acueducto, Casa del Acueducto,

Conjunto rupestre, Graderío rupestre,

Necrópolis celtibérica de Carratiermes,

Necrópolis visigoda 1975-1998

Carlos de la Casa Necrópolis ermita 1975-1985

Alfredo Jimeno Barrio del Foro 1975-1976

Elías Terés Asent. medieval 1981-1982

Manuela Doménech Necrópolis ermita 1981-1982

Víctor Fernández Muralla 1979-1980

José María Izquierdo Foro 1981-1984

Eusebio Dohijo y Javier Rodríguez Foro 1999

Santiago Martínez y Alberto Bescós Casa acueducto, foro 2000-2001

Santiago Martínez y Alberto Bescós Foro 2002-2003

Santiago Martínez (Proyecto LIFE) Foro 2004-2006

Santiago Martínez (Proyecto de Puesta en Valor del Foro) 2006-actualidad

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Proyecto Life Tiermes - Asociación de Amigos del Museo de Tiermes - Arturo Aldecoa Ruiz - Santiago Martínez Caballero.

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