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La Casa Bailío es uno de los rincones por los que debemos perdernos si visitamos Córdoba. Se encuentra ubicada en la cuesta del mismo nombre. Se da el nombre de Bailío al caballero profesor de la Orden de San Juan que por antigüedad o gracia especial del gran maestre de la Orden, adquiera una especie de dignidad o encomienda denominada bailiaje. Estas casas pertenecieron a las familias Corbacho y Cárcamo, pasando en el siglo XVI a fray Pedro Núñez de Herrera, bailío de Lora, hijo de Alfonso Fernandez de Córdoba, quinto señor de Aguilar.
Ocupan un gran solar y tienen dos accesos uno por la calle Ramírez de Arellano y otro por la cuesta de Bailío. En su interior entre otras cosas destacables, se conservan pinturas murales de con episodios de la vida del Gran Capitán y una sala neoárabe diseñada por Agustín Vicente Inurria y Julio Romero de Torres.
La portada de la casa Bailío es aproximadamente del año 1530 y se atribuye a Hernán Ruiz el Viejo. En la actualidad la propiedad está dividida entre la Fundación Roger Garaudy y un lujoso complejo hotelero.
A lo largo de su historia ha sido vía de comunicación entre la parte baja de la urbe, conocida como Axerquía, y la parte más alta, llamada Medina.
Treinta y tres son concretamente los escalones que dan forma a esta citada cuesta, entre la calle Martorell.