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Monasterio de San Juan de la Peña

El Monasterio de San Juan de la Peña, joya de la época medieval destacando especialmente los siglos del románico XI al XIII y el Monasterio Nuevo siglo XVII.

En pleno Pirineo Aragonés se encuentra el espectacular espacio del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña, y entre sus elementos más sobresalientes descuella el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la época medieval. Las edificaciones conservadas, tan sólo una parte de las que existieron, son excelentes testimonios de las sucesivas formas artísticas en las diversas épocas en que este singular centro tuvo vida. Destacan especialmente los siglos del románico (XI al XIII) con notabilísimas muestras de arquitectura, pintura y sobre todo de la escultura. El conjunto histórico-artístico de San Juan de la Peña se completa con el Monasterio Nuevo, del siglo XVII, y con las iglesias de San Caprasio y de Santa María en la cercana localidad de Santa Cruz de la Serós, ambas también del periodo románico.

Todos estos componentes, de enorme atractivo por sí mismos, han sido mejorados hoy en día con los nuevos y modernos  Centros de Interpretación del Reino de Aragón y del  Monasterio de San Juan de la Peña, espacios arquitectónicos revitalizados en el siglo XXI, que conviven en perfecta armonía con los monumentos de San Juan de la Peña.

Pasado, presente y futuro de Aragón en un mismo espacio 

Real monasterio

Cubierto por la enorme roca que le da nombre, el conjunto, que abarca una amplia cronología que se inicia en el siglo X, aparece perfectamente mimetizado con su excepcional entorno natural. En su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y San Damián, del siglo XII, el denominado Panteón de Nobles, la iglesia superior, consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián, pero sobre todo sobresale el magnífico claustro románico, obra de dos talleres diferentes. A todo ello hay que sumar otros edificios posteriores a los siglos medievales, entre los que cabe señalar el Panteón Real, de estilo neoclásico, erigido en el último tercio del siglo XVIII.

Los auténticos orígenes del monasterio se pierden en la oscuridad de los tiempos altomedievales y se le ha supuesto refugio de eremitas, aunque los datos históricos nos conducen a la fundación de un pequeño centro monástico dedicado a San Juan Bautista en el siglo X, del que sobreviven algunos elementos. Arruinado a fines de dicha centuria, fue refundado bajo el nombre de San Juan de la Peña por Sancho el Mayor de Navarra en el primer tercio del siglo XI. Fue este monarca quien introdujo en él la regla de San Benito, norma fundamental en la Europa medieval. A lo largo de dicho siglo, el centro se amplió con nuevas construcciones al convertirse en panteón de reyes y monasterio predilecto de la incipiente monarquía aragonesa que lo dotó con numerosos bienes.

Considerado por la tradición como la cuna del Reino de Aragón, fue parada habitual del Camino de Santiago y lugar de leyendas, y entre ellas destaca la que vincula este lugar con el Santo Grial.

Una fecha significativa fue la del 22 de marzo de 1071, cuando el Monasterio de San Juan de la Peña fue el escenario de la introducción, por primera vez en la Península Ibérica, del rito litúrgico romano, seguido en toda la Iglesia de Occidente, que ponía fin al antiguo rito hispano-visigótico y suponía la acomodación definitiva de la iglesia aragonesa a las pautas marcadas por el Pontificado.

Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XII se inició una cierta decadencia que se acentuó en el periodo siguiente, y aún más a partir del siglo XIV. Fueron las características de esta época el final de las donaciones, las pérdidas patrimoniales, los múltiples pleitos ante numerosas instancias, y especialmente con los obispados donde estaban ubicadas sus propiedades (Jaca-Huesca, Pamplona y Zaragoza), las deudas, el deterioro de las construcciones por su peculiar ubicación y diversos incendios que resultaron devastadores. Con el último de ellos, en 1675, que duró tres días, se perdió la habitabilidad necesaria para la vida monacal, por lo que se planificó la edificación del Monasterio Nuevo.

Monasterio de San Juan de la Peña Monasterio de San Juan de la Peña

Monasterio Nuevo.

Como consecuencia del terrible incendio del año 1675 se tomó la decisión de construir un nuevo monasterio. Su emplazamiento se eligió en un lugar próximo, el conocido como Llano de San Indalecio, una bella pradera asentada sobre la gran roca que reunía condiciones idóneas para comenzar una nueva vida.

La construcción de la nueva fábrica se inició en el año 1676. A lo largo de sus obras, prolongadas hasta los primeros años del siglo XIX, los monjes contaron con el asesoramiento de numerosos profesionales, siendo fundamental la labor del arquitecto zaragozano Miguel Ximenez, quien diseñó este conjunto monástico. La traza del edificio constituye uno de los ejemplos más perfectos y evolucionados de la arquitectura monástica en la Edad Moderna, por su simetría, por la multiplicación de sus claustros y por la organización racional que poseía el proyecto original, el cual, lamentablemente, nunca se pudo llevar a cabo en su totalidad.

La fachada de la iglesia es uno de los aspectos más interesantes del monasterio barroco. Destaca especialmente su exuberante decoración vegetal basada en roleos, diferentes tipos de flores, hojas de acanto y tallos, aunque también encontramos formas figuradas como cabezas de puttis y dos ángeles sujetando un singular escudo en la parte superior. En sus hornacinas se incluyen tres santos muy vinculados con los monjes que vivieron entre estos muros. En la portada central se representó a San Juan Bautista (patrón de esta comunidad), a la izquierda a San Indalecio (advocación de la pradera en la que se levanta el edificio), y a la derecha a San Benito (fundador de la orden monástica que se profesaba en San Juan de la Peña).

Las dependencias fueron abandonadas en el año 1835 y desde entonces el edificio comenzó a deteriorarse progresivamente quedando, ya a mediados del siglo XX, en un lamentable estado de ruina. Tras una profunda rehabilitación, acometida por el Gobierno de Aragón, el Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña alberga en su interior el Centros de Interpretación del Reino de Aragón, el Centro de Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña y una Hospedería, perteneciente a la Red de Hospederías de Aragón, con categoría de hotel de cuatro estrellas.

Centro de interpretación del reino de Aragón

El Centro de Interpretación del Reino de Aragón es un moderno espacio interactivo integrado en la iglesia barroca del Monasterio Nuevo.

A través de grandes pantallas móviles adaptadas a la arquitectura del templo, un espectacular audiovisual nos narra las claves del origen del Reino y la Corona de Aragón, con sorprendentes efectos de luces, sonido, maquetas, plataforma móvil de asientos...

La narración, de 45 minutos de duración, nos adentra en la historia y las raíces de Aragón desde sus orígenes y relata cómo San Juan de la Peña fue un emplazamiento clave para el destino de nuestra tierra.

Centro de interpretación del monasterio.

Asentado sobre las ruinas del Monasterio Nuevo, un sorprendente espacio del siglo XXI nos muestra los diferentes aspectos del conjunto de San Juan de la Peña, desde sus orígenes hasta que los monjes tuvieron que abandonar el monasterio en el siglo XIX.

En su interior, una original estructura hace que el visitante, caminando por un suelo de cristal, pueda ver bajo sus pies las diferentes dependencias de lo que fue el Monasterio: las habitaciones de servicio, la cocina, la botica, el refectorio, la bodega y la despensa... todas ellas ambientadas con figuras de frailes a tamaño natural, muebles, utensilios, etc., para poder comprender las enormes dimensiones de este monasterio.

A través de paneles informativos y modernas pantallas táctiles e imágenes de 3D, el visitante, de una manera interactiva y divertida, puede descubrir todas las claves de la vida cotidiana de San Juan de la Peña, junto con un amplio muestrario de objetos originales de los monasterios.

El nuevo gran centro de interpretación está perfectamente integrado con el Monasterio Nuevo y con el entorno.

El entorno

El territorio en el que se encuentra San Juan de la Peña es un espacio natural con una biodiversidad sorprendente, el Espacio Natural Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel. La gran roca que le da el nombre, al igual que Oroel, es un enorme sinclinal colgado de conglomerados, con cimas en los montes de Cuculo y San Salvador.

Aquí crecen grandes masas forestales, donde destaca el pino silvestre, la encina o carrasca, el quejigo, el boj... En las zonas más protegidas hallaremos plantas que requieren una mayor humedad atmosférica, como el haya. En los acantilados se desarrollan especies rupícolas de gran interés botánico, como la oreja de oso, la valeriana longifolia, etc.

Las setas, de gran abundancia, y diferentes tipos de aves completan un ecosistema lleno de vida, destacando las rapaces y los necrófagos, como el buitre común o el alimoche, además de la fauna típica del bosque: jabalíes, zorros, ginetas, garduñas, corzos...

MIRADORES: en San Juan de la Peña, debido a su situación privilegiada, existen numerosos miradores a los Pirineos, entre los que destacan el Balcón de los Pirineos y el Mirador de San Voto así como las diversas ermitas ubicadas en las inmediaciones de ambos monasterios. A ellos se accede por bellos senderos en el bosque.

Para completar la información, en la Pradera de San Indalecio, junto al Monasterio Nuevo, se encuentra el Centro de Interpretación de la Naturaleza de San Juan de la Peña, de libre acceso para los visitantes del Paisaje Protegido.

Monasterio de San Juan de la Peña Monasterio de San Juan de la Peña

 

 

Bibliografía, Créditos y menciones

Fotos y texto propiedad de Gestora Turística de San Juan de la Peña.

Geolocalización:

© Colaboradores de OpenStreetMap
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Comentarios sobre 

19:38 10/07/2013

Que sitio tan precioso, lo apunto

Carmen