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Yacimiento de Las Cogotas

Yacimiento vettón o provettón en el término municipal de Cardeñosa compuesto por 2 recintos amurallados ambos. En total supone 14,5 hectáreas de superficie más una necrópolis.

El yacimiento vettón (o protovettón o lo que sea) se encuentra en el término municipal de Cardeñosa, a 10 km de Ávila capital. Antes de llegar a Cardeñosa, seguir por una pista forestal que indica el acceso al poblado, y en 2-3 Km por dicha pista, en estado aceptable, habremos llegado hasta un panel informativo donde podremos dejar el vehículo.

Descripción general del yacimiento

Las Cogotas es un poblado que se encuentra en una elevación natural del terreno con una forma característica y que le da nombre: dos berrocales graníticos que son conocidos por aquellos lares como “cogotas”. En Vallekas le hubiesen denominado el yacimiento de “Las Tetas”. Y no es frivolidad: en mi barrio hay un parque llamado así, y no hay más que ver su fisonomía para entender el nombre, que es más que adecuado.

Se ubica en las estribaciones de la Sierra de Ávila, bañado por el río Adaja (que forma un pantano) y el arroyo Rominillos, a una altura máxima de 1156 m en su nivel máximo. La superficie del asentamiento es de 14,5 ha, amuralladas, y dividido en dos recintos, uno superior o “acrópolis”, que es donde se encuentran la mayor parte de las viviendas y otro inferior, tradicionalmente conocido como “recinto de ganados”, que incluye algunas viviendas y los alfares. La potente muralla ondulada que sigue la topografía del emplazamiento, está formada por torres y bastiones de considerable anchura. El sistema defensivo se completa con un campo de piedras hincadas. Las viviendas son de planta rectangular, con un cimiento o zócalo de mampostería, con recrecimiento de paredes de adobe.

La construcción de la presa sobre el río Adaja que se concluyó en 1994, ha cambiado totalmente el paisaje del entorno al castro, e incluso una parte que encerraba el segundo recinto amurallado del castro, quedó inundada.

En el exterior del recinto, junto al camino de acceso, encontramos una necrópolis de incineración. Su ocupación se fecha entre 1200 a.C. y el siglo I a.C.

Historia del yacimiento

El Castro de las Cogotas se conoce desde 1876. Tras una serie de excavaciones poco profesionales en el mismo, tomó las riendas del cotarro un verdadero maestro arqueólogo, el aragonés  Juan Cabré, quien comenzó las primeras excavaciones con “método científico”, en verano de 1927.  A partir de este momento, y durante cuatro campañas, Cabré documentó las murallas de la acrópolis, 18 viviendas dentro de la misma, las murallas del segundo recinto y las cuatro zonas que él propuso para la necrópolis.

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El lugar no volvió a ser estudiado hasta que en 1983 se aprobó la construcción de un embalse que iba a ocasionar la desaparición de gran parte del “encerradero de ganado” (aproximadamente un 30% del segundo recinto) descubierto por Cabré. Así que había que intentar salvar una parte de aquello que iba a quedar cubierto por las aguas. Y a ello se puso en 1985 Mª Paz García-Gelabert y su equipo, procedentes del Departamento de Historia Antigua de la Complutense de Madrid, quienes prospectaron la zona. En 1986 comenzaron las excavaciones dirigidas por el catedrático de Prehistoria de la UCM, Gonzalo Ruiz Zapatero, en colaboración con el Museo de Ávila, que tuvieron como principales objetivos los siguientes:

1) Documentación y salvado de las estructuras y materiales por medio de excavaciones sistemáticas.

2) Acometer el estudio de las antiguas excavaciones desde perspectivas actualizadas, revisándose también los materiales del Museo Arqueológico Nacional, los excavados en su día por Juan Cabré.

3) Consolidación de las estructuras y puesta en marcha de un proceso de musealización que permitiera el acceso al gran público.

Los trabajos de González Zapatero y Álvarez Sanchís, que sacaron a la luz el taller alfarero, un pavimento de piedra y un basurero, permite plantear una organización del poblado bastante más compleja de lo que inicialmente supuso Juan Cabré. Cabré imaginó el segundo recinto como un lugar para encerrar ganado, principal fuente de riqueza de estas comunidades, pero tampoco puede aparcarse esta idea para otras zonas del asentamiento, puesto que entre las viviendas excavadas existen grandes vacíos, que bien pudiesen servir para este propósito. Lo cierto  es que el poblado está zonificado, algo puesto de manifiesto por la diferencia de los ajuares domésticos hallados en la acrópolis y los del recinto inferior. Probablemente el recinto superior, como comentamos más adelante, fuese el hogar de las élites, que por algo eran los fundadores del poblado, y el inferior el espacio donde habitaron la mayoría de la población, que incluso desbordó los límites amurallados para habitar en viviendas extramuros.

Cronología

El primer recinto correspondería a la primera ocupación del asentamiento. Este momento se ha fechado en  el s. IV a.C. El segundo recinto, a partir de los datos  extraídos del alfar, se ha datado en los siglos III-II a. C.

Canteras

En el exterior del recinto, encontramos varios lugares de canteras. Y curiosos carteles que prohíben cortar piedra del poblado. Pero las canteras y el granito, una roca que aparece constantemente en la zona como afloraciones graníticas, dan idea de que esta es una tierra en la que el trabajo de la piedra es una ocupación bastante extendida entre los habitantes de los municipios aledaños. Tanto ayer como hoy.

Sistemas defensivos

Piedras hincadas

El sistema defensivo del asentamiento cuenta como primera línea hileras de piedras de granito, formación que se conoce como “piedras hincadas”. Las líneas de piedras hincadas solían situarse rodeando las murallas del poblado y tenían como función desgastar los asaltos de la infantería enemiga, más que los de la caballería como se ha creído comúnmente hasta hace bien poco. Estos campos de piedras hincadas llegan hasta la misma base del muro, sin dejar espacios libres y proliferan sobre todo en la línea amurallada septentrional.

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Murallas

Un potente sistema de murallas y baluartes rodea el primer recinto, el segundo recinto y se adivinan los vestigios de una separación entre el primero y el segundo recintos. El primer recinto comprende la parte superior del cerro, lo que se conoce como acrópolis, que incluye los dos berrocales que dan nombre al yacimiento, las cogotas de la cima de la colina. El segundo recinto, lo que Juan Cabré, el arqueólogo que excavó el yacimiento a comienzos de la década de los 30 del siglo XX denominó el “encerradero de ganado”, se prolonga hacia el sur, en busca del actual embalse de Las Cogotas, cuya construcción ha inundado parte de la superficie del asentamiento. El segundo recinto alcanza por el oeste el arroyo Rominillos, que desemboca, cuando lleva caudal, en el embalse aludido.

La técnica constructiva de las murallas semeja la de otros castros cercanos, como el de Ulaca, pues se compone de una doble hilera de piedras de granito, rellenadas por infinidad de piedras de tamaño más reducido, de guijarros, de forma que si caía la primera fila ante el empuje enemigo, aún quedase una segunda línea en pie. El espesor de esta estructura defensiva varía entre 2,5 m y 11 m. El trazado ondulado de la muralla se adecúa a la topografía del terreno, y se encuentra reforzado por la existencia de potentes baluartes.

Según entramos por una de las puertas que dan acceso al primer recinto, nos encontramos a la izquierda un camino de ronda que separa el lienzo amurallado de las primeras estructuras domésticas. Este camino de ronda es de suponer que rodearía todo el perímetro de la zona superior del poblado, la acrópolis.

Como divisoria entre ambos recintos, podemos observar una elevación, al otro lado de un espacio vacío enfrente de las viviendas aterrazadas excavadas.  Esta elevación tiene todo el aspecto de ser una muralla interior, cuya funcionalidad es desconocida, pero que en todo caso daría acceso por una entrada o varias desde uno a otro recinto. Anexo a esa supuesta muralla interior, podemos observar los vestigios de un edificio de planta rectangular, que posiblemente podamos identificar como una vivienda más dentro del primer recinto.

El sistema constructivo de lienzos de muralla con bastiones tiene un trazado que no sigue las líneas de vaguada, divisorias o límites naturales. La muralla no se interrumpe en los barrancos, sino que se adaptan al terreno. Es un sistema denominado “autónomo”, aunque algunos investigadores sí consideran que la muralla se adapta a las curvas de nivel. En todo caso, la parte superior de la muralla estaría reforzada por una línea de maderos posiblemente puntiagudos y perpendiculares al roquedo que forma el lienzo de la muralla. Los canchales que rodean el perímetro de fortificaciones no se rodean, sino que permanecen como una manera natural de reforzar el sistema defensivo de Las Cogotas.  Estos grandes canchales se ubicarían entre el campo de piedras hincadas y el paramento que rodea el poblado adaptándose al terreno.

Entradas:

El recinto superior tuvo tres entradas, una en la pendiente este, que comunicaba con el segundo recinto. La entrada superior, la más septentrional de las tres, estaba protegida por dos cubos fortificados, y la tercera, la que conocemos como principal, también estaba orientada hacia el norte, y flanqueada por dos bastiones en oblicuo. El camino que conducía a ella estaba delimitado por una cerca de losetas de granito, lo que parece indicar la importancia que le dieron sus habitantes como acceso principal.

 

En el recinto inferior aparecen tres entradas, en una de las cuales y adosada al muro aparece una estructura  de planta rectangular que Cabré interpretó como “cuerpo de vigilancia”, sede de un posible “destacamento de guardia”. Es una entrada situada muy cerca de la principal, y orientada también hacia el norte. Las murallas del recinto inferior son mucho más sencillas que las del superior, pues carecen de bastiones y del doble paramento. Es posible que el recinto superior, la acrópolis hiciese las veces de ciudadela principal ocupada por los habitantes principales del poblado y los guerreros y que el segundo recinto fuese el hogar de las familias de artesanos y campesinos. Aunque todo esto son hipótesis.

En el recinto inferior hay otra entrada al noreste y una tercera, que da al río Adaja, de la que sólo se conservan restos de su empedrado de losas planas.

Estructura interna del poblado

Calles :

La única calle de la que tenemos una constancia visible es el camino de ronda que debía rodear el perímetro del primer recinto, si no en su totalidad, al menos en parte. Debido al propio desnivel del terreno, hay algún sector de la cima en donde fue imposible construir vivienda alguna. No existe un urbanismo planificado de calles y viviendas, lo cual es característico del hábitat vettón: la inexistencia de urbanismo desarrollado en manzanas. Las casas se adecuan al terreno y se adosan o no a las murallas tanto exteriores como al muro sin excavar que delimita internamente ambos recintos. Entre las viviendas hay espacios libres pero no forman calles propiamente dichas ni plazas. La única estructura parecida a una calle al uso es un camino enlosado que atraviesa el segundo recinto en dirección a las edificaciones consideradas funcionalmente como industriales o artesanales, al sur de dicho recinto y cercanas al actual embalse sobre el río Adaja.

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Viviendas:

En el recinto norte se documentan y han sido objeto de excavación y consolidación una serie de viviendas aterrazadas de planta rectangular, con un zócalo de bloques de granito, que se supone recrecido con bloques de adobe y cubiertas por una techumbre vegetal compuesta de ramaje, barro y hojas. El aterrazamiento parece haberse construido de forma artificial. Son viviendas de un tamaño respetable, de entre 150 y 200 m2. El suelo actualmente visible está compuesto de losas de granito, aunque no podemos descartar que sobre ellas se superpusiese un suelo de barro prensado, aunque es una hipótesis discutible. Sobre el suelo de cada una de las viviendas en terraza podemos observar piedras de molino, unas completas, y otras partidas por la mitad, que estarían señalando la zona de la casa donde se realizaban actividades tan cotidianas como la molienda de los cereales que conducía posteriormente a su panificación.

Como he comentado anteriormente, entre este espacio doméstico y el muro que se adivina bajo una elevación del terreno que dividiría interiormente el castro en dos recintos, adosado al muro podemos adivinar los restos de otra vivienda de planta rectangular de una superficie similar a las de las viviendas de las terrazas cercanas a la entrada principal. En estas viviendas aterrazadas es donde Cabré descubrió los utensilios de mayor valor, por lo que es de suponer que en ellos vivían personas principales dentro del asentamiento, o al menos de mayor status social que los habitantes de otras casas de las inmediaciones. Los ajuares de las viviendas detectadas en el segundo recinto han sido considerados más pobres que los encontrados en la acrópolis.

Aunque las plantas de las viviendas son regulares, para su organización interna hay pocos datos. Es de suponer que tendrían la clásica distribución en tres estancias: la primera y que daba acceso al exterior, donde se realizaba la vida diaria (donde se hallan las piedras de molino antes comentadas). Desde esta estancia principal se accedería a una segunda, que sería la despensa y desde aquí a la última, el dormitorio. La abundancia de adobes en el interior de la planta de las viviendas indicarían, a juicio de Cabré, la existencia de esta distribución tripartita, muy común a la mayoría del hábitat de la Meseta.

En un rincón de la vivienda solía existir un pavimento de barro a modo de hogar. La cubierta vegetal de la que he hablado antes estaría soportada por postes de madera interiores. Lo que no sabemos es si el techo se construyó a una o a dos aguas.

Áreas Industriales

Estas estructuras se documentaron tras las campañas de finales del s. XX, cuando se procedió a la construcción del embalse. A unos 100 metros de la puerta Sur del segundo recinto, junto a la muralla, se han interpretado dos edificios relacionados con actividades artesanales: un alfar y un secadero de adobes.

El alfar es un edificio de más de 300 m2 con estancias y hornos de cerámica. El

secadero de adobes anexo al taller incluye una dependencia que se ha interpretado como un posible almacén de productos acabados. A esta zona se accedería desde la puesta sureste del segundo recinto sobre un camino de losas, utilizado para la mejor circulación de carros y animales. Posiblemente por esta puerta entrasen las materias primas para la creación de cerámicas, y por la misma vía saliesen para su distribución fuera del poblado a otros asentamientos más o menos cercanos.

Los recipientes hallados en el taller destinado a la elaboración de productos cerámicos, destinado posiblemente a la exportación, como es el caso de cerámicas a torno de pastas anaranjadas con decoración pintada, se relacionan con producciones vacceas y celtibéricas del siglo II a.C., que ayuda a fechar el segundo recinto.

Otras Estructuras

Basurero:

Se ha documentado en el sector norte de la muralla un gran basurero, en el que se han hallado en sus tres metros de espesor, restos óseos de fauna, cerámicas a torno tipo celtibérico y algunos vestigios de adobes.

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La Necrópolis

La necrópolis de Las Cogotas se descubrió en 1930. Está localizada a algunos cientos de metros al norte del poblado. Según Cabré consta de 4 zonas, y de 5 según Guillermo Kurtz.

Las tumbas halladas, más de 1600, son de incineración en su totalidad, individuales y señaladas por estelas de granito de diferentes tamaños. Las sepulturas, de las cuales sólo vemos actualmente las estelas que indicaron en su momento la localización, suelen tratarse de urnas cinerarias sobre un hoyo de poca profundidad excavado a tal efecto. La urna está tapada por lajas planas de granito o por vasijas de cerámica. No todas las urnas iban acompañadas de ajuar, y cuando esto sucede, los objetos mayores o de guerrero se ubican en los alrededores de la urna, mientras que los enseres más personales del difunto, ya sean fíbulas, fusayolas, cuentas de collar, se encontraban dentro de las urnas, junto a las cenizas.

Las sepulturas constan de la urna cineraria depositada en un hoyo, en el cual se colocaron piedras pequeñas para calzarla y cuya urna aparece tapada con una laja plana recubierta a su vez por otras piedras de menor tamaño, también nos encontramos con urnas que han sido tapadas con otras vasijas dadas la vuelta (platos, cuencos). Sobre estas se echaba tierra vegetal. Cuando las urnas van acompañadas de ajuar, se dan diferentes situaciones, si es ajuar de guerrero, las armas y demás objetos están colocados en torno o encima sin un sistema concreto. Los enseres pequeños, como fíbulas, bolas, fusayolas o pequeños vasitos, suelen acompañar a las cenizas en el interior de las urnas.

Las incineraciones se efectuaban en lugares preparados a tal efecto, conocidos como quemaderos o ustrina, situados sobre canchales de granito, alrededor de los cuales se hallaron muchos huesos calcinados, escorias de bronce o hierro y restos alfareros.

A partir de los datos que aporta la necrópolis, es posible inferir que el asentamiento de Las Cogotas estaría habitado por una comunidad de entre 200 y 300 personas, sobre una superficie de 15 ha, de la cual no toda su totalidad estaría habitada, pues, al igual que el encerradero de ganado, existirían otras áreas vacías que servirían para albergar a la población de los alrededores cuando surgiese algún peligro exterior o simplemente para la existencia en el interior del poblado de un mayor número de reses, dentro de un hábitat poblacional mayoritariamente ganadero.

 

Bibliografía, Créditos y menciones

Texto y fotografías propiedad de Diego Salvador Conejo

Geolocalización:

© Colaboradores de OpenStreetMap
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Comentarios sobre 

11:00 11/11/2012

Que interesante y lo tenemos cerca sin enterarnos antes!

MARIS